Organizaciones de sociedad civil. Pluralismo democratico. - Vol. 28 Núm. 124, Julio - Julio 2012 - Estudios Gerenciales - Libros y Revistas - VLEX 635445093

Organizaciones de sociedad civil. Pluralismo democratico.

AutorCrespo Razeg, Faride

"el Estado es la expresión de la clase dominante pero también el espacio político donde se enfrentan, luchan, negocian y se concilian los intereses de las clases, grupos de presión y gremios de la sociedad" (Kalmanovitz, 1943)

Civil society organizations. Democratic pluralism

Organizacbes da sociedade civil. Pluralismo Democrático

Transformaciones

En 1982 el anuncio de la interrupción del pago de la deuda externa por parte del Secretario de Hacienda mexicano, Jesús Silva Herzog, detona una crisis en los países latinoamericanos que, entre otras cosas, lleva a repensar el modelo desarrollista (cepalino para algunos) implementado hasta el momento en la región. Esta decisión fue imitada por otros países del sur del continente; los cuales empezaron a concebir e implementar nuevas estrategias, proyectos o planes para reemplazarlo. Varios acontecimientos, producidos gradualmente a lo largo de la historia de cada uno de los países latinoamericanos, suscitaron esta crisis; siendo un factor homogéneo la desilusión por los resultados de la implementación de las políticas de desarrollo, desde los años treinta del siglo xx.

El modelo implementado durante esta década estaba basado en la estrategia de industrialización y desarrollo, centrada en la expansión del mercado interno y el fomento de la producción de bienes industriales de consumo anteriormente importados (1), lo que implicaba un desmesurado proteccionismo (Sunkel, 1991). Para el caso colombiano la estrategía estuvo implementada bajo el nombre de Industrialización por Sustitución de Importaciones (isi).

A partir de esto, la crisis de 1982 puso sobre la mesa las discusiones alrededor de las estrategias de desarrollo, las cuales estaban enmarcadas en tres corrientes. Por un lado, la crítica de izquierda, que consideraba que el papel del Estado debía ser más activo, con una fuerte orientación hacia la intervención. La segunda corriente o la opción de la derecha, auspiciaban experimentos socializantes, en países como Uruguay, Argentina o Chile. Por último, países como Brasil, México y Venezuela siguieron aplicando el llamado desarrollismo estructuralista pero introduciendo elementos nuevos, sobre todo en el sector externo; lo cual les permitió continuar, por algún tiempo, con el crecimiento económico a pesar de problemas como dependencia y polarización (Sunkel, 1991).

Ahora bien, una de las soluciones frente a los problemas relacionados con las políticas económicas y sociales, implementadas en el marco del modelo desarrollista, fue la del financiamiento externo acentuado en la década de los setenta; que condujo a ponerle fin al problema de iliquidez y, por ende, a las preocupaciones sobre el desarrollo. Sin tener en cuenta que esta decisión implicaba el alejamiento de la idea de autosostenimiento y, a su vez, creaba dependencia territorial, siendo un retroceso en el proceso modernizador (Germani, 1971).

De este modo, el creer tener el crecimiento económico asegurado (pues además en estos años algunos de estos países progresaron considerablemente (2)) dio paso a dos nuevas preocupaciones: la estabilidad y la eficiencia. Dejando de lado la planeación e implementación de estrategias a largo plazo que permitieran aprovechar racionalmente los recursos externos que estaban llegando; además, la ortodoxia neoliberal estaba cobrando fuerza (Sunkel, 1991). Contrario a lo anterior, el propósito de programas económicos de países como Argentina y Chile, por ejemplo, fue reconstruir el mercado de capitales y disciplinar los productos nacionales mediante la eficiencia para la competencia externa (Cavarozzi, 1995).

Entre los años 1979 y 1982, la nueva recesión mundial, por la segunda crisis de petróleo, aunado a los cambios en la política de los Estados Unidos, provoca tres hechos funestos para la economía de los países latinoamericanos: el aumento considerable de las tasas de interés, la contracción del comercio internacional y el deterioro de la relación de intercambio comercial. Acontecimientos que conllevan a la crisis de la deuda externa, a partir de lo cual ajustaron y reestructuraron las políticas económicas en los países latinoamericanos (3), como respuesta a esta crisis. Es en este punto donde el Estado mexicano anuncia la mencionada decisión de no seguir pagando la deuda externa.

1 El poder en medio de la crisis

Durante estos años no sólo las transformaciones económicas fueron protagonistas, la crisis estaba enmarcaba en varias esferas de la sociedad. Tanto la crisis de poder y los cambios que sugería la esfera estatal, como la impotencia de los gobiernos frente al devenir de la deuda; según Weffort (1995), pueden ser considerados indicadores de la crisis del Estado que se vivió en ese momento. Desde la década del treinta, buena parte de los países de América Latina promovían el proceso de construcción de un Estado nacional dirigido a la industrialización y a la integración social (4). Contrario a los resultados esperados a lo largo de este proceso, la deuda había llevado a muchos de estos países rumbo a la desindustrialización y a la desintegración, "hoy por lo que parece, [los países latinoamericanos] se encaminan a su destrucción" (Weffort, 1995, p. 425).

Teniendo en cuenta las particularidades de cada país, la crisis fue general; siendo los itinerarios políticos una de las características más importante, donde la inestabilidad y la militarización política fueron fenómenos presentes en países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay (5); pero no en extremo ajenas, en casos como el mexicano o el colombiano, donde el Partido Revolucionario Institucional (pri) adoptó en México políticas orientadas a neutralizar demandas sociales, que podrían señalarse como similares al caso del Frente Nacional colombiano (6). Igualmente, los gobiernos militares del cono sur, en la década del setenta, implementaron políticas de apertura comercial y antiinflacionaria con el ánimo de transformar la matriz prevaleciente desde los años treinta (Cavarozzi, 1995), que tampoco resultaban ajenas a las estrategias de los gobiernos colombianos de Pastrana y López en la misma época.

Así, el principio de la problemática, el mencionado anuncio de no pago de la deuda externa por parte del gobierno mexicano, fue una consecuencia de diferentes hechos acumulados a lo largo de varias décadas y, que además tuvo efectos; donde la renuencia al pago no es solo un hecho que rompe con lo establecido sino un efecto de varias causas y el detonante de diversos procesos de transformación en cada uno de los países latinoamericanos.

En este sentido, Cavarozzi (1995) presenta cinco fenómenos que marcan el derrumbe de los mecanismos o modelos constituidos a partir de la década de los treinta hasta mediados de la década de los noventa en la región. Siendo el primer fenómeno la doble crisis, caracterizada por haberse intensificado la crisis fiscal del Estado, que a su vez generó el deterioro de la calidad de los servicios públicos y la reducción de la inversión pública, mientras el déficit de la balanza de pagos se convertía en fenómeno crónico. Las variaciones en el comportamiento de las empresas privadas, fue el otro fenómeno de la época, reduciendo los niveles de inversión al interior de los países, expandiendo la economía informal e incrementando la fuga de capitales. Una tercera tendencia fue el incremento de la desorganización económica por el aumento de la inflación. La desvinculación parcial de las economías latinoamericanas del sistema internacional, bien por su incapacidad para soportar los costos del mercado, bien por el reemplazo artificial, de no pocos, de los bienes primarios que, a pesar de un tímido esfuerzo por la diversificación de las exportaciones, aún caracterizaban la dinámica del mercado exterior de la región, fue un cuarto fenómeno. Y por último con sus respectivas variaciones, la desintegración y la consiguiente desaparición de los actores colectivos que habían surgido hasta los años ochentas (7).

Además de estos fenómenos y de problemas presentes en la mayoría de los países como: el subempleo, el desempleo, la marginalidad social, la caída de los ingresos, el deterioro de la calidad de vida, la destrucción del medio ambiente, entre otros (Weffort, 1995). Es necesario sumarle la generación de nuevos hechos como el narcotráfico, fenómeno que ha hecho presencia en países como Colombia, Perú y Bolivia; al igual que la emigración, camino escogido por personas que participaron en los procesos revolucionarios de los países latinoamericanos o miembros de la sociedad que buscaban mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias en otros países.

Siendo esta crisis el detonador para el cambio en la cultura política; propiciando, en el terreno de la libertad, el inicio del proceso democratizador; abriéndo un nuevo campo de disputas; pretendiendo reconquistar la viabilidad nacional, que de la mano del reinicio del desarrollo económico, está relacionado con la integración regional (Weffort...

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