Percepciones y prácticas corporales estéticas de un grupo de jóvenes universitarias Afrodescendientes de Cali - Núm. 12, Julio 2013 - Revista CS de Ciencias Sociales - Libros y Revistas - VLEX 521802026

Percepciones y prácticas corporales estéticas de un grupo de jóvenes universitarias Afrodescendientes de Cali

AutorVanessa Ortiz Piedrahíta
Páginas85-125

Page 89

Introducción

En las sociedades modernas de siglo XVII se hablaba de la trascendencia del alma; en contraste, hoy se habla de la trascendencia del cuerpo. Parafraseando a Baudrillard (2009), el cuerpo ha llegado a ser lo que el alma era en su tiempo. Las ideologías cristianas nominaron al alma como la representación de lo sagrado y al cuerpo como la encarnación del pecado y lo terrenal. En ese sentido, el cuerpo, como ente isiológico-social, tuvo un papel secundario en comparación con el alma. En la actualidad, por el contrario, el alma ha per-dido relevancia, dejando como resultado un cuerpo secularizado que se convierte en nuestro principal referente de identidad. Así, el cuerpo se ha tornado en nuestra principal fuente de preocupaciones y cuidados, propiciando de esta manera una relación narcisista y hedonista con nuestros propios cuerpos debido a los valores socio-económicos difundidos por el sistema capitalista contemporáneo.

Autores como Lipovetsky (1996), Le Breton (2002), Bauman (2007) y Baudrillard (2009), han coincidido en establecer que a inales del siglo XX, las preocupaciones por el cuidado del cuerpo y la apariencia física aumentaron en las sociedades occidentales a causa del creciente mercado dedicado al consumo, así como de la alta tecniicación industrial y médica. Desde este período, el cuerpo se presenta como un alter ego imperfecto, el cual debe ser moldeado a partir de las apetencias subjetivas y los cánones estéticos difundidos por los medios masivos de comunicación, principalmente. Los ejercicios, las cirugías estéticas, las dietas, el consumo de alimentos light, los chequeos médicos y el cuidado de la higiene personal, se convierten en prácticas recurrentes de los individuos en las sociedades contemporáneas. Al parecer, las prácticas de adecuación y de transformación estético-corporal estimulan hoy a las personas para que se sometan a regímenes disciplinarios con el objetivo de mantener el funcionamiento y la apariencia adecuada de sus entidades somáticas. La mercadotecnia, los certámenes de belleza y las ideologías individualistas también se han encargado de movilizar estándares estéticos homogéneos, contribuyendo así con la cristalización de exigentes estereotipos de belleza, los cuales inluencian la percepción subjetiva del propio cuerpo. Con esto se propicia, simultáneamente, que las personas que no cumplen con los estándares de hegemónicos de belleza se sientan insatisfechas con-

Page 90

sigo mismas. En la actualidad, el cuerpo joven, atlético y delgado representa el estereotipo somático ideal. Este canon estético se ha difundido desde los años setenta, agenciando así la homogenización de modas y, por supuesto, de criterios somáticos especíicos (Bauman, 2005).

Los estereotipos de belleza se crean según los roles asociados al sexo-gé-nero. Para las mujeres se establece el modelo “ectomorfo”: mujeres extremadamente delgadas, curvilíneas y altas. Para los hombres se difunde el modelo “mesomorfo”: altos, con cuerpos delgados y atléticos (De Gracia, 1999; Gauli, 2000). A pesar de que en la actualidad el cuerpo masculino se exhibe de manera erótica en los medios de comunicación, el cuerpo femenino sigue siendo el modelo somático privilegiado por estos para difundir productos e ideologías relacionados con la estética corporal. Históricamente, la belleza física de la mujer ha recibido mayor atención que la de los hombres, pues el atractivo de ellos suele depender más de sus habilidades, estatus y prestigio social, y no tanto de su apariencia estética-corporal. Las relaciones asimétricas entre los géneros han conigurado al cuerpo de la mujer como un objeto de sexualización y, en ese sentido, los cuidados estéticos del cuerpo femenino se han naturalizado en mayor proporción (Wolf, 1991; Butler, 1993; Lipovetsky, 2007a).

La percepción subjetiva y la evaluación social de la apariencia corporal no sólo remiten a diferencias de género, sino también a clasiicaciones raciales y de clase social. En términos de Cunin (2003: 8), “la percepción del color de la piel moviliza esquemas cognitivos incorporados, normas sociales implícitas, valores culturales difundidos, y revela mecanismos de atribución de status y clasiicación del otro”. Por lo tanto, pertenecer a una determinada raza1o etnia permitirá evaluar y ser evaluado dentro de un determinado orden étnico-racial. Asimismo, el status socio-económico real o supuesto de un individuo determina la percepción colectiva e individual de la apariencia corporal. Es en esta lógica en la que se inscriben los estereotipos de belleza occidental,

Page 91

los cuales han clasiicado como algo no deseable a algunos rasgos atribuidos a lo negro o a lo indígena, y para ello basta observar los reinados de belle-za nacionales (Cunin, 2003; Canessa, 2005; Gil, 2010b). Para investigadores como Moreno (2007), De Casanova (2008) y Shucman (2012), la normativa de belleza en las sociedades latinoamericanas todavía le pertenece, en gran medida, a los grupos blancos-mestizos, urbanos y de clases medias y altas. Desde el período colonial, estos grupos han monopolizado el poder político y económico, y por ello han logrado instaurar a través de los años su modelo somático ideal. Las ideologías raciales sobre la belleza se establecieron desde la colonización de América, y actualmente se difunden mediáticamente con la intención de crear un modelo estético hegemónico. La belleza hegemónica alude en la actualidad al cuerpo sano, estilizado, joven, y sobre todo, blanco. Dicho estereotipo somático ha sido divulgado particularmente por los medios de comunicación (Hunter, 2002, 2011; Shucman, 2012). Además, los medios de comunicación en el país exhiben mayoritariamente cuerpos, tanto de mujeres como de hombres, con apariencia caucásica, es decir, con rasgos fenotípicos de la población “blanca”. En Colombia, en la mayoría de los casos en los que aparecen otras razas es para realizar representaciones sobre estereotipos subalternos como los de servicios domésticos, o representaciones que hacen alusión al deporte y al folclor nacional.

En este contexto, se discute cómo a pesar de la visibilidad política y cultural de las personas Afrodescendientes —debido al multiculturalismo y a la movilización de las organizaciones Afro por la reivindicación de sus derechos— el orden racial colonial parece persistir. Este orden socio-racial ubicó lo “blanco” en la cúspide y lo “negro” en su base, subordinando los cuerpos, los estilos de vida y los estereotipos de belleza locales. La exclusión histórica y social de la población Afrodescendiente en el país ha permeado en los imaginarios colectivos sobre la apariencia corporal, construyendo así subjetividades particulares en relación con la corporalidad propia y ajena.

En el presente artículo se describen e interpretan las percepciones y prácticas corporales que elaboran un grupo de jóvenes Afrodescendientes, inscritos en una institución universitaria de carácter eclesiástica y privada de la ciudad de Cali-Colombia, en relación con el modelo de belleza hegemónico imperante en la actualidad. Se trata de analizar si dichas percepciones están asociadas

Page 92

a los ideales de belleza hegemónicos marcados por coordenadas raciales en donde lo “blanco” se asocia con lo “bello”, mientras que lo “negro” no. También se intentará explorar si a través de sus prácticas corporales este grupo de estudiantes reproduce dichos modelos hegemónicos o si, por el contrario, establecen hibridaciones y resistencias frente a estos estándares estéticos. Estudiar los estereotipos de belleza hegemónicos en la contemporaneidad nos permitirá discutir, además, sobre las relaciones jerárquicas y desiguales que se establecen en el país a causa de otras formas de clasiicación social que han sido usadas para regular las relaciones sociales entre los individuos, tales como la etnia, la raza, la clase y el género.

Metodológicamente, la investigación corresponde a un estudio cualitativo de carácter descriptivo e interpretativo. Las participantes de la investigación son un grupo de mujeres Afrodescendientes que se encontraban matriculadas en el momento de la investigación como estudiantes regulares en distintos program-as académicos de pregrado de una universidad privada de la ciudad de Cali.2Las técnicas utilizadas en la recolección de la información cualitativa consistieron en la revisión de documentos e investigaciones análogas en el campo de las ciencias sociales, y en entrevistas semi-estructuradas en profundidad. Simultáneamente, se utilizó la fotografía como técnica complementaria de recolección de información en el contexto de las entrevistas realizadas a las estudiantes. A pesar de que se entrevistaron 16 jóvenes universitarias, se decidió trabajar con 12 de ellas, puesto que las cuatro restantes no cumplían con algunos de los criterios de selección –principalmente el no reconocerse como Afrocolombianas.3

Los apartados de este artículo son los mismos ejes temáticos utilizados en las entrevistas semi-estructuradas: la auto-identiicación étnica-racial, las percepciones y prácticas que el grupo de jóvenes elabora sobre sus propias corporalidades, las representaciones mediáticas de la población Afrodescendiente, y la caracterización socio-demográica del grupo de estudiantes. Adicionalmente, a

Page 93

partir del trabajo empírico realizado, se incorporaron los siguientes ejes analíticos: los estereotipos sobre la población Afro en el país y las preferencias étnicoraciales a la hora de entablar una relación sentimental. Estos dos últimos ejes resultaron de gran...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR