El intervencionismo: principio regulador de las relaciones internacionales - La soberanía transformada - Libros y Revistas - VLEX 400743234

El intervencionismo: principio regulador de las relaciones internacionales

Páginas95-120
Capítulo 4
EL INTERVENCIONISMO: PRINCIPIO REGULADOR
DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
1. ¿HACIA UN NUEVO ORDEN INTERNACIONAL?
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el sistema de las Naciones Unidas y
el cuerpo de organismos multilaterales que se desarrollan con celeridad en el contexto
de la guerra fría dieron lugar a una nueva esfera del derecho: no el derecho interna-
cional visto a la manera clásica como derecho de guerra y tratados de comercio, sino
a un derecho de naturaleza regulatoria y coercitiva, con base en ciertos elementos de
legitimidad y consenso (C. Sepúlveda, 1997).
En este capítulo por lo tanto me propongo confrontar las más significativas líneas
de explicación de la cuestión internacional y ofrecer una interpretación que describa,
en el marco de una tendencia global de largo plazo, la subordinación específica de la
Soberanía nacional-estatal a instancias de decisión supraestatales, precisando la con-
troversia acerca de los vitales o pretendidos rasgos centrales del llamado “nuevo
orden internacional”.
Éste sin duda alguno, no posee un sentido unívoco. En este sentido, hablar de
“Orden” internacional para referirse a un esquema protolegal e institucional que rige
las relaciones entre los Estados nacionales es, ante todo, una petición de principio. En
gran medida porque con frecuencia se pretende asumir, sin mayor rigurosidad teórica,
dicha conceptualización como una cuestión programática de naturaleza prescriptiva,
antes que discutir en concreto las relaciones reales, pragmáticas y descriptivas que
caracterizan hoy las relaciones internacionales.
La experiencia de eclosión de conflictos internacionales e internos después del
desplome de la Unión Soviética ha conformado un nuevo escenario en las relaciones
internacionales. En tal sentido cabe afirmar que nos encontremos en la actualidad en
un período transicional hacia un nuevo tipo de relaciones inter y transnacionales. El
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principal punto de quiebra fue la disolución del antiguo imperio soviético, la dispersión
de los países sometidos a su égida política económica y militar en el llamado Pacto de
Varsovia y en el intento soviético de contraponer una unificación económica centrali-
zada desde Moscú, al fructífero proyecto de unificación europea, desde tempranas
épocas, como los años 50s del siglo pasado. Un elemento adicional de enorme impor-
tancia en la reconfiguración del tramado de relaciones internacionales lo constituyó la
unificación de Alemania, a partir del desplome pacífico del control comunista sobre la
Alemania Oriental38.
Al disolverse la Unión Soviética, presentarse profundas transformaciones en la
ideología expansionista y exportadora de las doctrinas maoístas en la China Comunis-
ta, y este país tender a mirar más hacia dentro, el nuevo panorama internacional se
vislumbra como un conjunto de espacios fragmentados. En tal dirección el ejemplo
más agudo y aún palpitante lo configura la fragmentación de la antigua Yugoslavia.
También puede mencionarse en esta dirección el conflicto bélico que hace algunos
años enfrentó en las selvas amazónicas a nuestros vecinos Ecuador y Perú.
De estos episodios hacen parte las terribles guerras tribales que a lo largo de la
pasada década han asolado el África Ecuatorial. Puede entreverse en tal dirección el
episodio fallido de la intervención “humanitaria” de los Estados Unidos y las Naciones
Unidas en el conflicto del cuerno africano, en Eritrea – Somalia. Y, finalmente tam-
bién hacen parte de esta misma lógica los procesos de fragmentación violenta del
antiguo imperio ruso en la región de Chechenia, y los conflictos similares vividos en los
países de la antigua Unión Soviética asiática, mayoritariamente musulmanes.
En realidad, en el período anterior se dio una mayor capacidad de disuasión,
evitamiento y/o negociación de los conflictos bélicos de naturaleza regional, en el
entendido de que bajo los dos bloques hegemónicos, sustentados por la lucha entre las
superpotencias, existían unas ciertas reglas del juego, particularmente referidas al
fenómeno anteriormente citado del reparto territorial de áreas de influencia, que
actuaban a la manera de lógicas de contención.
Por ello, podemos reiterar que la expresión “nuevo orden internacional” resulta en
gran medida equívoca. De una situación de relativa estabilidad, con base en el anterior
equilibrio entre las superpotencias se ha pasado a una situación de enorme inestabili-
dad lo que ha implicado que la única superpotencia se involucre, con resultados
disímiles, en conflictos regionales mediante la implantación de una nueva doctrina
38 Ello en la medida en que la unificación alemana, pese a los enormes costos económicos y sociales allí
involucrados, en una perspectiva de largo plazo ha significado el reforzamiento del poderío alemán, en
tanto se le posibilita ahora de mejor manera un claro liderazgo sobre el proceso de unificación europea.
Este fenómeno de unificación que probablemente tienda en las próximas décadas a alcanzar esferas de
integración efectivamente política y de disolución de buena parte de las Soberanías territoriales
actualmente existentes, constituye la entrada en escena de la Europa Occidental como un protagonista
de primer orden en la arena internacional al lado de los Estados Unidos, la China Continental, y aún,
aunque en una perspectiva recesiva, la Rusia postcomunista.

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