Mario Hernández - Segunda Parte - Tratados de libre comercio - Libros y Revistas - VLEX 648934889

Mario Hernández

AutorEdgar Van den Berghe R.
Cargo del AutorEconomista Industrial de la Universidad de Los Andes
Páginas133-147
Mario Hernández
Mario Hernández nació en 1941 en Capitanejo, ciudad situada en el sur orien-
te del departamento de Santander, en la provincia de García Rovira, región
típicamente agrícola con extensos cultivos de caña de azúcar y de tabaco, la
cual aporta más del 80% de la producción nacional de tabaco.
Su padre fue un campesino, al que le gustaba la política, habiendo llegado a
desempeñar algunos cargos en el municipio; su madre, también oriunda de la
nace￉j#bqa#lkn#iq_dko#]ᅦko#h]#pahacn]op]#`a#@]lep]jafk/#
Una noche del mes de octubre de 1947, debieron salir de su hacienda, aban-
donándolo todo, perseguidos por la violencia política bipartidista que en el
decenio de los años 40 comenzó en el país y que dio origen a los actuales
grupos guerrilleros, ya no de partidos políticos sino de intereses económicos.
Cuando sus progenitores se casaron, su padre tenía 60 años y su madre 23;
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cilmente conseguía trabajo en el pueblo; Mario, por ser el hermano mayor, se
encargó, con su anciano padre y su madre, de llevar el sustento a los otros 3
hermanos, sorteando una gran cantidad de vicisitudes económicas; pero Mario
estaba acostumbrado a enfrentarlas y solucionarlas; así, los viernes y sábados
su madre hacía tamales y él se encargaba de venderlos entre sus amistades, en
los restaurantes del pueblo y algunas veces instalando en la plaza los domin-
gos, días semanal del mercado en Capitanejo, encima de una caja de cartón
su puesto de venta.
Todo lo anterior su madre lo veía con estoicismo, Mario la alentaba di-
ciéndole, «no hay mal que por bien no venga, yo voy a estudiar, a trabajar,
allá cogeré experiencia y aprovechándola, seré un gran empresario, quiero
ser el mejor en el área que escoja, no sé en cual, pero seré el mejor y seré
conocido internacionalmente, pero lo que no quiero es ser un sembrador
de tabaco [producto por el que era reconocida nacionalmente la región de
Capitanejo]; si me quedo en el campo allá me quedaré toda la vida; además,
en cualquier momento vuelven los del otro partido político y debemos dejar
todo abandonado como ya nos sucedió una vez».
Decidieron trasladarse todos a Bogotá, la madre y el padre con los cuatro
hijos, como dice Mario, «sin cinco centavos, con una mano adelante y otra
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