La Primera Etapa de la Ilustración Hispano Portuguesa Americana y la forja de la conciencia de la identidad cultural - Identidad cultural e integración. Desde la Ilustración hasta el Romanticismo latinoamericanos - Libros y Revistas - VLEX 454134714

La Primera Etapa de la Ilustración Hispano Portuguesa Americana y la forja de la conciencia de la identidad cultural

AutorMiguel Rojas Gómez
Cargo del AutorDoctor en Ciencias Filosóficas, Profesor e Investigador Titular Huésped del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, México
Páginas93-128
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3.1 En torno a la Ilustración Hispano Portuguesa
Americana
Sobre la llamada Ilu stración «latin oamericana» se ha investigado y escrit o
bastante, no obstante hay algunas imp recisiones. La primera de ellas es lla mar
latinoameric ana a ésta, cu ando América Latina como reali dad histó rica y cul-
tural todavía no existía. La segunda ra dica en tratar a la I lustración Hispano
Portuguesa A mericana como un bl oque, sin di stinción de etapas y subet apas,
cuando hay diferencias reconocida s entre el M ovimiento i lustrado de fines del
siglo XVIII y la primera década del XIX con respecto a la nominada Ilustración
Tardía. Por consiguiente, a diferencia de los enfoques anteriore s, aquí se define
a este movi miento ilus trado como Ilustración Hispano Po rtuguesa America na,
teniéndose en cuenta que el mism o tuvo lugar en las Colonias de la América
Española y la América Por tuguesa. Asimism o, con la convenciona lidad rela ti-
va de t oda clasif icación, se asumir á el cr iterio de la existencia de dos grand es
etapas, sin i gnorar la exi stencia de su betapas al int erior d e cada una de ellas,
tomando c omo desl inde fund amental e ntre una y otr a el c omienzo d e la g esta
emancipadora de las met rópolis ibér icas.
Se coincide con José Carlos Chiaramonte cuando éste subrayó que «la Ilus-
tración ibe roamericana puede ser considerada, así, un ca so especial dentro del
movimiento intelectual del siglo XVIII, comenzando por su parcial anacronismo
con respe cto a la europ ea: Plena mente in mersos su s comienz os en la segund a
mitad de siglo XVIII, extiende su vigencia hasta, por lo menos, la tercera década
del sigui ente»258. Igu almente r esulta i mportante su aclar ación en cuanto a que
«la polém ica acti tud del romanticismo hacia el racionalismo d ieciochesco , en
cuanto atañe a las expresiones ibero americanas de la Ilustració n, fue así anima-
dora en ciertos planos. Y consiguient emente, la Ilustrac ión perduró mucho más
258 Chiaramonte, José Carlos. «Iberoamérica en la segunda mitad del siglo XVIII: la crítica
ilustrada de la realidad», «Prólogo» a Pensamiento de la Ilustración: economía y sociedad
iberoamericanas en el siglo XVIII, (Compilación, prólogo, notas y cronología de José Carlos
Chiaramonte), (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1979), XXII.
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tiempo y con sing ular vigo r, aún en pleno per íodo román tico y positivista» 259.
Esto resulta metodológicam ente esclarecedor para com prender, en parte, la
coincidencia y coexisten cia en el tiem po de la Segun da Etapa de la Ilustración
Hispano Portuguesa Americana con el R omanticismo . La no claridad de este
hecho ha llevado a importantes historiadores de las ideas latinoame ricanas a
ubicar a ilustrados tardíos como José de la Luz y Caballero o Andrés Bello como
románticos, o ecléctico s a lo Cousi n.
Por otra pa rte, en cu anto a las etapas, ex iste otra i mprecisión, la de cons i-
derar que los ilustr ados que antecediero n al comi enzo de la Revolució n por la
Independenci a, y particul armente aque llos plenamen te ubicados en la segunda
mitad de la centuria diec iochesca, repre sentaban –en lo fundam ental– el electi-
vismo reformista260, cuando no sólo existió esta tenden cia, sino aquella otra que
aquí se conce ptúa de electi vismo revolucion ario, incluso llegando a se r crítico
creador en algun os de sus má s preclaros e xponentes. A esta últim a pertenecen
no pocos ilustrados , entre los cuales cabría citar a Juan Pablo Viscardo, Miguel
Hidalgo, Antonio Nariño , Simón Rodríguez , José María España, Man uel Gual,
Francisco Jav ier Eugenio d e Santa Cruz y E spejo, Franc isco de Mirand a, y los
brasileños José Joaquín da Silva Xavier (Tiradentes) y Tomás de Gonzaga, entre
otros. Varios de ellos fueron conspiradores contra el régimen coloni al, llegaron
a sufrir prisión y algunos fue ron fusilados. Aclar ando, pertinentemente, que
algunos de esto s, como Simón Ro dríguez o Antonio Nariño tuvieron mayor
ejecutoria e n la Segund a Etapa.
3.2 El primer programa de autonomía cultural no es
de los años veinte del siglo XIX
También en el campo teórico-metodo lógico se impone elucida r, asimismo,
el problema de la independencia espiritual (intelectual) y cultural de Iberoamé-
rica, y má s esp ecíficament e de Hispanoamérica. Según la difundida tesis del
dominicano P edro Henríqu ez Ureña, «el deseo de la i ndependencia intelectual
se hace explícito por vez primera en la Alocución a la poesía [1823], de Andrés
259 Op. cit., XII.
260 Monal, Isabel. Las ideas en América Latina. Una antología del pensamiento filosófico, político
y social, Primera parte, t. I. (La Habana: Casa de las Américas, 1985), 100-184.
3. La Primera Etapa de la Ilustración Hispano Portuguesa Americana...
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Bello»261. También relacion ando este hecho con la otra silva de Bello, La agri-
cultura en la zona tórrida, 1826, y La victoria de Junín de José Joaquín Olmedo,
sostuvo que con «Bello y Olmedo, el éxito justificó el esfuerzo consciente hacia
la independencia intelectual»262. En el caso del poeta y filósofo venezolano antes
que se consumara la independencia política con la Victoria de Ayacucho de 1824.
No puede haber duda de que con Bello y Olmedo el problema de la indepen-
dencia espiritual de la América Española es un hecho consciente y programático
para la cultura y la estética latinoamericanas, y es de señalarse la aportación de
Henríquez Ureña al destacar tan trascendente manifestación del pensamiento y
la cultura. Ahora, después de los importantes avances de investigación, lo que
sería impreciso y erróneo es seguir sosteniendo, a partir de Henríquez Ureña, que
la independencia intelectual se formuló con los pensadores y poetas señalados.
Con ellos, como proceso, se alcanzó un nuevo grado o nivel en el pronunciamiento
de la independencia intelectual y cultural de esta América, mas no fue el primer
movimiento en pro de la independencia cultural.
Más reciente mente, A ngel Rama en «Autonomía literaria americana »,
1883, ratificará la tesis de Henríquez Ureña al manifestar que Bello fue «el
primero en fijar la pauta de l a autonomía literaria»263. Y antes había e xtendido
este enunc iado a to da la cul tura, así, en el Colombianum de 1965, en Génov a,
sostuvo que «la función histórica de la cultura latinoamericana está en otro lado,
en otra pe rspectiva histórica. Nuestro con tinente –su brayó– ha experimenta do
dos grandes s acudimiento s a lo largo de los dos últ imos siglos, y ellos han
tenido su rep ercusión, co mo es lógico , sobre todas las formas d e la vida soc ial
y, dentro de ellas, sobre la cultura : uno es el movimiento de emancipación de
1810 que abre las puertas a la posibilidad y el afán de una cultura nacional, es el
manifiesto a mericano de Bello –en obv ia referenc ia a Alocución a la poesía ,
pero es, s obre todo, la incorpo ración, com o elementos participa ntes de la vida
cultural, de un número crecien te de h ombres que rompen la rígida, selectiva
estructura virreinal, d estruyen la s formas de un arte co rtesano y s acralizado, y
261 Henríquez Ureña, Pedro. Las corrientes literarias en Hispanoamérica. (La Habana: Edición
Revolucionaria, 1974), 103.
262 Op. cit., 109.
263 Rama, Angel. La crítica de la cultura en América Latina. Selección y prólogos de Saúl Sosnowski
y Tomás Eloy Martínez. (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1985), 68.

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