Los imaginarios sociales sobre el conflicto social y la forma como lo solucionan los pobladores del barrio la Paz en Barranquilla (Colombia) - Núm. 24, Diciembre 2005 - Revista de Derecho de la División de Ciencias Jurídicas - Libros y Revistas - VLEX 51819830

Los imaginarios sociales sobre el conflicto social y la forma como lo solucionan los pobladores del barrio la Paz en Barranquilla (Colombia)

AutorViridiana Molinares Hassan
CargoAbogada
Páginas108-139

Viridiana Molinares Hassan: Abogada, Magíster en Proyectos de Desarrollo Social y profesora de Derecho Constitucional, Universidad del Norte (Colombia) Dirección postal: Universidad del Norte, Km 5 vía a Puerto Colombia, Barranquilla (Colombia) vmolinar@uninorte.edu.co

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1. Introducción

Estanislao Zuleta, psicoanalista colombiano, expresó en su ensayo «Sobre la Guerra» que hablar de una sociedad armónica, entendiendo como armonía la ausencia de conflictos, era plantear una contradicción en los términos. Para él, sociedad armónica no era la que carecía de conflictos sino la que había aprendido a reconocerlos y a emplear medios pacíficos para solucionarlos (Zuleta, 1994). Esta afirmación encuentra asidero en lo planteado por Pedro Valenzuela, otro estudioso del tema en el contexto colombiano, que al referirse al conflicto expresa que podemos entenderlo como parte de nuestra cotidianidad, pues lo experimentamos en el hogar, el trabajo, la universidad, en nuestra relación de pareja; en forma latente o manifiesta, ya que el conflicto está inmerso en el marco de nuestras relaciones sociales (Valenzuela, 1994).

De la misma manera, el profesor José Luis Torres Laborde (1999) en su ensayo «Un enfoque alternativo a la Teoría del Conflicto» afirma que el conflicto es un fenómeno considerado por muchos como el origen de buena parte de los problemas que se presentan en las relaciones interpersonales, en las organizaciones, en la familia y en otros ambientes tanto lúdicos o de entretención como de trabajo; para la mayoría, el conflicto es considerado como disfuncional y es preciso evitarlo, pues es generador de problemas y confrontaciones. Sin embargo, existen otras posiciones según las cuales el conflicto es visto no sólo como válido sino incluso como necesario.

En todas las anteriores aproximaciones conceptuales al conflicto se encuentran como puntos comunes la inevitabilidad y necesidad del conflicto; esto por cuanto frente a los conflictos surgen nuevos escenarios que provocan cambios y descubren potencialidades individuales y colectivas que antes no se habían hecho evidentes y que generan crecimiento dentro de la dinámica social. Si las asumimos como válidas, debemos volcar nuestra mirada a diagnosticar el conflicto para poder entrar a resolverlos de manera civilizada; sin embargo, hay que tener en cuenta que los conflictos no se presentan en una sola etapa, sino que abarcan tres fases: la primera es su invisibilidad, que está dada en el imaginario social que la población tiene sobre el mismo, asimilando imaginario como el mito que las personas construyen a partir de la imaginación y las representaciones simbólicas (Vedrine, 1990); una segunda fase que es el conflicto latente, donde el conflicto se ha materializado pero no Page 109 ha generado consecuencias, y una tercera etapa que es la manifestación del conflicto; por lo general, en una sociedad como la nuestra se hace de manera violenta.

En la sociedad hay tantos conflictos como individuos y grupos, sin embargo para diagnosticarlos es necesario caracterizarlos como conflictos intrapersonales, laborales, políticos, sociales, étnicos, culturales; el que interesa a esta investigación es el conflicto social, entendido como la confrontación de realidades dentro de colectividades, derivadas de la interacción cotidiana.

Con fundamento en estos preceptos se planteó esta investigación, por la necesidad de describir el conflicto social desde la primera fase, es decir, la imaginación que la población tiene sobre el mismo; ya que la manifestación del conflicto en el contexto colombiano ha querido controlarse a partir de normas constitucionales y disposiciones legales que no han logrado hacer una lectura exacta que provoque que la realidad normativa esté de la mano de la realidad social, sino que, por el contrario, las mimas normas se erigen como impedimentos para la resolución de los conflictos comunitarios, precisamente por estar alejadas de los imaginarios sobre los mismos.

Para ilustrar esta afirmación basta remitirse al artículo 116 constitucional, que estableció la posibilidad de que los particulares fueran investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en condición de conciliadores y árbitros; como consecuencia de la consagración de esta norma, en el 2001 se expidió en Colombia la Ley 640, sobre «Mecanismos Alternos de Solución de Conflictos», bajo el espíritu de que la conciliación y el arbitraje fueran formas de solución a través de las cuales se provoca un acercamiento de las partes en conflicto en la búsqueda de una solución conjunta, antes que la imposición de una pena por un tercero (juez) cuya función es declarar probados unos hechos, señalar un culpable e imponer una sanción; conductas que no siempre llevan a la efectiva solución del conflicto.

Otra de las figuras que introdujo la Constitución de 1991 es la Justicia Especial de Paz, según la cual particulares elegidos popularmente adquieren la categoría de jueces de Paz, y tienen competencia para resolver conflictos en equidad; esta figura pretende además resaltar a los líderes comunitarios o a las personas que en la comunidad se destaquen Page 110 por sus facultades conciliadoras, ya que no tienen el prerrequisito de ser abogados.

Lo anterior significa que a nivel legislativo se están haciendo esfuerzos para que se descongestione la justicia, se resuelvan los conflictos entre las mismas partes que lo generan, en el marco de una justicia comunitaria basada en la equidad.

No obstante, se considera que para la efectividad de estas disposiciones no sólo es indispensable que la población tenga conocimiento de estas nuevas figuras de resolución de conflictos; porque a pesar de la consagración constitucional y legal, los conflictos no se están resolviendo a través de estas vías, sino que se hace necesario describir el imaginario que la población tiene de los conflictos sociales, pues sólo a partir de este conocimiento es posible la aplicación efectiva de las diferentes normas relacionadas con la solución; inclusive, la descripción del imaginario sobre conflicto social puede conllevar a la modificación de esas normas y a la proyección de planes de desarrollo comunitario basados en la resolución de conflictos de acuerdo a los imaginarios.

Precisamente para conciliar el contenido normativo con la realidad social se desarrolló esta investigación. Se eligió el barrio La Paz, en Barranquilla, por dos aspectos: en primer lugar, porque es la ubicación de una de las dos únicas Casas de Justicia que existen en la ciudad, en la cual se encuentra una inspección de policía, un centro de conciliación, una comisaría de familia y la alcaldía local; aunque hay que aclarar que la investigación no pretendió estudiar el impacto de la Casa de Justicia en el barrio, sino aprovechar que desde hace cuatro años se ha venido desarrollando un proceso de formación sobre la asimilación del conflicto en esta comunidad; y en segundo lugar, por la posibilidad de acceder con facilidad al espacio de la Casa de Justicia, debido a que profesionales y estudiantes del Consultorio Jurídico de la Universidad del Norte prestan sus servicios como conciliadores del centro de conciliación de la Casa.

Se debe aclarar que esta investigación se aplicó como modelo para replicarlo en otros varios de la ciudad y hacer un diagnóstico general que permita describir imaginarios sobre el conflicto y la forma como los solucionan los pobladores por sectores, y a la vez hacer una lectura general de la ciudad, para realizar proyecciones certeras sobre planes para solucionar conflictos sociales.

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De acuerdo con Castoriadis (1993), el imaginario social revela el origen ontológico en lo histórico, hasta llegar a convertirse en una especie de institución, en el cual los individuos y las cosas mantienen siempre una identidad como resultado de un conjunto de significaciones imaginarias. La forma como se organizan los imaginarios sociales siempre tienen un punto de partida: la imaginación.

Según el mismo autor, la imaginación cuenta con una fuerza poderosísima, creadora de lo real y de lo socio-histórico que contribuye a la construcción, mantenimiento y cambio del orden de la sociedad, fuerza que nos interesa porque establece límites entre lo imaginario como mitológico y representativo y la cultura como lo visible y real; pero nos remite a la pregunta ¿qué determina qué? ¿Lo invisible a lo visible o lo visible a lo invisible?

Para efectos de responder esta pregunta en la investigación, tomamos lo imaginario como la primera fase en la construcción de lo real, y sustentamos esta hipótesis con lo expuesto por Juan Luis Pinto (1994), quien al referirse al tema señala que los imaginarios hacen visible la invisibilidad social, y cumplen una función primaria que se podría definir como la elaboración y distribución generalizada de instrumentos de percepción de la realidad social construida como realmente existente.

Esta forma de asimilar la realidad a partir de los imaginarios se ha venido desarrollando desde la sociología, ya que aquello a que asistimos en la vida humana es a la creación social de la realidad, la cual se efectúa fundamentalmente a través del lenguaje. La...

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