El vacilante avance del ELN hacia la paz
| Autor | León Valencia |
| Cargo del Autor | Perteneció al Comando Central del ELN durante la década de 1980 y en 1994 participó en un acuerdo de paz con el gobierno colombiano para la desmovilización de un sector de esa organización |
| Páginas | 135-152 |
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El vacilante avance del ELN hacia la paz
León Valencia
Fue una sorpresa que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) tomara la iniciativa
de buscar un acercamiento en el exterior con el gobierno del presidente Álvaro Uri-
be Vélez a nales del año 2005. Precisamente con un gobierno que había prometido
derrotar a la guerrilla y había desatado la mayor ofensiva militar de los últimos 15
años. También fue una sorpresa que esta iniciativa se produjera en plena campaña
electoral, cuando el mandatario aspiraba a la reelección.
El ELN ha explicado que quería contribuir a cambiar el signo de esa campaña,
pues en la del 2002 la solución militar había sido el tema central. El ELN buscaba
que en la campaña presidencial del 2006 el tema de la salida negociada tuviera un
espacio importante. Dicho escenario solo podía lograrse si se comprometían o se
sentaban a negociar el tema de la paz con el presidente Uribe, obligándolo a tener
la carta de la negociación en sus manos en medio de la campaña.
En cierta forma lo lograron. Durante la campaña, Uribe se rerió en varias
oportunidades a la necesidad de adelantar negociaciones de paz con las guerrillas.
En el discurso de posesión, el siete de agosto de 2006, señaló que aún con el temor
de contradecir su política de seguridad democrática iba a acometer la búsqueda
de la paz. A los pocos meses de iniciado su segundo mandato, se atrevió a decir
que estaba dispuesto, incluso, a ir a conversar con Manuel Marulanda Vélez en las
montañas, ofreció un nuevo marco jurídico basado en el indulto y la amnistía en
el caso de que se iniciaran conversaciones y anunció la convocatoria de una Asam-
blea Nacional Constituyente como fórmula para coronar las negociaciones de paz.
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Colombia. La construcción de la paz en tiempos de guerra
Posteriormente, Uribe retiraría muchos de estos ofrecimientos cuando explotó
una bomba en el Cantón Norte en la última semana de octubre. La acción, atribuida
a las FARC, no solamente estremeció la principal instalación militar del país, en
plena capital de la República, sino que enfureció al primer mandatario que liquidó
de un tajo el nuevo discurso de reconciliación.
Los miembros del ELN explican su iniciativa de paz porque han visto un cam-
bio en América Latina y un ascenso de las fuerzas de izquierda en el continente y
ven allí una posibilidad de hacer política, de participar y fortalecer procesos alterna-
tivos. La explican igualmente por el avance que ha tenido la izquierda colombiana
en algunos cargos de elección popular, como la alcaldía de Bogotá, la gob ernación
del Valle, la alcaldía de Medellín de Sergio Fajardo –un gobierno que no se pue-
de considerar de izquierda, pero que tiene una actitud independiente frente a los
partidos tradicionales–, la alcaldía de Bucaramanga, la de Pasto y las de otras de
municipios menores.
Esas son las razones que hicieron que el ELN tomara la iniciativa de negociar
en el exterior. Pero hay otra razón de fondo. El ELN se ha situado por fuera de la
dinámica de la guerra que se desarrolla actualmente en Colombia.
El ELN se sitúa por fuera de la dinámica de la guerra actual
El ELN se ha colocado por fuera de la dinámica que el conicto armado colombia-
no ha adquirido durante los últimos diez años. Tres aspectos han caracterizado la
guerra en el país: un aumento exponencial de las nanzas de los actores armados, un
reclutamiento masivo de combatientes y un control a sangre y fuego del territorio
con desalojo de la población y repoblamiento de las regiones. Los paramilitares
y las FARC han obedecido este libreto punto por punto. También el Estado ha
seguido en parte esta nueva dinámica. En cambio, el ELN no ha entrado en esta
dinámica de la confrontación.
Los paramilitares se involucraron en el narcotráco, empezaron a vender cara
la protección que ofrecían a los empresarios del campo y acudieron a otras fuentes
de nanciación como la apropiación de tierras, el robo de gasolina, el saqueo de
los recursos del Estado y el blanqueo de dinero a través de empresas plenamente
integradas en la economía nacional. Carlos Castaño, sin duda el más grande jefe
paramilitar, reconoció antes de su muerte que el setenta por ciento de las nanzas
paramilitares provenía de la participación en el negocio de las drogas ilícitas. Por
su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos señaló que a comienzos
del siglo XXI regresaban a Colombia aproximadamente cinco mil millones de
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