Las organizaciones geoculturales latinas en la mundialización: entre convergencia y concurrencia. - Vol. 26 Núm. 2, Julio 2014 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 557921762

Las organizaciones geoculturales latinas en la mundialización: entre convergencia y concurrencia.

AutorDurez, Aymeric
CargoDossier tem
Páginas125(28)

Geocultural Organizations in Globalization: Between Convergence and Divergence

As organizações geo-culturais latinas na mundialização: Entre convergência e concorrência

Introducción

Si bien la lengua es una herramienta de definición de identidad para los individuos y los pueblos, ella desempeña también un papel preponderante en la formación de los procesos de legitimización de los Estados. Dentro de las fronteras, la lengua es una herramienta unificadora, a la vez que puede constituir un instrumento de poder en las relaciones exteriores (Chauprade, 2007). Desde el siglo xix, el inglés se impuso como la lengua predominante a escala mundial. En primer lugar, mediante la potencia imperial inglesa, y después por el acceso de los Estados Unidos al rango de primera potencia mundial. Para este último país, el inglés es un mecanismo de dominación política, económica y, sobre todo, cultural, pues constituye el medio de transmisión del modo de vida estadounidense.

Ante la dominación del inglés, numerosos Estados han reaccionado legislando para defender su lengua en el interior de sus fronteras y han adoptado políticas de promoción lingüística en el extranjero. Los institutos Confucio, Dante, Cervantes, Pouchkine y la Alianza Francesa están inscritos dentro de esta estrategia. No obstante, en la "guerra de las lenguas", que se juega a escala mundial, ciertos países también han escogido reagruparse al seno de organizaciones geoculturales fundadas desde el compartir un idioma común (Calvet, 2005). Mientras que es más común que los Estados se asocien bajo un fundamento geográfico a partir de la ecuación: proximidad geográfica = prioridad política, la institucionalización de comunidades lingüísticas ofrece un nuevo modelo de organizaciones intergubernamentales (Charillon, 2013).

A la fecha, las organizaciones mejor estructuradas se encuentran en el seno de los espacios hispanoparlantes, francófonos y lusófonos. (1) Estas organizaciones geolingüísticas nacieron de la voluntad compartida entre las antiguas potencias coloniales españolas, francesas y portuguesas y los nuevos países independientes; así como de conservar una relación especial organizando una cooperación institucionalizada, donde se aplica el principio de igualdad entre sus miembros. Mientras que la mayor parte de países que han obtenido la soberanía internacional han tomado conciencia del interés de adoptar la lengua de la antigua potencia colonial como la lengua oficial, este patrimonio común justifica el mantenimiento de una acción conjunta y la defensa de intereses comunes en la escena internacional.

Durante largo tiempo, el paso de la existencia de intereses comunes a la construcción efectiva de proyectos orgánicos fue complicado para la primacía de las uniones ideológicas dentro del contexto de la Guerra Fría y bajo el espectro del neocolonialismo. Sobre este último punto, la emergencia de una o varias potencias concurrentes de la antigua potencia colonial parece haber favorecido la institucionalización de los vínculos geoculturales. En razón de la existencia de los diferentes "Estados piloto", la francofonía, la lusofonía y la hispanofonía se diferencian de la turcofonía y la rusofonía, donde la preponderancia de Turquía y Rusia constituye un obstáculo para la ejecución de uniones geoculturales (Raptopoulos, 2007; Massart-Piérard Françoise, 2007).

Si la hispanofonía, la francofonía y la lusofonía tienen la vocación de organizar una política de cooperación cultural y comparten la voluntad de luchar a favor de la multipolaridad lingüística, la convergencia entre los tres espacios lingüísticos está amenazada por contradicciones internas y rivalidades entre las tres organizaciones. Además, a pesar del ensanche de los sectores de intervención de dichas organizaciones, varios obstáculos se imponen para que estas logren hacerse admitir como legítimas y creíbles en el multilateralismo mundial.

Organizaciones nacidas de la descolonización

Debido al movimiento independentista en el siglo XIX, la primera organización geolingüística fundada en el ámbito intergubernamental estuvo constituida por España y sus antiguas colonias en América Latina. Tras negar la independencia a sus colonias, España intentó conservar cierta influencia en América latina. Así, poco antes del colapso final de su imperio de ultramar, en 1898, dio un primer paso con la creación de una Unión Iberoamericana, en 1885 (Pereira Castañares, 1992). Pero después de la segunda guerra mundial nació una iniciativa intergubernamental. En la reunión de 1954, en Quito, para el Segundo Congreso Iberoamericano de Educación, los países hispanoparlantes decidieron transformar la Oficina de Educación Iberoamericana (OEI), fundada 1949, en una organización intergubernamental que reúne a los Estados soberanos.

Teniendo como objeto construir una mayor solidaridad entre los pueblos iberoamericanos, la OEI ha permitido establecer una defensa común de la lengua española y la cooperación en los sectores culturales, educativos y científicos. (2) Sin embargo, la voluntad de la dictadura franquista de utilizar los lazos iberoamericanos no permitió una cooperación consecuente. Entonces, después de 1976, y sobre todo a partir de 1982, dichas iniciativas florecen.

Dentro del espacio francófono, es el movimiento de descolonización en África que entrañó la creación de proyectos comunes. Los jefes de Estado africanos: Léopold Sédar Senghor, Habib Bourguiba y Hamani Diori fueron los principales promotores de la idea de la francofonía, tras el descalabro de la comunidad francesa en 1958, como el último baluarte del imperio francés (Turpin, 2010); no obstante, la voluntad de los jefes de Estado se vio obstruida por la oposición de un cierto número de países africanos, en particular Argelia, y debido a la reserva francesa. El general de Gaulle, poco inclinado por las organizaciones multilaterales, privilegió las políticas diferenciadas en el interior del espacio francófono. Prosiguió con una política de cooperación bilateral con los países africanos, y un apoyo en las comunidades francesas del exterior, como Quebec, así como con la defensa del fait français, dentro de cada una de las regiones del mundo. A pesar de ello, una organización intergubernamental modesta, la Agencia de Cooperación Cultural y Técnica (acct), terminó fundándose el 20 de marzo de 1970, en Niamey.

El nacimiento de la lusofonía está igualmente vinculado con la emancipación de las colonias portuguesas en África alrededor de 1975. No obstante, la constitución de una organización intergubernamental fue imposible durante mucho tiempo, debido a dos principales obstáculos: en primer lugar, a causa de la querella lingüística entre Portugal y Brasil, y en segundo lugar, debido a la adhesión de Angola y Mozambique a la ideología marxista. Ambos obstáculos fueron superados con el fin de la Guerra Fría y con la firma de un Acuerdo de Ortografía en Lisboa, el 12 de octubre de 1990, entre la Academia de Ciencias de Lisboa y la Academia Brasileña de Letras.

La Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), primera organización intergubernamental de lusofonía, nació durante el curso de la cumbre de los jefes de Estado en Lisboa, el 17 de Julio de 1996 (3) (Santana, 2007). El artículo tercero, del acuerdo suscrito en la cumbre de 1996, estipula que la CPLP se dedicará a "promover un vasto proyecto político cuyo fundamento es la lengua portuguesa, como vínculo histórico y patrimonial común de los siete miembros".

La constitución de las organizaciones geoculturales como punto de equilibrio de la construcción europea

Para Portugal, la creación de la CPLP es un medio que permite reafirmar su vocación de ultramar, dentro de un contexto marcado por la europeización de su política exterior desde 1976 (Teixeira, 2003; MacQueen, 2003). Sin embargo, la aceleración de la construcción europea al final de los años ochenta tuvo repercusiones en cada una de las tres organizaciones geolingüísticas. En una obra publicada en enero de 1986 titulada: Reflexiones sobre la política exterior francesa, el presidente François Mitterrand, quien gobernó Francia de 1981 hasta 1995, reafirmó su apego a la construcción de Europa, al mismo tiempo que expresó su voluntad de defender la lengua francesa y de poner en acción un reagrupamiento de países francófonos, un mes antes de la celebración de la primera cumbre francófona de Versalles (17-19 febrero de 1986):

Desde el principio de siglo--escribió entonces--la renuncia de Francia a los atributos de su soberanía no tiene límite. Es en Bruselas donde se han formulado los objetivos de la política agrícola, en La Haya en donde se juzgan los procesos internacionales en los que nuestros intereses están en juego, y en Luxemburgo en donde se juzgan los conflictos internos de la comunidad. [...] Me regocijo de que en nuestro planeta reducido, se agranda el campo contractual. No obstante, existen ciertos aspectos, para nada insignificantes, y es en donde reivindico nuestro patrimonio, el cual ha sido infringido, y el que debe ser reconquistado y devuelto a Francia. Dentro de este patrimonio destacó en primer lugar nuestra lengua [.] Nadie escucha a un pueblo que ha perdido sus palabras. A través de la escuela, por los medios audiovisuales, la formación de intérpretes, la reagrupación activa de las naciones francófonas, con la ayuda de las asociaciones educativas y ante todo, por el orgullo y el amor propio que aporta al mundo nuestra lengua, es que podremos revertir esa tendencia (Mitterrand, 1986, p. 14).

El paralelo efectuado entre la dinámica de integración europea y la voluntad de preservar ciertas prerrogativas nacionales, entre las cuales se encuentra la posibilidad de participar en una organización francófona, traduce adecuadamente la voluntad de encontrar un cierto equilibrio entre política europea y política de grand large (Arnaud, Guillou y Salon, 2005). Al mismo tiempo, para los dirigentes africanos, la institucionalización del proyecto de...

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