De las víctimas invisibles a las víctimas dignificadas: los retos del enfoque diferencial para la población LGBTI en la Ley de Víctimas - Núm. 31, Diciembre 2013 - Revista de Derecho Público - Libros y Revistas - VLEX 514189914

De las víctimas invisibles a las víctimas dignificadas: los retos del enfoque diferencial para la población LGBTI en la Ley de Víctimas

AutorMauricio Albarracín Caballero - Juan Carlos Rincón
CargoAbogado (Universidad Industrial de Santander). Maestría en Derecho (Universidad de los Andes) y maestría en International Legal Studies (American University). Abogado y consultor en derechos de la población lgbti - Abogado (Universidad de los Andes) con estudios en periodismo
Páginas2-31

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Introducción

En el informe “Basta Ya”, del Centro Nacional de Memoria Histórica, se hizo un breve análisis sobre la violencia contra lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales (en adelante LGBTI4) el cual se tituló Degradados, ridiculizados y silenciados. El Grupo de Memoria Histórica no realizó ningún estudio sobre esta población, pero mencionó brevemente el caso de los vejámenes públicos contra la población lgbti en San Onofre (Sucre), por parte del coman-dante paramilitar alias “Cadena”. El balance general del Grupo de Memoria Histórica parece resumirse en esta afirmación: “en la mayoría de las regiones [el Grupo] se encontró con un profundo silencio sobre lo acontecido con esta población durante el conflicto armado”. El mismo informe confirma que esta afirmación evidencia la invisibilidad de esta violencia, la cual ha sido denunciada por las organizaciones lgbti del país, en particular Colombia Diversa. El caso de San Onofre y otro testimonio citado le sirven al Grupo de Memoria Histórica para formular una hipótesis: los actores armados realizaban actos de violencia contra la población lgbti, en algunas ocasiones con gran publicidad, para establecer órdenes sociales autoritarios. El informe también señala que “[e]n esa cultura machista y patriarcal se inscriben formas conservadoras de concebir la sexualidad que llevan a los actores armados a desterrar, perseguir y humillar a poblaciones con opciones sexuales que estos consideran transgresoras”.5

La violencia institucional o social participa en la constitución de la orientación sexual e identidad de género. Esta violencia tuvo dimensiones estructurales con la penalización de la sodomía bajo el régimen inquisitorial y posteriormente de la homosexualidad en tiempos republicanos. Incluso Marcel Proust llegó a decir que “los homosexuales son una raza maldita, perseguida como Israel. Y finalmente, como Israel, bajo el oprobio de un odio inmerecido por parte de las masas, adquirieron características de masa, la fisonomía de una nación (…) son en cada país una colonia extranjera”.6En el mismo sentido, el sociólogo Didier Eribon ha hecho énfasis en el papel de la injuria como acto constitutivo de la identidad homosexual:

En el principio hay la injuria. La que cualquier gay puede oír en un momento u otro de su vida, y que es el signo de su vulnerabilidad psicológica y social. La injuria no es solamente una palabra que describe. No se conforma con anunciarme lo que soy. Si alguien me tacha de

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“sucio marica” o incluso lisa y llanamente de marica, no trata de comunicarme una información sobre mí mismo. El que lanza el ultraje me hace saber que tiene el poder sobre mí, que estoy a su merced... La injuria es un acto de lenguaje –o una serie repetida de actos– por el cual se asigna a su destinatario un lugar en el mundo. La injuria produce efectos profundos en la conciencia de un individuo porque le dice: “te asimilo a”, “te reduzco a”.7Siguiendo con esta línea de razonamiento, Pierre Bourdieu evidenció cómo la forma de dominación o violencia simbólica ejercida contra las personas lgbti es realizada mediante actos colectivos de categorización que diferencian los sujetos y los marcan negativamente. No en vano, nos recuerda Bourdieu, categoría proviene del griego Kategoría que significa acusación pública. Los actos de categorización están formados por actos de rechazo puro, ironía, injuria, de escarnio público; además de actos del lenguaje hay actos de eliminación física como los crímenes de odio, robos, homicidios, violaciones de derechos humanos motivados por la orientación sexual, y los actos de exclusión de los espacios sociales.8Estos actos de categorización instauran la opresión, entendida como invisibilización, que se manifiesta en la existencia legítima y pública de la homosexualidad. Además, la invisibilización tiene su correlativa exigencia en los sujetos dominados: la discreción, el disimulo y, en general, desaparecer de la vida social. La invisibilidad es la forma de violencia simbólica contra la población lgbti, entendida como una “violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o más exactamente del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.9Esta invisibilidad está acompañada por la vergüenza, que es el mecanismo por el cual se perpetúa la discreción. Como afirma Camila Esguerra: “La vergüenza, causarla o sentirla, es (…) una forma de eliminación simbólica”.10La violencia tiene una dimensión expresiva que constituye las identidades de las personas lgbti y produce y reproduce el silencio, la invisibilidad y la vergüenza. Esta represión también genera agencias y movimientos que reaccionan a la injusticia, a través de la visibilidad y el orgullo. De esta manera, una identidad menospreciada se reconstituye en una identidad dignificada.

En esta tensión entre identidades menospreciadas y dignificadas se ubica el debate sobre la violencia contra las personas lgbti en el conflicto armado. La invisibilidad y el silencio en torno a la violencia contra las personas lgbti en el conflicto armado es la continuación de este orden social autoritario: una violencia nefanda, como lo fue en la edad media el pecado que no osaba decir su nombre. Esta violencia tiene un rol constitu-

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tivo en las identidades de las personas lgbti de las regiones donde ocurre, así como de las personas heterosexuales. La violencia es producida para establecer un orden social, por ello tiene el efecto de eliminar al marginal y disciplinar a la sociedad. Por tanto, la violencia de actores armados contra la población lgbti es un acto performativo que trata de refundar un orden social, moral y político, es decir, un nuevo nomos.

A pesar del ocultamiento de la violencia, las organizaciones lgbti han iniciado un esfuerzo colectivo en la última década por hacer visible esta violencia a través de la denuncia y la documentación. El movimiento lgbti replicó las estrategias de los grupos de derechos humanos con el fin de dignificar a sus muertos y producir un cambio institucional que impactara en la prevención, investigación y sanción de estos hechos. De esta manera, aparece la emergencia del discurso acerca de la violencia contra la población lgbti. El movimiento lgbti también intenta refundar un orden social, moral y político. Tal y como lo ha mostrado Julieta Lemaitre, se trata de dos proyectos políticos en disputa: el nomos de la violencia y el nomos de los derechos.11En este contexto de confrontación de proyectos políticos aparece la Ley 1448 de 2011,12conocida popularmente como Ley de Víctimas. En esta Ley se introducen tres normas que hacen visibles a las víctimas lgbti del conflicto armado:
(i) el reconocimiento de las parejas del mismo sexo como víctimas (artículo 3); (ii) la mención expresa de la orientación sexual dentro del principio de igualdad (artículo 6); y (iii) el establecimiento de la orientación sexual como parte del enfoque diferencial (artículo 13). En esta ley se produce la emergencia del enfoque diferencial sobre orientación sexual.

Este artículo analiza los procesos políticos del discurso acerca de la violencia contra la población lgbti y la emergencia del enfoque diferencial para esta población en la Ley de Víctimas. En cada uno de estos procesos se evidenciará su creación y los retos que plantea. Se argumentará que estos dos procesos políticos, el de generación de información y el de la creación legal del enfoque diferencial, intentan fundar un orden social distinto al producido por los actores armados contra la población lgbti. No obstante lo anterior, estos procesos políticos interactúan y presentan retos importantes para la vigencia plena de los derechos. La principal paradoja es que la violencia contra la población lgbti ha aumentado en los últimos años coincidiendo con la vigencia de la Ley 1448 de 2011, como se expondrá más adelante.

I Emergencia del discurso acerca de la violencia contra la población LGBTI

En esta sección se analiza la emergencia del proceso político de documentación de la violencia contra la población lgbti, realizado por las

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organizaciones de este movimiento social en los últimos diez años. Organizaciones como Colombia Diversa, Caribe Afirmativo, la Fundación Santamaría de Cali, entre otras, han iniciado un proceso de denuncia y documentación que tiene un objetivo común: mostrar la violencia que ha sido silenciada por las condiciones socioculturales en las cuales se produjo. A continuación se mostrarán los obstáculos que tiene la investigación de la violencia contra la población lgbti en el marco del conflicto armado, y seguidamente el proceso de reporte que viene haciendo Colombia Diversa, organización pionera en este campo, de forma sistemática, desde el año 2004.

A Obstáculos para la investigación de la violencia en el marco del conflicto armado contra la población LGBT

En el contexto13 internacional se han documentado situaciones de conflicto armado o regímenes autoritarios en los cuales se ha ejercido violencia contra la...

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