Guerra, violencia y terror en la época de mundialización de las políticas públicas - La soberanía transformada - Libros y Revistas - VLEX 400743238

Guerra, violencia y terror en la época de mundialización de las políticas públicas

Páginas121-143
LA SOBERANÍA TRANSFORMADA 121
Capítulo 5
GUERRA, VIOLENCIA Y TERROR EN LA ÉPOCA DE
MUNDIALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
En este capítulo me propongo analizar las dimensiones de transformación más
significativas que los procesos de globalismo han producido sobre las tipologías de las
guerras y otras formas de violencia contemporáneas, incluyendo el debate actual so-
bre el terrorismo. Dado que uno de los principales hilos conductores del análisis aquí
formulado es la cuestión de la Gobernabilidad y la Seguridad Ciudadana (J. Curbet,
2004), relacionaremos a continuación los anteriores tópicos sobre ciudadanía global,
dimensiones internacionales de la política y nuevas formas del ejercicio de la acción
pública, en relación con las especificidades propias de la transformación de la acción
política en acción bélica.
Numerosos teóricos en los siglos XIX y XX insistieron en la conexión existente
entre guerra, violencia y política. Estos son debates que conectan cuestiones morales
y éticas con problemas de realismo político. Tales reflexiones se basaron en el su-
puesto de que la acción bélica es una forma de continuidad del ejercicio de la política,
incluso en sus variables más extremas tales como la ejecución de actos de carácter
terrorista.
1. GLOBALISMO Y TERROR
El terrorismo puede ser entendido como un fenómeno ilegítimo desde la perspecti-
va de una lógica moral de las relaciones sociales; en especial, frente a las reglas de
conducción de los conflictos y la resolución de los mismos. Sin embargo, esta desca-
lificación de su carácter legítimo no debe enceguecernos ni impedirnos ver la continui-
dad y la transformación de la naturaleza política de su accionar. En el siglo XIX,
cuando emergió el moderno terrorismo, la lógica moral de su justificación era muy
semejante a la de la teoría moral de las guerras justas que habían elaborado los sacer-
dotes jesuitas y que se remonta al propio Santo Tomas de Aquino. Con base en este
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tipo de imprecaciones se justificaron las cruzadas que en el medioevo emprendieron
los cristianos contra los moros por la reconquista de la Tierra Santa, en sangrientos
episodios que hoy escasamente se recuerdan. Y también se justificó la evangelización
forzosa de los paganos, como la ocurrida en el violento proceso de conquista y coloni-
zación del Nuevo Mundo americano por parte de las potencias europeas y
específicamente de los portaestandartes de la cristiandad, España y Portugal. Desta-
cados teóricos como Michael Walzer (2001a; 2001b), han abundado en épocas re-
cientes en las implicaciones morales de la guerra y la violencia.
Desde luego que no sólo el terrorismo afecta la Gobernabilidad en el marco global
actual. También lo hace la continuidad, renuencia y profundización de las guerras
especialmente las caracterizadas como de nuevo tipo que han surgido sobre el suelo
de la fragmentación del Estado territorial, el renacimiento de los nacionalismos y el
revival del romanticismo naturalista posmodernista. En realidad, existen profundos
contextos culturales y societales que permiten el despliegue de una serie de disímiles
discursos justicialistas que justifican el uso de la violencia: sea esta revolucionaria;
justificada por la preservación de las Soberanías territoriales, la recuperación y defen-
sa de las etnicidades y los nacionalismos; o por los fundamentalismos religiosos y los
mesianismos ideológicos. En este último sentido se entiende el papel catalizador de la
violencia terrorista que las versiones radicales del marxismo y el anarquismo político
han jugado a lo largo de los últimos tiempos.
El terrorismo es en la actualidad un típico flagelo de época. Es también parte
sustancial de los actuales procesos de Globalización. Su influencia perturbadora se
presenta en las naciones más desarrolladas del planeta, existe también su influjo en las
sociedades de democracia “restringida”, en las naciones atrasadas; y es un rasgo
recurrente en las sociedades sometidas al mando dictatorial, civil o castrense. La
economía política, el trasvase cultural de las ideologías difundidas por todo orbe, el
sustrato moral de las clases sociales modernas, etc., ayudan a crear unas funciones
sincrónicas de la violencia social y política en el contexto transnacional.
En realidad, a lo largo del siglo pasado, las dinámicas más vívidas que retrataron el
terrorismo de estado provinieron de la configuración hegemónica del denominado
“Totalitarismo”, según expresión acuñada entre otros por Hannah Arendt. En efecto,
el fascismo europeo afincado en Italia y Alemania, desarrolló hasta sus últimas conse-
cuencias el modelo de Gobernabilidad basado en el predominio del Estado policial,
que anulaba hasta los últimos intersticios que separan la vida pública de la privada.
Este modelo de Gobernabilidad con algunas variantes fue aplicado igualmente en los
países en donde se hegemonizó durante un período determinado del siglo XX del
llamado “Socialismo Real” de extirpe Marxista-Leninista. Limitaciones severas a las
libertades de expresión y opinión, la centralización del poder político en un Partido de
Estado único que fusionaba en un sólo Stablishment las lógicas centralistas de lo
político, lo militar, lo cultural, lo científico, etc., generaron durante muchísimo tiempo
temas de actuación que permitieron el uso discrecional, abierto en algunas ocasiones,

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