Miguel Antonio Caro y el pensamiento conservador ante las independencias hispanoamericanas - Núm. 17, Enero 2010 - Opinión jurídica - Libros y Revistas - VLEX 223300005

Miguel Antonio Caro y el pensamiento conservador ante las independencias hispanoamericanas

AutorRafael Alfonso Rubiano Muñoz
CargoSociólogo, magíster en Ciencia Política
Páginas193-214

Este artículo es producto de la investigación terminada El Intelectual y la política. Las imágenes de España en Latinoamérica en el siglo XIX. Investigador principal, Juan Guillermo Gómez García. Co-Investigador: Rafael Rubiano Muñoz. Financiación: Fundación Carolina- España y Codi-Universidad de Antioquia. 2004-2008.

Rafael Alfonso Rubiano Muñoz es Sociólogo, magíster en Ciencia Política. Profesor tiempo completo asociado, Universidad de Antioquia, Facultad de Derecho y Ciencias Política, investigador de los Grupos: Estudios de Literatura y Cultura Intelectual Latinoamericana; rafael.rubiano@gmail.com

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Introducción

A partir de los escritos diversos del pensador bogotano Miguel Antonio Caro (1843-1909) se explora su pensamiento político frente al tema de las independencias latinoamericanas. Mediante el análisis y la reflexión de sus artículos de prensa, sus ensayos literarios, sus importantes estudios jurídicos y constitucionales, sus escritos políticos polémicos, se indaga el modo en que este conservador militante ultramontano evaluó la conquista y la colonización de América y, de paso, profundizó en los acontecimientos de España, con especial énfasis en las "revoluciones latinoamericanas". Su postura radical, lo enfrentó a los liberales, pero desestimó la ruptura política con España como un hecho consumado, a sabiendas de los logros y las venturas que legó la "Madre Patria" a este continente: la religión, el idioma, la literatura, la jurisprudencia medieval española, con lo que Caro desestima las consecuencias de las independencias en términos políticos, y las coloca como una herencia rebelde de los hijos de España frente a su "potestad creadora", la grande patria. En el ensayo se juzgan los criterios reflexivos de Caro con su actitud, mediante una conexión analítica con el mundo español y latinoamericano en su conjunto, consultando una bibliografía principal sobre Latinoamérica del siglo XIX, asimismo, contando con una bibliografía secundaria referida al pensamiento conservador hispánico del siglo XIX.

Miguel Antonio Caro y El Pensamiento Conservador ante las Independencias Hispanoamericanas

Tradición o heterodoxias

Problemas en la interpretación histórica de las revoluciones de independencia en Hispanoamérica

A la par que se configuró la polémica sobre el descubrimiento y la conquista de España en Hispanoamérica durante el siglo XIX, se extendió la controversia acerca de los orígenes históricos de las revoluciones de independencia. Según el lente de la historiografía tradicional, dicho debate distinguió a conservadores y liberales. Sin embargo, un reciente estudio sobre el "Republicanismo en Hispanoamérica" (Aguilar & Rojas, 2006) abre una reinterpretación histórica en la que liberales y conservadores hispanoamericanos se aproximan bajo el modelo de republicanismo conservador. A través de una reconstrucción de fuentes intelectuales, las polémicas que trazaron las fronteras entre liberales y conservadores, más que motivar el desprecio por la herencia española directamente, propiciaron la construcción de un imaginario republicano orientado a salvaguardar las realizaciones tanto de la revolución como de la consolidación de las instituciones democráticas (Aguilar & Rojas, 2006, p. 10).

El imaginario republicano de la nación desde la post Revolución Francesa fue aplicado en las sociedades europeas en las que se presentía que la herencia de la revolución movilizaba las clases que no pudieron ser favorecidas y que, al final, fueron excluidas de los espacios de representación y de participación política. El pueblo de los campesinos y obreros, quienes se alzaron en el año de 1848 en la conocida "primavera de los pueblos", como lo analizó Eric Hobsbawm (2002), hicieron valer la herencia revolucionaria en la que se deslizaban las ideas sobre "el sufragio universal", entre otras, pero se activaron demandas y reivindicaciones de estilo socialista. La proyección histórica de dichas revoluciones causaría en Hispanoamérica el miedo al pueblo, ya no tanto por su nivel de organización, sino por su analfabetismo, su inclinación a la beligerancia como a la profunda manipulación caudillista de los gamonales regionales o hacendados en los diversos territorios hispanoamericanos como lo explica con suficiencia el historiador británico John Lynch (1982).Page 196

"El miedo a la apelación al pueblo" como elemento articulador de una nación liberal y el terror de la participación del mismo a través de movilizaciones populares alertó a los conservadores hispanoamericanos como -parcialmente- Bolívar, -pero decididamente- Lucas Alamán y Miguel Antonio Caro, de la anarquía y de las posibles revoluciones permanentes que azotarían las nuevas y nacientes naciones del continente de la América española. Con todo, es de advertir que lo que entendía Bolívar por anarquía, los brotes de caudillismo o sedición de las capas patricias que no se conformaban con su poder presidencialista, no tenía el mismo valor que la palabra anarquismo, que ya cobraba una valía en boca de un Núñez que había presenciado, en su larga estadía en Europa, las consecuencias desintegradoras del capitalismo avanzado que había descrito Friedrich Engels años antes en su clásico libro sobre "La situación de la clase obrera en Inglaterra". De anarquismo era ahora calificado todo brote que proviniera de la lucha de clases.

Con el mito "Antijacobino y el "El miedo al pueblo" se alentaron consignas y arengas de conservadores como José Eusebio Caro -padre de Miguel Antonio- y Mariano Ospina Rodríguez (König, 1996), en las que se reaccionaba a la herencia de la Revolución Francesa y se asumía que los acontecimientos que irrumpían a través de los levantamientos comuneros a mitad del siglo XIX eran la fuente nutricia de una conspiración jacobina e ilustrada que, alimentada por la revolución liberal, llevaba en ella el fantasma del socialismo. En una diversidad de artículos de prensa como director de "El Tradicionista" (Caro, 1990), Miguel Antonio Caro se enfrentó en tono polémico a los deslizamientos de las ideas liberales hacia posturas socialistas o que pretendían, a la luz de su óptica, ser socialistas.

El debate entonces sobre las condiciones ideológicas de las independencias hispanoamericanas, aunque vertidas en los moldes de un impulso antiespañol de sus instituciones jurídicas y políticas, pudo hacer aparecer a quienes defendieron el legado colonial español como benéfico; eran los tradicionalistas o conservadores, y quienes negaron la obra de España en América como una influencia sumamente negativa se constituyeron como los liberales radicales. Según el lente y el panorama de las disputas, la referencia a España distinguió a conservadores y liberales hispanoamericanos a lo largo del siglo XIX en las versiones de la historia tradicional y así lo hizo notar Jaime Jaramillo en su ensayo titulado Caro y Alberdi:

La historia y su propia voluntad colocaron a los americanos ante el hecho de su independencia, en momentos en que la vigorosa unidad espiritual y política que había sido el imperio español se disolvía y otros núcleos nacionales ascendían al cenit político y económico. En estas condiciones los dirigentes americanos tuvieron la conciencia de su responsabilidad y, también, seguramente, por encima de las pasajeras y románticas demostraciones de optimismo -por ejemplo, las que se expresaban en conceptos tales como ´América, tierra del futuro de la humanidad´, ´América, continente joven, nuevo, sin los obstáculos de una tradición milenaria como la europea´ etcétera-, la sensación de impotencia y desamparo... Fue entonces cuando se inició en el pensamiento hispanoamericano el análisis de la herencia espiritual legada por España, y el examen de la situación sociológica de Hispanoamérica en el concierto de las naciones occidentales, y cuando, en este proceso de toma de conciencia de la realidad histórica, se propusieron las dos grandes tradiciones de su orientación espiritual (Jaramillo, 1977, p. 16).

Con todo, pese a las condiciones socioculturales del examen sobre la influencia española, la controversia acerca de los orígenes históri-Page 197cos de las revoluciones de independencia en Hispanoamérica no fue menos ardua y beligerante. En ese contexto se dispusieron los contrincantes a valorar las nociones de civilización o de barbarie que, para los conservadores, dependían del acumulado cultural que Hispanoamérica debía preservar y para los liberales comprendía una traba a los instrumentos educativos que era imperioso transformar para enfrentar de manera adecuada la integración al mercado mundial (España, 1984). Aunque hubo en ocasiones mezclas de quienes aceptando el desarrollo económico y la fórmula del "dejar hacer", igualmente admitieron que en lo relacionado con los hábitos y la idiosincrasia era fundamental la tradición, más aún cuando ella se transmitía en el seno de las familias a través del lenguaje, las creencias y por supuesto las veneraciones de las costumbres españolas asimiladas.

Durante la reunión de Delegatarios en el año 1885 para la elaboración de la "Constitución política de 1886" -que rigió, con importantes reformas, en Colombia hasta el año 1991- y que en su originalidad es una Constitución conservadora del orden social y de la religión, complementada por una restricción de la democracia representativa y orientada al presidencialismo, Caro resaltó la preponderancia republicana conservadora y abogó por la preservación de una especie de régimen de "Monarquía constitucional", acaso bajo la inspiración canovista (González, 2000). Sin una clase nobiliaria y sin reyes, Colombia contaba con una elite de letrados que se adjudicaba especial poder, por la educación, en particular, por los conocimientos de la gramática, el latín, el mundo clásico, esto es, los letrados cultos quienes se...

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