¿Por qué la lucha anticolonial no fue un movimiento de derechos humanos? - La última utopía. Los derechos humanos en la historia - Libros y Revistas - VLEX 648995513

¿Por qué la lucha anticolonial no fue un movimiento de derechos humanos?

AutorSamuel Moyn
Páginas101-140
¿Por qué la lucha anticolonial
no fue un movimiento
de derechos humanos?
En mayo de 1945, el anticolonialista vietnamita Ho Chi Minh buscó algu-
nos de los principales fundamentos para su causa en la historia estadouni-
dense. En conversaciones con uno de los manipuladores encubiertos de la
American Office of Strategic Services, antes de que se disipara un interés
común en derrotar el imperialismo japonés, Ho “seguía preguntando […]
si podía recordar el lenguaje de nuestra Declaración [de Independencia].
Yo era un estadounidense común y corriente, y por supuesto que no podía
[…]. Entre más lo discutíamos, era evidente que él sabía mucho más que
yo al respecto”1. El 2 de septiembre de 1945, a escasas semanas de que los
japoneses fueran llevados a la rendición, y antes de la amarga reimposición
del régimen colonial francés con cooperación británica y aquiescencia de
los Estados Unidos, Ho promovió lo que ahora es la premisa más famosa
de la Declaración de 1776, sacándola de su posición originalmente acce-
soria para colocarla al principio de su propia Declaración Vietnamita de
Independencia: “todos los hombres son creados iguales; son dotados por
1 Citado en Dixee R. Bartholomew-Feis, The OSS and Ho Chi Minh: Unexpected Allies in the War
against Japan (Lawrence: University of Kansas Press, 2006), 243.
Última utopía_03.indd 101 17/12/2015 17:03:01
102
LA ÚLTIMA UTOPÍA
su Creador de ciertos derechos inalienables; entre estos están la vida, la
libertad y la búsqueda de la felicidad”2.
Este encuentro captura, en miniatura, la conexión histórica esencial
entre el anticolonialismo y los derechos —pero solamente si es entendido
correctamente—. Como quiera que sea interpretada con el paso del tiempo,
la Declaración estadounidense no era realmente sobre derechos; por encima
de todo, se trataba de anunciar el surgimiento de la soberanía poscolonial al
resto de las naciones del mundo. Si apelaba al derecho internacional, estos
llamados eran para el reconocimiento de los Estados y no para la protección
de los individuos. Como casi todos los demás anticolonialistas, Ho puso
primero que todo la liberación popular como un objetivo directo e inme-
diato y no los derechos humanos individuales. Luego de citar “el enunciado
inmortal” de la declaración, inmediatamente prosiguió diciendo: “En un
sentido más amplio, esto ahora significa: todos los pueblos tienen derecho a
vivir felices y libres”. No pudo haber sido más claro: la utopía que aún tenía
mayor significado era la liberación poscolonial colectiva del imperio y no
los derechos individuales canonizados en el derecho internacional3.
El hecho más sorprendente es que los anticolonialistas de posguerra
raramente invocaron la idea de “derechos humanos” y no apelaron parti-
cularmente a la Declaración Universal de 1948, a pesar de que la descoloni-
zación estaba explotando precisamente en el momento de su aprobación y
unos años más tarde. Aparentemente conscientes de que los derechos del
hombre y del Estado nación habían sido inseparables desde hacía mucho
tiempo, los anticolonialistas de la segunda posguerra mostraron mucho
más interés en esa conexión reformulada por V. I. Lenin y Woodrow Wilson
en el siglo XX bajo el término de “la autodeterminación de los pueblos”.
Siendo un hombre joven en París, Ho había buscado audazmente reunirse
con Wilson durante la Conferencia de Versalles para preguntarle por qué
su gran principio no se aplicaba al pueblo vietnamita. El momento para
su realización, sin embargo, aguardaba a que la Segunda Guerra Mundial
terminara, precisamente en aquella época que sería tentador considerar
como una “revolución de los derechos humanos”. Poderosamente reani-
mada y específicamente declarada en la Carta del Atlántico, la promesa
de la autodeterminación resonó alrededor del mundo, lo cual no ocurrió
2 Ho Chi Minh, “Declaration of Independence of the Democratic Republic of Viet-Nam”, en
On Revolution: Selected Writings 1920-66, ed. Bernard B. Fall (New York: Praeger, 1967), 143.
3 On revolutions, énfasis añadido. De acuerdo con Jack Rakove, ya “al escribir el preámbulo de la
Declaración, Jefferson no estaba buscando ni dar un golpe por la igualdad de los individuos,
ni borrar las incontables diferencias sociales que el derecho algunas veces creaba y frecuente-
mente sostenía. La principal forma de igualdad que el preámbulo afirma es la igualdad entre los
pueblos, definidos como comunidades de autogobierno”, en The Future of Liberal Democracy:
Thomas Jefferson and the Contemporary World, ed. Robert Fatton, Jr. y R. K. Ramazani (New York:
Palgrave Macmillan, 2004), 51.
Última utopía_03.indd 102 17/12/2015 17:03:01
103
SAMUEL MOYN
con ningún concepto sobreviniente de los derechos internacionales. La
Carta inspiró a los anticolonialistas, pero no puede decirse lo mismo de
las sucesivas promesas sobre “los derechos humanos”: este término sola-
mente iniciaría su carrera cuando los Aliados retrocedieron de su promesa
de autodeterminación.
Nada cambió luego de la guerra como para que el anticolonialismo
se plegara de manera más decidida a los derechos humanos en general o a
su elaboración dentro de las Naciones Unidas. Cuando la descolonización
desembocó en la creación de una cantidad de nuevos Estados que le podían
importar a la ONU, el término “derechos humanos” vino a ser incorporado
en el principio maestro de la autodeterminación colectiva. Si el anticolo-
nialismo generalmente despreciaba a los derechos humanos, podría decirse
que ello fue gracias al movimiento de los derechos del hombre y a su antigua
lealtad al Estado repetida a lo largo de la historia moderna. Además, en la
medida en que el anticolonialismo fijaba su mirada más allá del Estado,
el movimiento se hizo en nombre de internacionalismos alternativos, en
un espíritu muy diferente al de los derechos humanos contemporáneos.
Esos internacionalismos incorporaban la liberación nacional subalterna
y no se enfocaban en las libertades clásicas, y ni siquiera en los “derechos
sociales”, sino en el desarrollo económico colectivo. Pero tampoco es el caso
que el anticolonialismo traicionara o “capturara” a los derechos humanos
destruyendo su promesa original. Dada la incertidumbre en su significado
y el poder marginal en la idea de los derechos humanos en la década del
cuarenta, es mejor entender la futura fuerza del anticolonialismo en la
ONU como algo muy particular a este movimiento —una particularidad
que el ascenso de los derechos humanos en su sentido más contemporáneo
tendría que desplazar—.
Cuando pensamos en los contornos más amplios de la historia de
los derechos humanos, la razón más general para preocuparse sobre el
intermedio anticolonialista luego de la Segunda Guerra Mundial es que
esto nos obliga a tener una nueva perspectiva sobre la relación entre el
universalismo occidental y las luchas globales. Es tentador resaltar cómo
los grupos subalternos fuera de los Estados Unidos podían tener una
preocupación por convertir una retórica hipócrita en una realidad global.
Este argumento de una “realización desde abajo” muestra un punto fun-
damental sobre la forma como las promesas pueden moverse del papel a
la realidad política. No obstante, no existe tal cosa como una necesaria
“lógica de los derechos” que se seguiría como una especie de reacción
en cadena más allá de las intenciones de sus fundadores occidentales
cuando diferentes grupos alrededor del mundo intentaron hacer que el
Última utopía_03.indd 103 17/12/2015 17:03:01

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR