Dos concursos literarios: Medellín, 2003 - Núm. 1-2004, Julio 2004 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 77137816

Dos concursos literarios: Medellín, 2003

AutorAlvaro Pineda Botero
CargoPh.D. por Suny at Stony Brook, New York
Páginas72-85

Ph.D. por Suny at Stony Brook, New York. Profesor Investigador de la Universidad EAFIT. Ha publicado Del mito a la postmodernidad, ¡a novela colombiana de finales del siglo XX (1990), La fábula y el desastre, novela colombiana 1650 - 1931 (1999) y Juicios de Residencia, novela colombiana 1934 - 1985 (2001).

Este artículo hace parte de la investigación: La novela colombiana a partir de 1990: en busca de un nuevo canon auspiciado por la Universidad EAFIT.

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Introducción

En el año 2003 se llevaron a cabo en Medellín dos concursos literarios, ambos en el género novela, notables por la calidad y variedad de las obras participantes, por los temas de actualidad, por lo que reflejan de las tendencias culturales de la ciudad y del país, y porque las obras ganadoras se constituyen en modelos estéticos para las nuevas generaciones. Dos circunstancias particularmente favorables me permiten acercarme a esta problemática. De un lado, tuve el honor de participar como jurado en ambos concursos. De otro, desde comienzos de 2003 dirijo un proyecto de investigación titulado «La novela colombiana a partir de 1990: en busca de un nuevo canon», auspiciado por la Universidad Eafit. En el presente artículo me propongo efectuar un recuento general de las obras presentadas y un análisis detallado de las ganadoras, las cuales fueron publicadas a finales de 2003.

I VI Concurso de novela y cuento -Cámara de Comercio de Medellín

Se trata en realidad de dos concursos, uno de novela y otro de cuento, cada uno con jurados independientes. En este artículo me refiero sólo al de novela. El jurado estuvo compuesto por Marta Helena Bravo, Juan Luis Mejía y el suscrito. Se presentaron 40 manuscritos, bajo seudónimo. Con base en las jergas, las particularidades geográficas y otros detalles consignados en las obras, podemos afirmar razonablemente que estuvieron representadas muchas regiones de Colombia. Antioquia, sin embargo, mostró una marcada mayoría. Convocado desde el año anterior, el fallo se produjo por unanimidad en abril de 2003. La obra ganadora, Mayte, no bailes, fue presentada bajo el seudónimo de «John Galápago», que correspondió al periodista antioqueño José Ignacio Murillo y fue publicada en octubre1. El jurado también recomendó la publicación de otra obra, Juego de amor encendido, firmada por «Mr. Warwick».

Mayte, no bailes
  1. La obra se inicia con dos epígrafes, uno de J.D. Salinger que dice: «no cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo». El otro es del grupo «Los aterciopelados»: «Empiezo una nueva vida. Un rompecabezas que tendré que armar».

    El primero recomienda no iniciar la narración porque no es posible terminarla adecuadamente. El segundo sugiere que la vida es como un rompecabezas. La novela, que cuenta una vida, se ofrece, pues, como un rompecabezas para armar, un rompecabezas que ya fue armado Page 73 por el autor y que nosotros, los lectores, debemos también armar para encontrarle sentido. Al poner en relación un epígrafe con el otro surge una paradoja: no se debe narrar nada a nadie, porque inevitablemente gran parte de lo que se pretende narrar quedará por fuera de lo narrado -los signos y las estrategias literarias nunca son suficientes. Por lo tanto, el significado final no será igual al significado del mundo del que se parte. La paradoja está en que el narrador no pudo quedarse callado; ya narró lo que nosotros, los lectores, nos disponemos a leer.

  2. La obra está estructurada en tres partes: «La baladista», que narra episodios de la vida de Mayte en los Estados Unidos. «Las doce cuerdas», que centra su interés en Medellín en la década de 1980, y «Sandstone», nombre de una penitenciaría en Estados Unidos a orillas del Mississippi, donde están recluidos algunos de los personajes de la novela.

    Cada una de las partes consta de siete capítulos, con lo cual se logra simetría estructural. En el manuscrito había un texto introductorio que en la edición impresa quedó integrado a la primera parte. En él, Mayte narra en primera persona hechos que cronológicamente pertenecen a un lugar avanzado de la trama. Ella pasa de los treinta años de edad, presiente que pronto va a morir; está en un bar de Nueva York, el «Ojo Caliente»; escucha baladas, dice que es el género musical que más le gusta y que conoce la letra de más de mil quinientas. Manifiesta también su deseo de contar la historia. Afirma que tiene «una memoria salvaje. Ni el litio me la ha domado», alusión que refleja una faceta de su personalidad. Introduce, además, otros personajes: Rodríguez, con quien huyó de Medellín -era su amante- , Frank, su esposo norteamericano, Helena, su hija de pocos años y Mauricio, su hermano menor.

    A partir de ese momento Mayte narra su vida, siempre en primera persona. Es una muchacha rubia de singular belleza, de clase media, que adelantó estudios universitarios y vivió su juventud en Medellín en la década de 1980. En la universidad trabó amistad con Rodríguez, estudiante de sociología que trabajaba para un grupo de narcotraficantes, se movía por la ciudad en su motocicleta, y participaba en actos de protesta social. Cuando la situación de violencia se vuelve insostenible, la pareja huye por México a Estados Unidos. Al pasar la frontera por el desierto la guardia norteamericana los descubre. Mayte ve caer a Rodríguez; creyéndolo muerto lo abandona y escapa.

    Un tiempo después encontramos a Mayte en Milford, casada con el profesor Frank Lomas, un candidato a doctor en Antropología de una pequeña universidad del Mid West. La pareja lleva una vida tranquila, él dedicado a la preparación de su tesis de grado y ella ejerciendo como ama de casa y fiel esposa. En sus ratos libres ella trabaja como comisionista de propiedad raíz, vendiéndole propiedades a colombianos ricos exilados. Participa en las actividades académicas y asiste a plácidas fiestas de fin de semana. Por lo visto, Mayte ha solucionado el asunto de la visa con su matrimonio, ahora habla buen inglés y se ha adaptado plenamente a la nueva cultura. Por una época, mientras su esposo trabaja en la biblioteca o asiste a congresos, ella traba relación con Paul, el hermano de una vecina. Fuman marihuana, él le habla de su yate anclado en una bahía en California y hacen el amor, incidente que no empaña sus relaciones con Frank.

    En el transcurso de sus investigaciones doctorales, Frank se interesa por la cultura Kogi. Entonces la pareja viaja a Colombia. La novela describe con detalle la visita a la Sierra Nevada de Santa Marta y a la Ciudad Perdida, y el paso por Medellín, donde Frank conoce la familia de su esposa. Por aquella época Mayte queda embarazada y luego nace Helena.

    Otras facetas del carácter de Mayte, ya sugeridas en la introducción, son su pasión por la música y su capacidad para contar historias. Como «baladista», conoce no sólo baladas sino todo tipo de piezas de música Page 74 popular, géneros, cantantes, letras de canciones: Elvis Prestly, John Travolta, Tito Rodríguez, Joe Quintana, Pedro Vargas, Nino Bravo, Julio Iglesias, Carlos Vives, Sandro, Frank Sinatra, Luis Miguel y Diomedes; Rock en todas sus variantes, vallenatos y bambucos. Como narradora, en las reuniones sociales de fin de semana, con los compañeros de su esposo, Mayte se convierte en centro de atención. Narra una y otra vez las historias de Pablo Escobar y de los narcos de Medellín, y ella, que tuvo un conocimiento de primera mano de aquellos episodios, lo hace con lujo de detalles, agregando o quitando a su amaño, contribuyendo de esta forma a acrecentar la leyenda.

    Más tarde la familia Lomas fija su residencia en un pueblo de Nueva Inglaterra. Una tarde, estando ausente Frank, Rodríguez irrumpe nuevamente en la vida de Mayte. No sabemos cuantos años han transcurrido desde el día en que ella lo creyó muerto al cruzar la frontera. Ahora es un hombre rico. Vive en Nueva York y se ha dedicado a buscarla. Ella lo repudia; está felizmente casada y no quiere tener tratos con su antiguo amante. Él la amenaza y se la lleva a la fuerza. En Flushing Rodríguez es una figura respetada y querida por la comunidad latina, por su generosidad y espíritu comunitario. Pero Mayte sólo quiere regresar con Frank; lo contacta telefónicamente y éste le ayuda a escapar. A partir de ese momento comienza la etapa final de su vida. El matrimonio ha sufrido y se desmorona; suspende el uso de las pastillas de litio, compra un carro usado -un Ford Bengala- le escribe una carta de despedida a su hija Helena y viaja horas y horas por las autopistas hacia el Gran Cañón del Colorado. Acosada por la depresión y el fracaso se arroja a la corriente de un río, pero es rescatada. Vaga por Kentucky y otros estados. Al final vive cerca de Frank y Helena y frecuenta el bar Ojo Caliente. Estos episodios terminan con la siguiente frase: «Estoy muriendo, lo sé, pero en mis historias de balas y baladas, las que cuento en Ojo Caliente, después de la tanda de Ricky Ortiz y Annette Aguilar, ya nadie alcanza a decir, me muero».

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    (Fotografía en Documento Pdf)

    Hay un segundo hilo narrativo. Ray Rivera es un puertorriqueño de Nueva York que está preso en la cárcel de Sandstone. En el desarrollo de un « programa postal» instaurado por las directivas del penal, le escribe cartas a Mayte, que aparecen intercaladas. Rivera es homosexual y comparte su celda con Mauricio, el hermano menor de Mayte. Mauricio también ha ingresado ilegalmente a Estados Unidos. Se dedicó a la venta callejera de droga en Nueva York y fue apresado. Posteriormente nos enteramos que Rodríguez también ha ido a parar a la misma cárcel y que luego muere allí, en un oscuro incidente. La...

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