Sí, cualquier cosa ... ¡pero que viva el fútbol! - Núm. 2-1, Enero 2014 - RHS. Revista Humanismo y Sociedad - Libros y Revistas - VLEX 652804161

Sí, cualquier cosa ... ¡pero que viva el fútbol!

AutorSantiago Quintero Suárez
CargoEditorialista invitado
Páginas7-8
7
Editorial
¡Estos son tiempos de prosperidad! Esto no lo digo con el ánimo de invocar una diatriba más, como las que han
estado lloviendo a cántaros por estos días sobre el (in)fértil terreno de la política colombiana. Las redes sociales no
son, denitivamente, el mejor abono que hay en el mercado. Me reero más bien al hecho que estamos inundados
del torneo de fútbol más esperado por los fanáticos… ¡Se llegó el Mundial! Tal vez, ese sea un pretexto suciente
para hacer una sucinta crítica al respecto… No. Mejor que no sea así, hay que evitar caer en esa corriente: el mundial
ya es suciente pretexto para muchas otras cosas aún más detestables. Y, a menos que usted ya haya comprado los
tiquetes hacia Brasil, no tiene excusa.
-¿Qué?
Sí. Usted sigue en el país y también sigue vivo, así no parezca. Y es que por 31 días -¡un mes entero!- el país queda
suspendido en un campo electromagnético (vaya uno a saber qué es un campo electromagnético… Lo cierto es
que encalambra) en el cual lo único que se escucha, lo único a lo que huele y todo lo que se ve, es fútbol. Las
expectativas se limitan a un gol por allí u otro por acá, a que la Selección va pasar a la nal (¿apostamos?), a que
el ganador va a ser… (¿apostamos?). El “corrientazo” futbolero no diferencia entre entidades públicas o privadas
o públicas que hacen de entidades. No coma cuento, cuál problema en el sistema ni qué pavadas, eso de que
no lo atendieron fue porque estaban viendo el partido de. Sin embargo, ese no es el problema; el sistema se cae
todos los días. En realidad, los síntomas efectivos de esta ebre de mundial son la ataraxia social (más aguda de lo
habitual), la resignación prolongada al conicto (más aguda de lo habitual), la parálisis ecológica (mejor nombrada
como ceguera ecologista), entre otras tantas que permiten entrever que el paciente está padeciendo la patología.
Finalmente, ¿para qué preocuparse por los incendios en el Magdalena o por la falta de espacio en los hospitales
universitarios o por los soldados muertos? ¡Al n y al cabo hay fútbol, y eso es lo que importa!... ¿no?
No. Entre pitazo y pitazo, el país no ha parado y la situación actual no es de esas a las que se les puede llamar
enternecedora. No obstante, resulta imprudente culpar exclusivamente al fútbol por esta realidad. El ciudadano
“de-a-pié, que por estos días es “de-a-fútbol”, en general no ha sido el mejor ejemplo de interés social o participación
política; los índices de abstencionismo, por ejemplo, p onen esto en evidencia. La condición de lector de periódicos,
de la que tanto desdeñó Nietzsche, sigue como una presencia inmanente en la vida de los transeúntes: “yo veo
noticias y leo la prensa” parece ser la cuota suciente para ayudar (así los noticieros se suspendan por partidos).
Pero esto no es novedoso ¡ya le pasaba a los prusianos!
Lo que sí escapó de las consideraciones del escritor de Zaratustra (pero no de Borges) es que un evento de tal
magnitud, como lo es la Copa Mundial de la FIFA, parezca más un reinado de belleza que una competencia
deportiva. Y es que el centro de atención ya no sólo consiste en 22 hombres, un balón y dos arcos en la cancha,
debutando por coronarse como el mejor equipo. Cada vez más, desde el 2006, pareciera que la copa se la lleva
el país más vistoso, el que mejores estadios construya, el que mayor presupuesto gaste, el que mejor esconda sus
problemáticas sociales…
Sí, cualquier cosa… ¡pero que viva el fútbol!
Yes, anything ...¡ but live football!

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