A propósito de la justicia material (Reflexiones sobre la justicia en el proceso vs. la justicia material) - Núm. 12, Julio 2007 - Opinión jurídica - Libros y Revistas - VLEX 223372385

A propósito de la justicia material (Reflexiones sobre la justicia en el proceso vs. la justicia material)

AutorDiana María Ramírez Carvajal
CargoSociólogo, Magister en Ciencia Política
Páginas165-185

El presente artículo es producto de la investigación "Política e intelectuales: la imagen de España en Hispanoamérica siglos XIX Y XX", terminada en mayo de 2007. En calidad de Investigador principal participó: Juan Guillermo Gómez García. Co-Investigador: Rafael Rubiano Muñoz. La investigación fue financiada por la Fundación Carolina (España) y Universidad de Antioquia.

Rafael Rubiano Muñoz es Sociólogo, Magister en Ciencia Política. Profesor Asistente Tiempo Completo, Universidad de Antioquia. Grupo de Estudios Latinoamericanos, problemas sociales e históricos de Latinoamérica, calle 67 no. 53- 108, Bloque 09- Oficina 340. Departamento de Sociología. Cr. 81 B No. 48ª-20, Calasanz, rafael.rubiano@gmail.com, rafael@quimbaya.udea.edu.co

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Metodología

Primordialmente se elaboró una investigación que se ocupó de tres referentes: la reconstrucción intelectual y política de Caro, su contexto social y político y su inclinación jurídica. Mediante el análisis de los artículos de prensa, la revisión de los ensayos escritos por él y la lectura de los artículos jurídicos -discursos, anuncios, artículos de opinión, correspondencia epistolar, comunicados, entre otros- hechos a través de las intervenciones en la Administración Pública y el Estado, se abordó la relación derecho y política en este conservador colombiano. En contraste con el liberalismo colombiano, se establecieron los contrastes analíticos sobre el Estado, la nación, la ciudadanía, la Constitución, entre otros, que permitieron concluir que la figura de Caro representó un retroceso y un atraso político en Colombia, por su intransigencia, su antidemocratismo y su peculiar visión de las relaciones Iglesia y Estado, combinadas con una percepción autoritaria del poder presidencia y de la restricción de la representación política de la democracia.

Introducción

La relación entre derecho y política en la transición a la Modernidad ubica los conceptos de autoridad y de poder en un terreno de disputas, a veces irreconciliables. Como lo hace notar Norberto Bobbio en su libro Origen y fundamentos del poder político4 , la correspondencia entre autoridad y poder a partir de una normativa que debe procurar la libertad y la igualdad, el reconocimiento de la oposición política en la sociedad, incluso, las relaciones entre mayorías y minorías no siempre se establece bajo una concordancia positiva sino más bien se presenta negativamente. En aras de garantizar las libertades se restringe ella misma, como en aras de defender la igualdad se desatan las peores relaciones de desigualdad. O para el caso es conveniente señalar la disputa Max Weber y Hans Kelsen, para quienes el derecho al poder y la dominación conjugan la discusión entre norma y costumbre, sin embargo, en una sociedad en guerra, la costumbre se impone sobre la norma racional y abstracta, como de otro modo, la costumbre construye una normativa de facto que escapa a cualquier validez racional y universal5 . Todos estos asuntos son los que el siguiente ensayo busca mostrar: cómo en el siglo XIX, las relaciones entre autoridad y poder fueron vistas por el político colombiano Miguel Antonio Caro (1843-1909), como unívocas, atravesadas por la moral religiosa, atrapadas en el marco de las furibundas contiendas ideológicas, pero efectivas como instrumentos de exclusión y de marginación.

En Colombia, la figura de Miguel Antonio Caro encarnó con fidelidad en el pensamiento del siglo XIX, la relación entre el derecho y la política bajo el tamiz de la influencia de lo que podríamos calificar como el intelectual católico6 . Un tipo social de sabio que une al mismo tiempo la razón y la moral religiosa en aras de construir una organización social perfecta -sin contradicciones ni contradictores-, además de un Estado purificado de males, como igualmente unos ciudadanos fieles y obedientes. Fue en obra periodística donde consignó sus más diversas y polémicas ideas políticas, y a través de su trayectoria pública las hizo efectivas, pues ocupó destacados cargos dentro de la Administración estatal, e incluso en la cultura diseñó una noción

Page 144restaurativa de la idiosincrasia colombiana que semejaba a los españoles medievales combatientes y fervorosos custodios de la cristiandad.

Agazapado en los años que vieron finalizar el siglo XIX, Caro descifró los asuntos fundamentales que, en su contexto social e histórico, lo llamaron a influir e incidir en la construcción de un nuevo orden social en Colombia a través de la Constitución de 1886, denominada la Regeneración. Como programa jurídico y constitucional, el derecho al servicio de los postulados eclesiales y religiosos garantizaba la tradición colombiana de la moral y propiciaba la purificación política de todos los males, aquellos que fueron impulsados por los incómodos y molestos e impertinentes liberales radicales denominados del "Olimpo Radical" que se convertían en soldados defensores de la Carta constitucional de Rionegro de 1863.

La peculiaridad del compromiso adquirido por Caro fue imponer inevitablemente la alianza entre la moral cristiana y el poder estatal. Esta asociación sería el auxilio que vendría a consolidar una forma específica de sociedad, de instituciones, de ciudadanos y de hacer la política que negaba la intromisión de la Modernidad secular, es decir, de la separación de poderes, de ampliación de la participación y representación política, de la división entre lo sagrado y lo profano, entre el poder civil y el poder político en últimas.

Como complemento, Caro observó la necesidad urgente de restaurar los valores telúricos y ancestrales heredados de la "cultura española"7 , los que fueron suprimidos por la firmeza de la Constitución de 1863, la carta que representaba con lealtad al liberalismo radical colombiano, y sintió la imperiosa convicción que una de las misiones que desde el más allá le fue encomendada para el más acá era acabar con esos ideales de progreso, cambio y transformación que el liberalismo propugnó ferozmente con ideas provenientes de la "Ilustración" y de la "Revolución Francesa"8 .

Si bien, la inserción definitiva al modo de producción propio de la industrialización y el capitalismo se constituyó en uno de los momentos culminantes del desarrollo histórico y social de los países latinoamericanos hacia finales del siglo XIX9 y la exigencia política de esa coyuntura demandaba adecuar las instituciones y las mentalidades hacia ese reto universal, este provinciano bogotano, retratado por su amigo Rafael María Carrasquilla como un patricio militante y fervoroso católico, sostuvo de manera intransigente que el país había abandonado sus invaluables tesoros, le lengua castellana, la moral religiosa y la política concebida por la autoridad moral de la Iglesia. Las causas de esa pérdida se debieron, entre otros, a la "mala voluntad" de quienes aprovechando las ideologías de turno - provenientes del liberalismo y sus derivados, el socialismo- precipitaron a la nación a la más horrorosa incredulidad, a la perversión de la libertad y a la inocultable situación de guerra o anarquía, que se desencadenaron a lo largo del siglo XIX hasta la catástrofe conocida como la Guerra de los Mil Días10 .

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Lo que Caro representó para la historia política del país fue la versión auténtica del intelectual conservador católico, una especie que a un mismo tiempo sintetizaba un humanista centrado en los más acendrados contornos del saber y del conocimiento clásico y un militante cristiano cuya actitud personal insobornable se compuso por la obstinación política de acabar e ir en contra el enemigo, el liberalismo. Las diversas ideas liberales en Colombia en esa época fueron señaladas, vindicadas, y perseguidas con saña por Caro, en particular debido a sus intereses de secularizar el país y llevarlo a una ambigua Modernidad. mediante la educación laica, la separación del poder eclesial del poder humano, la limitación a los poderes presidencialistas y la inserción de la economía como la reducción del Estado frente al intercambio mercantil.

En lo jurídico en una de sus intervenciones en la Asamblea Nacional Constituyente de 1885, a la que llegó como Delegatario por Panamá, y participó en las discusiones para la definición de la Constitución política de Colombia de 1886 calificó Caro la obra de la "Constitución de 1863" la que representaba los ideales del liberalismo denominado radical de la siguiente manera:

Acaso no ha habido una nación más sistemáticamente anarquizada que Colombia bajo el régimen de la Constitución de Rionegro. Aquel código impío y absurdo, después de negar la suprema autoridad divina, pulverizó la soberanía nacional, creando tres soberanos absolutos, la nación, la provincia, el individuo. De aquí nacieron las disensiones civiles, y aquel estado social, más deplorable que la tiranía y la revolución material, en que los signos de la legitimidad se borran, y se pierde el respeto a la autoridad por los mismos que en principio la proclaman y en hecho no aciertan a descubrirla. En nuestras guerras civiles no se ha sabido muchas veces dónde está la revolución y dónde la autoridad, porque ha habido violación recíproca de derechos reconocidos por la Constitución, y de ahí ha surgido el conflicto entre potencias soberanas; nuestras guerras han sido, en lo malo, a un mismo tiempo domésticas e internacionales11.

Lo que Caro representó para la historia política del país fue la versión auténtica del intelectual conservador católico

Contra la relación entre revolución y desorden, contra el conflicto y la contienda ideológico-política, Caro defendió algunas nociones jurídicas que harían de la Regeneración el escenario propicio para el unanimismo ideológico, el hermetismo cultural y en consecuencia fundar su pretensión de legitimar al presidencialismo autoritario, aspectos que...

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