La ciudadanía italiana y los descendientes de ciudadanos italianos emigrados en Colombia. La eliminación de una injusticia social - Núm. 13-2, Julio 2011 - Estudios Socio-Jurídicos - Libros y Revistas - VLEX 478170554

La ciudadanía italiana y los descendientes de ciudadanos italianos emigrados en Colombia. La eliminación de una injusticia social

AutorMassimiliano Castellari/Marco Mellone
CargoAbogado de la Universidad de Bologna/PhD en Derecho de la Unión Europea de la Universidad de Strasbourg
Páginas107-139

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Primera parte
1.1. La emigración italiana en suramérica y específicamente en Colombia

La emigración1 italiana fue uno de los grandes fenómenos sociales del siglo xx, y el continente americano ha sido considerado por muchos italianos una verdadera "terra promessa" ("tierra prometida").2 La influencia que ha tenido esta inmigración en la sociedad de países como Argentina,3 Brasil,4 Estados Unidos,5 Canadá6 y Uruguay7 es innegable, como lo demuestra claramente la cantidad de apellidos italianos de nacionales americanos hoy en día. El establecimiento y permanencia de generaciones de ciudadanos italianos en estos países ha sido favorecida además por una razón jurídica, esto es, que la legislación italiana en materia de ciudadanía ha sido históricamente fiel -con raras excepciones- al principio de la transmisión iure sanguinis. Por lo tanto, si bien se harán importantes matizaciones en el presente escrito, los italianos que se mudaron al extranjero dejaron en estos países generaciones de connacionales, a pesar de que en muchos casos sus descendientes no regresaron jamás a su tierra de origen.8

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Es muy difícil estimar el número total de la emigración italiana en los siglos xIx y xx, pero es sin duda enorme,9 con verdaderos éxodos entre el fin del siglo xIx y el inicio del siglo xx, y después de la Segunda Guerra Mundial.10 Se estima que los emigrantes italianos entre 1876 -cuando se hicieron las primeras estadísticas oficiales- y 1988 han sido casi treinta millones, distribuidos entre destinos europeos (Francia, principalmente) y fuera de Europa (casi todas en el continente americano).

El caso de Colombia es particular, ya que los flujos de italianos hacia este país nunca fueron consistentes.11 En cuanto a las razones por las cuales "la emigración italiana a Colombia no tiene comparación cuantitativa con la realizada en otros países del continente",12 es suficiente en este escrito hacer referencia a algunos hechos de particular relevancia. En primer lugar, hay que resaltar el elemento geográfico. Países como Colombia -pero también Perú, Bolivia o Ecuador- han recibido flujos migratorios menores a las principales o "segundas olas". Dicho de otra forma, toda línea recta que se pretenda trazar entre el estrecho de Gibraltar y el continente americano no terminaría directamente en Colombia.13 Sin embargo, los factores relevantes, a nuestro parecer, son principalmente de índole política. Primero que todo, Colombia ha sido históricamente un país cerrado a la inmigración, salvo un breve período en la mitad del siglo xIx.14 No obstante, esta política impactó toda la inmigración en Colombia. En los siglos xIx y xx, dos acontecimientos de gran relevancia perturbaron las relaciones bilaterales entre Colombia

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e Italia. El primero fue el caso Cerruti.15 Una disputa política y económica entre el comerciante (y activo masón) Ernesto Cerruti y el Estado del Cauca desembocó en un caso diplomático sin precedentes, que conllevó al enfren-tamiento del Estado colombiano con la marina militar italiana (¡sic!). La importancia del caso Cerruti en las relaciones bilaterales entre los dos países fue evidente, si se considera que: i) La Divisione Navale dell'America Latina se quedó en aguas chilenas y peruanas por varios años, precisamente para proteger los intereses italianos en el área, deteriorados por la querelle Cerruti;16 ii) las relaciones diplomáticas entre Italia y Colombia se restablecieron solo en el año 1904 (estuvieron interrumpidas seis años);17 iii) las consecuencias de este hecho sobre los ciudadanos italianos establecidos en Colombia no han sido marginales.18 Además, pocos años después, ocurrió otro episodio que deterioró ulteriormente las relaciones bilaterales, el cual fue el homicidio a sangre fría del empresario italiano Angelo Rosazza por parte de un agente

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de la policía panameña (Panamá en ese entonces pertenecía a la jurisdicción colombiana).19 Como si fuera poco, las relaciones diplomáticas entre Colombia e Italia se rompieron nuevamente en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país suramericano (en 1942) entregó todas las empresas y los bienes de propiedad de inmigrantes procedentes de los Países del Eje (Italia, Alemania, Japón) a la administración fiduciaria del Banco de la República.20 Todos estos elementos tuvieron un impacto sobre las decisiones de los emigrantes italianos desde finales del siglo xIx al momento de decidir su país de destino, descartando probablemente a Colombia, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, que, además, como sabemos, son los períodos de éxodos masivos de italianos.

Para los datos específicos sobre la inmigración y la presencia italiana en Colombia, se han confrontado los contenidos en la literatura sobre la materia.21 Señalan aquellos que revisaron los datos oficiales disponibles que "en 1913, residían en Bogotá 119 italianos de un total de 895 extranjeros, es decir, cerca del 10% del total de residentes no colombianos".22 Sin embargo, existe un registro de italianos en Bogotá ya en el año 1846.23 En 1938, los italianos que vivían en Colombia eran aproximadamente 1.400.24 Hasta 1951, año en el cual el censo colombiano discriminó por primera vez los datos de los residentes por país, la población italiana cuenta con un total de 2.524, las dos terceras partes compuestas por hombres.25 Trece años después, en 1964,

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la población italiana crece a 2.893,26 y se mantiene más o menos la misma proporción entre hombres y mujeres.27 Según el Ministerio de Relaciones Exteriores italiano, el número de italianos residentes en Colombia para el año 1977 era de 7.020; 11.500 en 1978; 14.250 en 1979; 20.000 en 1980; y algunos más en 1981.28 En cuanto a las regiones de Colombia con presencia italiana, es sabido que las primeras llegadas de italianos se registraron en la costa colombiana, Barranquilla29 y Cartagena30 principalmente. Solo en un segundo momento los italianos se aventuraron río arriba, hasta formar la gran colonia presente actualmente en la capital, Bogotá.31 Conforme con un estudio de 1985, la distribución territorial de los italianos en el país era la siguiente: 4.500 en Bogotá, 1.074 en Cali, 1.000 en Medellín, 795 en Cartagena, 1.220 en Barranquilla, 57 en Cúcuta y 260 en Santa Marta.32 En 1992, el número estimado de italianos era alrededor de 10.000.33 En el 2006, residían en Colombia 7.027 italianos con capacidad de votar, de acuerdo con el registro electoral de la Embajada de Italia.34 Los datos disponibles en el mes de febrero del 2011 son los siguientes: i) nacidos en Italia y residentes en Colombia: 3.014 (inscritos en la AIRE);35 ii) italocolombianos (nacidos en Colombia) residentes en el país: 13.500; a estos, hay que sumarles los italianos

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nacidos fuera de Italia y residentes en Colombia (500 aproximadamente) y los italocolombianos nacidos en el extranjero y residentes en el país (otros 500 aproximadamente). Estos son los datos oficiales suministrados por el Consulado italiano;36 no obstante, hay que considerar también a los italianos "irregulares", es decir, quienes viven en Colombia a pesar de no ser registrados como residentes, y además todos los descendientes de italianos que nunca se dieron a la tarea de registrar sus documentos ante la Embajada, que son sin lugar a dudas un número considerable. En definitiva, es muy difícil establecer aun hoy el número exacto de los italianos presentes en Colombia; sin embargo, es razonable, a nuestro parecer, pensar que oscilan alrededor de 20.000 o hasta menos.

1.2. El desarrollo histórico del régimen de la ciudadanía italiana

Al principio de su historia,37 el modelo social y familiar del Estado italiano se centraba en la figura del padre-marido, quien gozaba de una preeminencia social que se reflejaba en lo jurídico, en las relaciones entre padre y madre, así como entre marido y mujer, considerando además que tomaba las decisiones más importantes de la vida familiar y para los hijos.

La mujer -en su rol de madre y cónyuge- tenía una posición secundaria tanto en el ámbito familiar como en la comunidad en general. Para dar un ejemplo, solo en el año 1945 las mujeres obtuvieron el derecho a votar, y, el siguiente año, a ser elegidas (electorado activo y pasivo).38 Hasta ese momento, la función de las mujeres en el tejido social italiano era principalmente el mantenimiento de la casa familiar y la educación de los hijos, mas no podían postularse para cargos públicos, ni ejercer alguna función social en la comunidad.39

Además, con la llegada al poder del régimen fascista, los derechos de la mujer se deterioraron aún más y se agudizaron las disparidades sociales: por ejemplo, el Código Penal "Rocco" de 1930 -promulgado durante dicho período- sancionaba penalmente el adulterio femenino, mas no el masculino.

Esta situación de discriminación social y jurídica fue paulatinamente eliminada con la caída del régimen fascista y, sobre todo, con la adopción de la Constitución de la República Italiana, que entró en vigor el Io de enero

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del año 1948. La Norma Suprema italiana afirma que todos los ciudadanos tienen la misma dignidad ante la ley, sin que pueda haber lugar a discriminaciones fundadas sobre el sexo (artículo 3o), garantiza la protección de los derechos fundamentales del hombre sea como persona, sea en las...

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