Del derecho romano a las tradiciones jurídicas - Núm. 7, Diciembre 2007 - Criterio Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 43884871

Del derecho romano a las tradiciones jurídicas

AutorFeederico Escobar Córdoba
CargoProfesor en el Departamento de Ciencia Jurídica y Política de la Pontificia Universidad Javeriana - Cali
Páginas8-32

El texto de este artículo corresponde a una ponencia presentada por el autor en la Pontificia Universidad Javeriana - Cali, en el marco de una serie de conferencias llamado "Democracia y justicia en tiempos de globalización."

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La tesis de esta ponencia es sencilla: concentrarse en las tradiciones jurídicas y no sólo en el derecho romano, es una manera de acercarse al pasado jurídico que resulta más apropiada para un mundo pluralista y multicultural como el nuestro. Sin embargo, el derecho romano goza de tanta apreciación en la cultura jurídica a la que pertenecemos, y la apreciación es tan arraigada entre nuestros juristas, que ese hecho posiblemente haga de una tesis sencilla una tesis mal recibida y aún despreciada. En defensa de esta idea, hablaré, primero, de la veneración habitual del derecho romano en nuestro medio; controvertiré aquella idea en general y también a partir del debate sobre la conservación de un curso de derecho romano en los programas de Derecho. Luego, en una breve sección final, presentaré un acercamiento al fenómeno jurídico desde las tradiciones jurídicas, con el argumento de que esta aproximación es más enriquecedora, y más adecuada a una visión multicultural del Derecho. Empezaré con una breve discusión sobre la globalización.

1. Globalización y cultura

Esta intervención forma parte de un ciclo de conferencias llamado "Democracia y justicia en tiempos de globalización". En consecuencia, considero apropiado iniciar la ponencia con una presentación sucinta de la globalización. Hoy se emplea con mucha frecuencia aquella expresión, algo de lo que todos nos habremos percatado. El analista Justin Rosenberg, escribiendo en el año 2000, dijo que "el progreso del término [en la década de los noventas] ha sido poco menos que espectacular" (2000: 1; traducción libre). Para darnos una idea de los alcances actuales de la palabra, entre "globalización"y "globalization", Google reporta más de 38 millones de aciertos. Ofrezco dos puntos de referencia: la frase "George Bush" aparece con casi 15 millones de aciertos, y "Nelson Mandela" con menos de 3 millones.

Un término tan corriente corre el riesgo de hacerse esquivo, aún indefinible. Por ejemplo, el Diccionario de la Real Academia Española define la globalización como la "[t]endencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales". Esta acepción es fuertemente económica, y hoy es común rechazar la reducción del fenómeno globalización a su componente económico.

Encontramos numerosas ilustraciones de la importancia de no circunscribir el concepto a esa dimensión. Hugo Fazio Vengoa dice que la "globalización ha sido posible y se ha desarrollado a la par con el capitalismo que la impulsó, le imprimió ritmo, y le ubicó en especialidades dadas, pero no se identifica Page 9 con este" (2002: 196). En efecto, Anthony Giddens ofrece una aproximación muy amplia: "La globalización", observa Giddens, "tiene algo que ver con la tesis de que todos vivimos ahora en un mismo mundo" (2000: 20). Joseph Stiglitz precisa un poco los elementos del concepto, sin abandonar un enfoque extenso: "Esencialmente, dice Stiglitz sobre la globalización, es la integración más estrecha de los países y las personas del mundo, que ha sido causada por la enorme reducción en los costos de transporte y comunicación, y por el colapso de barreras artificiales al flujo a través de fronteras de bienes, servicios, capitales, conocimiento, y (en un menor grado) personas" (2002: 9; traducción libre). "Algo ha cambiado, " comenta Guillermo de la Dehesa, "cuando puede sernos más conocida la imagen de Nelson Mandela que la de nuestro vecino" (2000: 24).

El proceso globalizador se acentuó en el siglo XX, pero se remonta a épocas anteriores. Los dos volúmenes de Aldo Ferrer, por ejemplo, buscan demostrar que la globalización que vivimos hoy es el resultado de un proceso que empezó en la última década del siglo XV, y que depende de dos factores: "el aumento de la productividad del trabajo y un orden mundial global" (1996: 12). Hacia 1500, los europeos se desgastaban en conflictos internos, agravados por serios problemas de comunicación. Las extensiones en ultramar ayudaron a movilizar enormes recursos, y fomentaron la lenta centralización del poder; uno de sus principales catalizadores fue la guerra.

La perspectiva histórica amplia de Ferrer pone de relieve el carácter cultural de la globalización. Ferrer observa que la "diáspora europea, particularmente hacia el Nuevo Mundo, asentó la globalización sobre relaciones humanas y patrones culturales de tanta o mayor importancia que el comercio o las inversiones" (1999: 382). Con la progresiva dominación europea, se consolidaron patrones de saqueo cultural; Ferrer dice que el "conocimiento acumulado, a lo largo de los siglos, por los sabios y tecnólogos chinos, árabes, persas e indios fue transferido sin regalías ni patentes a los pueblos cristianos de Europa. Esta transferencia fue una de las bases fundacionales del Renacimiento. Desde entonces, la ciencia y la tecnología europeas dejaron de ser tributarias de las otras civilizaciones e iniciaron su despegue autónomo" (1996: 399). Esto motivó un importante avance tecnológico en Europa, que repercutió sobre la manera en que el mundo, incluyendo la misma Europa, percibía el continente: "La evidencia de la superioridad material de Europa sobre otras civilizaciones, dice Ferrer, contribuyó a fortalecer la visión eurocéntrica y la supuesta superioridad del hombre blanco sobre las otras razas" (1999: 384). Page 10

Subrayo el eurocentrismo de la globalización, porque ha ayudado a fomentar el rol protagónico del derecho romano en el derecho moderno. No obstante, sobresale en las observaciones de Ferrer la dimensión cultural de la globalización, más allá de la simple constatación de la presencia europea. En vista de la multiplicidad de sujetos que confluyen en este proceso, el diálogo cultural es polifónico, caracterizado por migraciones, dislocaciones, y múltiples puntos de encuentro. Un claro antecesor del diálogo contemporáneo es la empresa colonial; al respecto, Ania Loomba observa que, en ella, los "flujos de utilidades y personas involucraban asentamientos y plantaciones en las Américas, 'comercio' como en la India, y enormes movimientos globales de población. Tanto los colonizados como los colonos se movían" (1998: 4).

Estas migraciones del pasado, combinadas con las facilidades tecnológicas del presente, han producido un planeta intensamente multicultural. Daniel Bonilla, en su libro La Constitución multicultural, destaca el contexto que ha dado lugar a la importancia de la cultura en las discusiones actuales sobre globalización. Bonilla dice: "Factores tales como las dinámicas y necesidades del capitalismo, las guerras, la pobreza y los gobiernos autoritarios son fuerzas que han desempeñado un importante papel en las olas de migración masiva que han determinado la hibridación cultural y/o la coexistencia de múltiples visiones culturales dentro de un mismo espacio geopolítico. [...] Como consecuencia de estos difundidos procesos, actualmente la mayor parte de los países son culturalmente diversos" (2006a: 19).

Estamos, pues, en un mundo globalizado, que sirve como punto de partida para el ciclo de conferencias que nos reúne. Uno de los rasgos principales de este mundo es la fuerte presencia de la cultura, y más aún, de las culturas. Durante siglos, la voz dominante en el diálogo fue la europea, pero otros han empezado a reclamar mayor reconocimiento. En la novela A Passage to India, escrita en 1924 y ubicada en el momento en que se gestaba el colapso del colonialismo en la India, un personaje principal, una mujer inglesa, se pregunta "¿con qué derecho [sus opiniones] reclamaban tanta importancia en el mundo, y asumían el título de civilización?" (FORSTER 1924: 242).1 La pregunta es sintomática del proceso mediante el cual se dejaría de suponer irreflexivamente la superioridad europea. La tesis sencilla de esta ponencia se ubica en un mundo multicultural, que pretende fortalecer conversaciones entre distintas civilizaciones, y alertarnos sobre pasados jurídicos gloriosos, distintos al del derecho del pueblo romano. Page 11

Antes de continuar, estimo necesario aclarar un corolario de mi tesis en esta ponencia. Estoy criticando el énfasis en derecho romano, sin abogar por el destierro de ese derecho. Dicho de otro modo, me parece que el derecho romano es un producto encomiable del ingenio humano, y merece ser estudiado y discutido, más aún en vista de su influencia en la historia occidental.2 De ningún modo estoy invitando a desecharlo. Reitero, sin embargo, que cuestiono el lugar estelar que aún ocupa en nuestra cultura jurídica, e invito a que lo redimensionemos, llevándolo a compartir un lugar con otras tradiciones en nuestra aproximación al pasado.

2. el brillo del derecho romano
2.1. Los elogios

En un libro publicado a mediados del siglo XX, sobre la Edad Media, dedicaron un capítulo al derecho romano; el texto empieza con los siguientes apasionados elogios: "Entre los tesoros más importantes del pensamiento transmitidos por la Edad Media a los tiempos modernos debe contarse el Derecho de Roma. Regla completa y canon de una sociedad altamente organizada y civilizada, ese Derecho establece un equilibrio satisfactorio entre los derechos y deberes de cada hombre, castigando su violación con sanciones fijas y creando formas de procedimiento que permiten la aplicación de esas sanciones con discernimiento o suavizar su rigor. Ante...

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