Entre el (in)determinismo 'físico' y el 'psicológico': ¿Responsabilidad moral por acciones o por resultados? - Núm. 30, Junio 2013 - Revista de Derecho Público - Libros y Revistas - VLEX 514189822

Entre el (in)determinismo 'físico' y el 'psicológico': ¿Responsabilidad moral por acciones o por resultados?

AutorAndrés Felipe Díaz Arana
CargoEstudiante de Derecho y Filosofía de la Universidad de los Andes
Páginas2-20

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Introducción y planteamiento del problema

Al hablar de responsabilidad moral, con frecuencia surge de forma inmediata la pregunta por el determinismo. Suele suceder que, al reprochar la conducta de un agente, se refiera a la producción de un resultado que hubiera podido evitar actuando de otra forma. Inevitablemente, tendemos a identificar la responsabilidad moral con la indeterminación de los resultados posibles: el juicio de reproche a menudo se basa en la exigibilidad de actuar en contrario como forma de evitar la producción de los resultados desvalorados. La responsabilidad moral resultaría, entonces, de la producción de un resultado desaprobado, que de otra forma hubiera podido evitarse. De ahí la relevancia de la discusión en torno al determinismo, pues en un mundo en el cual los resultados fueren fijados de antemano, ¿qué sentido tendría sancionar a quien, actuare como actuare, no hubiera podido evitar el resultado acaecido? De esta forma, la discusión referente al determinismo discurre entre la posibilidad de evitar o no eventos a los que, con algún grado de arbitrariedad, llamamos resultados de nuestra conducta, acción, actuar, etc.

No obstante, pensemos por un instante en el siguiente caso:

Un niño inquieto, aprovechando un descuido de su madre, sin pensarlo dos veces, se apresura a cruzar una autopista para recoger el balón que ha caído del otro lado de la acera. Corre hacia su balón con tal suerte que un conductor muy habilidoso ha logrado esquivarlo por poco. La madre, horrorizada, se abalanza sobre el niño cuando este vuelve campante y en medio de gritos le ordena jamás volver a hacer eso. El niño, desconcertado, le pregunta a la mama qué es “eso” que ella le recrimina1.

Ciertamente, “eso” que la madre le reprocha no puede ser “salir ileso”, pues de ser así la madre habría perdido la razón. ¿Cuál sería el precepto que el niño ha violado? ¿“No salgas ileso al cruzar imprudentemente una autopista”? No pare-ce ser el resultado acaecido lo que genere un juicio de reproche en casos como este. Por el contrario, parece ser la posibilidad de un resultado adverso lo que fundamenta el reproche de la madre al niño.

Supongamos, igualmente, que el niño se queda pensando en qué fue lo que estuvo mal en su conducta: ¿su acción de cruzar imprudente o el resultado posible? Concluye que si lo reprochable es su acción, no tiene sentido que lo castiguen pues “lo hecho, hecho está”; y, si es el resultado posible, “él solo responde por sus actos”. Esta ingenua forma de evadir la responsabilidad lleva al niño a preguntarse: “¿qué tal si nunca hubiera sido posible que el conductor me atropellara? ¿Qué podría reprocharme mi madre en ese caso?”.

Pues bien, el razonamiento del niño ha dado con uno de los puntos más complejos en toda la historia de la filosofía de la acción y la responsabilidad moral. Una vez se enfrenta al panorama determinista, los contornos de la responsabilidad moral tienden a difuminarse y no se sabe bien cuándo tiene sentido y cuándo no. El presente

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estudio pretende abordar el vasto problema preguntándose por el enfoque adecuado a la hora de hacerse preguntas como la del niño travieso: ¿qué es lo relevante en el juicio de responsabilidad?, ¿qué efectos tiene comprometerse con un determinismo ontológico para efectos de atribución de responsabilidad moral?, ¿cuál debe ser el marco de referencia para hablar de un deter-minismo?, ¿puede hablarse de responsabilidad por resultados?

I Algunas precisiones previas: ¿determinismo basado en las ciencias naturales o en la psicología?

Contrario a lo que usualmente sucede en la doctrina, en esta ocasión considero que sería un contrasentido definir a priori qué entiendo por “determinismo” e “indeterminismo”. Esto, porque aunque la forma más clara de exponer el debate acerca de una tensión es identificando los elementos sobre los cuales versa la disputa, encuentro que gran parte de la discusión en torno al determinismo tiene sus raíces en la forma misma como entendemos tal figura. Con todo, podemos suponer —para fines metodológicos2— que determinismo implica, al menos, que todos los eventos son causados, e indeterminismo supone la postura según la cual hay, al menos, algunos eventos que no son causados. Conforme se avance en el trabajo se podrá delimitar clara-mente cuál debe ser la definición de este marco de referencia empleado en la discusión sobre responsabilidad por acciones o por resultados.

A Determinismo físico y psicológico

La disputa entre determinismo e indeterminismo puede verse desde varios enfoques. Sin embargo, en este trabajo quiero destacar dos: aquel que denomino “físico” y aquel que denomino “psicológico”. El primero de ellos se centra en el estudio del mundo físico a partir de las ciencias naturales para abordar el problema, mientras que el otro está más enfocado en el estudio de la mente humana a partir de conceptos traídos por la psicología3. No es el momento de efectuar un análisis exhaustivo de los autores que pueden encajarse en cada una de las posiciones. Por el contrario, dado que esto es solo una contextualización del debate, que servirá como base para desarrollar una crítica diferente, únicamente se expondrán algunos de los autores que permiten dibujar —muy groseramente— las posturas que aquí se pretenden traer a colación. Así, dentro de aquellos autores que están en la primera alternativa, podemos encontrar a Popper, Earman y Heisenberg. Con respecto al enfoque psicológico, Blanshard y Kane ofrecen una interesante perspectiva que plantea un paralelo entre el mundo físico y el funcionamiento de la mente humana.

Aunque podría decirse que el determinismo físico frecuentemente conlleva a que se asuman

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dos posturas distintas (o bien, todos los eventos son causados; o bien, hay algún evento que no es causado y que permite hablar de indeterminismo4), considero que limitar de esta forma el trabajo podría resultar inadecuado porque, así planteada la disputa, la respuesta solo podría darse en términos dicotómicos: el triunfo del determinismo anularía la vigencia del indeterminismo, y viceversa. De hecho, otras posturas entienden que no necesariamente porque se demuestre la existencia de un evento que no está determinado, o de uno que sigue leyes causales rígidas, la tesis que se pretende oponer pierde vigencia. En efecto, el argumento central de quienes hacen un paralelo entre el determinismo físico y el funcionamiento de la mente es que en el comportamiento humano existen distintos ámbitos, unos determinados por las leyes físicas y otros en los cuales cabe hablar de libre albedrío5. Tal es el claro caso de Kaney, como se argumentará, también de Blanshard, quienes sostienen que la discusión debe darse en dos niveles, en los cuales podría hablarse de distintos tipos de causalidades, y por lo tanto podrían tener vigencia ambas teorías al tiempo6.

Entre el (in)determinismo “físico” y el “psicológico”: ¿Responsabilidad moral por acciones o por resultados?

Esto es de suma importancia para la pregunta sobre la responsabilidad moral, pues de entrada debe entenderse que la pugna entre el (in) determinismo físico y psicológico es tan compleja que, aunque el determinismo físico pueda oponerse al indeterminismo psicológico, el indeterminismo psicológico no se opone al determinismo físico (sino que, muy por el contrario, en muchas posturas resulta un presupuesto). Luego, antes de abordar la posibilidad de imputar responsabilidad por los resultados, es menester que se delimite claramente cada postura aquí expuesta.

1. Determinismo físico
1.1. Popper y el argumento epistemológico

Karl Popper, quien se opuso a la visión de físicos como Bohr, y en general a la visión imperante sobre la mecánica cuántica, va a ser el punto de partida para desdibujar el trasfondo de este trabajo porque desplaza por completo la discusión con respecto al determinismo del plano físico al epistemológico. En efecto, Popper explica que una cosa es el determinismo objetivo —es decir, del objeto mismo— y otra el determinismo accesible al sujeto del conocimiento, es decir, si le es posible al sujeto, a partir del conocimiento actual, predecir cursos causales futuros7. Con esta división, este autor pretende hacer valer una postura según la cual el problema central

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no está en la realidad o no del determinismo físico, sino que el problema epistemológico verdadero radica en la accesibilidad de tal determinismo al sujeto que conoce.

Esto lleva a Popper a argumentar que no es útil ni susceptible de argumentación racional sostener la tesis según la cual todo lo que sucede en el mundo resulta inevitablemente de condiciones precedentes, pues sostiene que el debate en torno al determinismo físico no tiene sentido más allá de su (im)posibilidad de verdadero conocimiento por parte del sujeto. La paradoja que lleva a Popper a argumentar en contra del determinismo desde un plano epistemológico creo que podría resumirse de la siguiente manera. El método de la predicción solamente es...

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