Preámbulo
Autor | Alberto Céspedes Sáenz |
Páginas | 17-20 |
17
Preámbulo
LAS ENCUESTAS
¿Por qué les preguntan a tan pocas personas?
Si la estadística no se aplica con rigor, hay razones para dudar.
¿Cómo es posible que con las respuestas de un millar
de personas se sepa lo que 20 millones de ciudadanos pretenden decidir?
El siguiente ejemplo puede ayudar
a comprender por qué una muestra
pequeña puede representar
ecientemente a una población
gigantesca:
Suponga que las preferencias de
20 millones de ciudadanos están
divididas en partes iguales entre dos
candidatos y que sólo hay dinero para
una encuesta en la que se le pregunte
a una única persona. El tamaño de la
muestra es uno.
Esa encuesta tendrá dos resultados
posibles. Que el candidato A gana con
el cien por ciento, o que el candidato
B gana con el cien por ciento.
Como la realidad es que A y B están
empatados con el 50 por ciento, una
encuesta que consulta a una sola
persona tendrá un margen de error
del 50 por ciento.
Suponga ahora que la encuestadora
tiene más plata y puede entrevistar
a dos personas. En este caso habrá
cuatro resultados posibles:
• que los dos encuestados estén con
el candidato A;
• que los dos estén con B;
• que el primero este con A y el
segundo con B,
• que el primero este con B y el
segundo con A.
Hay entonces dos resultados en los
que uno de los candidatos gana con el
cien por ciento, y por lo tanto tienen
un error de 50 por ciento, y otros
dos resultados que corresponden al
empate que hay en la realidad, y por
lo tanto su error es de cero.
El encuestador podría decir que el
error de su encuesta es cero, pero
no se puede conar del todo en esa
armación, pues como se vio, la
probabilidad de que denitivamente
el error sea cero es de uno de cada
dos casos.
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