La política como objeto de reflexión - Núm. 30, Diciembre 2008 - Revista de Derecho de la División de Ciencias Jurídicas - Libros y Revistas - VLEX 56173638

La política como objeto de reflexión

AutorCarlos Enrique Guzmán Mendoza
CargoDoctor en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca (España)
Páginas270-298

Este artículo es un avance de investigación del proyecto "Media framing and civil society", adelantado por el Grupo de Investigación en Derecho y Ciencia Política -GIDECP- y en Desarrollo Humano -GIDHUM-, de la Universidad del Norte, dirigido por Alexandra García y Rafael Obregón.

Doctor en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca (España). Profesor e investigador del Programa de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Norte. cguzmane@uninorte.edu.co

Correspondencia: Universidad del Norte, Programa de Derecho, Km 5 vía a Puerto Colombia, A.A. 1569, Barranquilla (Colombia).

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A modo de introducción

La reflexión sobre la política es un fenómeno de difícil descripción. Quizás, lo anterior, se deba a la ambigüedad del mismo objeto de estudio o al carácter multívoco, polisémico y variable de un concepto que se ha tratado desde disciplinas distintas y desde antes de que se hablara de ciencia política. La ciencia de la política ha compartido objeto de estudio con la filosofía, la historia de las ideas, la sociología o el derecho.

Así, la política, como objeto de reflexión, se nos presenta como un término controvertido, a pesar de su familiaridad1 y uso cotidiano, lo cual no implica que quienes lo utilicen lo entiendan del mismo modo. Política, resulta, entonces, en un término multívoco, dotado de sentidos diferentes según el ámbito y el momento en que se emplea (Vallès, 2002), que nos supone más de un interrogante: ¿qué se entiende por política? Cuando hablamos de política, ¿de qué hablamos?

No obstante la existencia de definiciones clásicas2 que responden al interrogante, aparentemente simple, planteado, resulta cuando menos Page 271 necesario responder a éste a partir de la diferenciación entre lo que es la política y lo que es el pensamiento sobre la política, que en términos de Roiz (1982: p. 13) sería la existencia o no de conciencia política. La distinción propuesta resulta pertinente si se estima, primero que la política es un fenómeno universal en el que la persona humana desarrolla actividades y establece relaciones que hacen que la política sea un término familiar, que responde a diferenciados sentidos y ámbitos de aplicación; y, luego, que la política está ligada a la misma condición humana y por lo tanto puede considerarse como una construcción mental.

Si partimos de lo último, la política no sería un concepto objetivable. Sería, más bien, una reflexión no de la política en sí, sino sobre la política, la conciencia política o el pensamiento político. Ahora, si nos atenemos a lo primero, la política como una forma específica de relación o actividad humana, política existió previamente a la Grecia clásica, es decir, antes del pensamiento platónico o aristotélico.

Según Sartori (1984), para los clásicos, en particular Aristóteles, el animal político era el equivalente al animal social, es decir, que el hombre se definía por vivir asociado, de forma colectiva o en comunidad, por lo que la política era algo consustancial a la misma naturaleza humana. Lo anterior, llevó a Sartori a señalar que no es Aristóteles el descubridor de la política -en tanto conciencia o reflexión política- sino que sería Maquiavelo, ya que es quien realmente autonomiza la política y la equipara al pensamiento y a la reflexión sobre la misma3.

De acuerdo con esta distinción, se ha establecido una diferencia entre el pensamiento político clásico y el pensamiento político moderno. Aristóteles identificaba a la política con el ejercicio del poder, sus modos de adquisición y utilización, su concentración y distribución, su origen Page 272 y la legitimidad de su ejercicio. Esta definición en cuanto a poder, se enmarcaría en una de las corrientes a que se hizo referencia a pie de página. Las inquietudes en el pensamiento político clásico oscilaron entre la identificación de quién tiene el poder, cómo se ejerce y en el enjuiciamiento de su ejercicio. Por su parte, los análisis se centraron en una diversidad de asuntos: quiénes deben detentar el poder, qué medios son los adecuados para su obtención y mantenimiento, cuáles son los principios legitimadores para su ejercicio.

Si durante el pensamiento clásico el estudio de la política estaba estrechamente ligado a los argumentos de tipo ético y a la búsqueda del bien común, con Maquiavelo, por el contrario, la política se distingue de la moral y de la religión. Se inicia un proceso de gradual atomización, empezando a ser analizada desde perspectivas fundamentalmente técnicas. La reflexión política, a partir de Maquiavelo, pivota no sólo alrededor del concepto de poder, sino, sobre todo, en torno a la institución que posibilita su ejercicio: el Estado. La ambivalencia entre el poder y el Estado, será, en adelante, el centro de debate de las sucesivas reflexiones sobre la política4.

Desde los primeros intentos por definir la política, la preocupación por la polis y el estudio de la virtud, hasta la organización del Estado y, principalmente, su poder, se encuentra una constelación de definiciones que marcan la pauta de lo que es o "debe ser" el estudio riguroso de este hecho social (Mariñez Navarro, 2001: p. 13-14). Sin embargo, como se insinuó al comienzo de este artículo, definir "lo político", como objeto genérico de la ciencia política, es una tarea compleja que implica manejar un concepto habitual pero controvertido, incómodo (Vallès, 2002: p. 18) y paradójico (Heywood, 1994: p. 16). El problema de la política estriba en que el debate, la controversia y el desacuerdo son inherentes a la misma y que por lo tanto la definición de la política no resulta una excepción. No obstante, si queremos avanzar no podemos prescindir de acercarnos a la idea de la política. Page 273

En este sentido, con Del Águila (1997) podemos identificar dos grandes grupos de concepciones sobre la política: en primer lugar, la política en sentido cooperativo y, en segundo lugar, la política en sentido conflictivo. En el primer caso, la política sería la actividad a través de la cual los grupos humanos toman decisiones colectivas. En el segundo, inspirada en la concepción maquiavélica, también schmittiana, se entiende la política como una actividad de conflicto entre personas, grupos, intereses o visiones del mundo. Esta dualidad en la concepción de la política genera una distinción importante entre los dos conceptos centrales de la reflexión política: el concepto de poder, cercano a la última acepción de política y el concepto de legitimidad, más acorde con una concepción de la política que resalta sus aspectos consensuales. Es una forma distinta de aquella que define la política a partir de la inclusión, según la cual la política en sentido estricto y en sentido amplio se diferenciaría por el número de elementos, actividades y asuntos de interés público, produciéndose una identificación entre lo político y lo público. Según esta visión, la política comprendería tanto las actividades de cooperación como las de conflicto Leftwich (1984: pp. 64-65).

Como se puede observar, el poder, como componente central de la política, ha guiado la mayoría de las reflexiones en torno a ella. Desde Aristóteles hasta Maquiavelo, la relación que se establece entre los hombres, según la cual unos obedecen y otros mandan sigue seduciendo a estudiosos e investigadores, ya que esta relación no sólo, ni siempre, se basa en la fuerza o la violencia, sino que está vinculada con ideas, creencias y valores (Del Aguila, 1997: p. 23). De este modo, lo político resultará aquel ámbito de lo social en que se producen relaciones de poder, esto es, relaciones de mando y obediencia, o bien se trata de aquel ámbito en el que se dirimen los conflictos entre los grupos sociales por los bienes colectivos. El concepto de política, desde esta perspectiva, está asociado con la existencia de conflictos sociales y de los intentos por sofocarlos o regularlos. Es decir, siguiendo a Vallès (2001), la finalidad de la política, como actividad y relación social, sería la de regular los conflictos, de un lado; y, tomar decisiones respecto a la misma, del otro. A los interrogantes clásicos de quién tiene el poder y cómo se ejerce, se les podría añadir el componente normativo, es decir, la idea de que el ejercicio del poder ha de enjuiciarse moralmente. Se trataría, entonces, Page 274 de dar respuesta a las preguntas de sobre quién debería tener el poder y cómo debería ejercerlo.

Así, el pensamiento político moderno, desde Maquiavelo hasta Marx, se plantea como objeto del análisis político el Estado, vinculándose de alguna forma el origen de la ciencia política con la aparición del Estado moderno a partir del siglo XV. Siguiendo a Pasquino (1996: p. 17), si Maquiavelo y Hobbes se mostraban preocupados por la necesidad de crear un orden político a través del control del poder en el interior de unas fronteras bien definidas, en otros casos será el de la creación de un Estado pluralista (Locke), democrático (Tocqueville), fuerte (Hegel), como equilibrio de poderes (Montesquieu), instrumento de una clase social (Marx) o capaz de asegurar un compromiso entre las clases sociales (Kelsen). De este modo, a partir de una redefinición del concepto de política en términos del Estado, los estudios giraron en torno a problemas asociados a la construcción no sólo de las formas estatales sino de cuáles eran las principales características que éstas debían poseer. Más concretamente, del Estado-nación, como institución concentradora y ejercitadora de poder, con lo cual el estudio, o...

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