El lenguaje de la violencia La prensa escrita, Los Partidos y la Iglesia. Medellín, 1950 - Núm. 1-2004, Julio 2004 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 77137818

El lenguaje de la violencia La prensa escrita, Los Partidos y la Iglesia. Medellín, 1950

AutorCruz Elena Espinal Pérez
CargoFilósofa, Magister en Docencia, Universidad de Antioquia
Páginas107-124

Este texto es un producto de la investigación "Cuerpos y controles. Formas de regulación civil. Discursos y prácticas en Medéúín, 1948A952" (2002), realizada con el apoyo de la Universidad EAFIT. La investigación se propuso realizar un estudio sobre la ciudad de Medellín en el periodo comprendido entre 1948 y 1952. El objeto de análisis se consolida en una historia del cuerpo, lograda a partir de la revisión de fuentes históricas brindadas por los archivos, así como del análisis de estudios realizados sobre Medellín sobre el periodo señalado. Según los objetivos propuestos, la indagación documental permitió visualizar un ideal de "ciudad" y un ideal del "cuerpo ciudadano". La construcción de dichos ideales derivó en la extensión de dispositivos reguladores y de control, en técnicas modernizadoras, y en la construcción del cuerpo y de las fronteras corporales.

"Filósofa, Magister en Docencia, Universidad de Antioquia. Docente e investigadora vinculada al Departamento de Humanidades de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad EAFIT.

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Para saber leer cualquier medio, en cualquier lenguaje, lo primero que hemos de aprender es quién es el propietario de ese medio y, a partir de ahí, se puede empezar a descodificar cada lingüística comunicacional.

Manuel Vázquez Montalbán,

Crítica de la Seducción Mediática

Introducción

El crecimiento de la ciudad de Medellín en el transcurso del siglo XX, tuvo que ver con el incremento demográfico de los pobladores y la inmersión del país en el sistema capitalista. De una parte, el aumento poblacional se puede explicar por la intervención de autoridades, médicos e higienistas que se ocuparon del control de las enfermedades; se debe además a la continua violencia en los campos, lo que conlleva desplazamientos cada vez más numerosos hacia la ciudad. Por otra parte, el proceso de industrialización que comienza en los años veinte, convierte la ciudad en centro de desarrollo, es decir, de mayor actividad comercial, vida social y urbana.

En los años cuarenta la ciudad de Medellín ya experimentaba la aparición de multitudes, el incremento de los desplazamientos provenientes del campo, el recrudecimiento de los conflictos sociales y la reconfiguración de la sociedad urbana, a través de ciertas dinámicas tecnoeconómicas. Todo este panorama se acompañó de una violencia generalizada.1

En la década de los cincuenta, la violencia política que vivió la ciudad se narra y describe en periódicos y revistas, a través de géneros como la crónica, la noticia, la entrevista, entre otros. Empero, la forma en que se presenta la información o los hechos devela intenciones, en ocasiones muy explícitas, que se relacionan con la filiación del medio escrito a uno de los dos partidos políticos hegemónicos: Liberal o Conservador.

Un análisis de los textos informativos y de opinión2 permite visualizar el uso de estrategias persuasivas, cuando el discurso se propone presentar acontecimientos políticos o personajes públicos relevantes para el destino de la ciudad. Este tipo de estrategias orienta la forma en que se construyen por ejemplo; las descripciones, los argumentos o las narraciones, y el estilo está determinado por un propósito y un auditorio al que se espera llegar. En los medios escritos analizados, como periódicos -El Diario, La Defensa y El Correo-, y el Semanario 9 de Abril, se presentan textos marcados de valoraciones provenientes de las ideas de Partido. A través de esas estrategias discursivas, los medios escritos fueron escenario de enfrentamientos, y evidenciaron las morales que agenciaron los partidos, la Iglesia y la prensa escrita.

1. La violencia en la ciudad

Todo esto tiene unos detalles pavorosos que no conocen los lectores, pero vamos a verlos para que así se aprecien más a fondo Page 108 las incidencias de la vida del monte, no tan trágicas, no obstante, como los crímenes que se cometían en los pueblos y en las ciudades. Allá había desfiladeros que caían a los ríos, y ríos que se llevaban los cadáveres o los tiraban a las playas, pero aquí había carros fantasmas que recogían hombres inocentes de la cárcel de La Ladera para darles el paseo aquel sin regreso, cuando no era fácil enterrarlos en los sótanos del penal o echárselos de abono a las hortalizas que comían los demás presos.

Fidel Blandón Berrio,

Lo que el Cielo no perdona

La violencia de los años cincuenta en Medellín se constituyó en un ejercicio de fuerzas en el campo de la acción social. Esta dinámica se ancló en el enfrentamiento entre los partidos políticos, enfrentamiento del cual no fueron ajenas la Iglesia ni la prensa escrita. En este sentido, la violencia fue una fuerza que atravesó la lógica de hacer política, religión y moral, y por ende incidió en las acciones cotidianas de los habitantes.

La violencia estaba generalizada en el Departamento de Antioquia. A manera de ilustración, en el periódico El Diario se leen noticias acerca de la violencia en los pueblos. En el año 1947 se habla del «terror azul» que habita Itagüí, Caramanta, Envigado, Bello y Pueblo Rico, y se señala que los agentes más peligrosos eran cuatro, a cargo de Eduardo Berrío, gobernador encargado.

En la década del cincuenta se recrudecen los desplazamientos; a causa de la violencia rural llegan a la ciudad, con mayor frecuencia, hacendados y campesinos huyendo del exterminio, de las muertes o las matanzas y de los enfrentamientos: «los labriegos, al ver llegar decenas de hombres armados de pistolas y mirando inquisitorialmente por todas partes, se llenan de miedo y muchos abandonan sus labores y se remontan" (El Diario, Abril 1, 1947, 1). Tanto en la ciudad como en el campo, la violencia somete al otro a una vigilancia oficial que lo desterritorializa; dicho en otros términos, tal fuerza sobre el otro imprime un quiebre fundamental con la memoria o la historia del sujeto agredido.

Ahora bien, el 9 de abril de 1948 -día que asesinaron a Gaitán en Bogotá-, en la ciudad de Medellín3 la turba paralizó el comercio, hubo enfrentamientos en barrios como Manrique, Boston, Coltejer, y en municipios como Itagüí, Bello, Caldas y Envigado. Fue atacado el Palacio de Calibío y el Palacio Municipal. En el periódico El Colombiano se narra que su sede estuvo hasta el amanecer bajo control popular; el periódico El Diario, en un titular, habla de más de 150 muertos y 500 heridos durante los sucesos. Además, el periódico conservador La Defensa -considerado ultraderechista por la influencia de Laureano Gómez- fue destruido. La muchedumbre se tomó la radiodifusora La voz de Antioquia, destruyó la biblioteca Bolivariana y realizó ataques a iglesias: San José, La Veracruz y La Candelaria. No sólo en esos lugares se produjeron incendios y saqueos, sino además, Page 109 en algunos almacenes de comercio (El Colombiano habla de cerca de 500, entre los que figuran los de Ospina Pérez ubicados en el centro de la ciudad). En los días siguientes se aumentaron los mecanismos de regulación y vigilancia en la ciudad, hasta que se derivó en una violencia generalizada.

Dos años después la ciudad era atravesada por camiones de soldados con detenidos de las bandas que enfrentaban el ejército en Urabá. Medellín experimentaba el ruido de los enfrentamientos sangrientos que dejaron numerosos muertos en pueblos y municipios; batallas como las de Betulia, Dabeiba y Anzá sirven de ejemplo: "Los camiones atravesaron el centro de la ciudad y se dirigieron al cuartel del batallón 'Girardot' en Villahermosa. Allí permanecieron los presos hasta esta mañana, cuando fueron conducidos a la cárcel La Ladera [...] para juzgar a eso detenidos (26 en total), serán convocados consejos verbales de guerra". (El Diario, agosto 29, 1950, 1). Son muchos los casos que dan cuenta del ambiente tenso y violento que vive Medellín; en el mes de marzo del mismo año se presentaron atentados. Según El Diario, en el cruce de la carrera Junín con la calle Colombia, un distinguido médico y Jefe liberal fue abaleado desde un automóvil en marcha, ocupado por un conservador de Envigado. Y a este atentado, se suman otros contra el mismo personaje, como el de una bomba de dinamita que estalló en la ventana de su casa.

Desde la perspectiva liberal, la violencia en la ciudad de Medellín estaba a cargo del "haz godo en acción": los atropellos de la policía y del ejército eran comunes, protagonizaban abaleos y asesinatos contra el pueblo liberal, especialmente en épocas de elecciones para impedir que sufragaran. Los medios liberales denuncian fraudes electorales por parte de los conservadores, que se proponían suministrar a su electorado sufragios en los comicios para concejales; cuestionan también la administración pública por otorgar cargos por filiación política.

Al parecer el gobernador José María Bernal4 fue amenazado de muerte en mayo del año 1947, hecho que para algunos fue factor determinante en el recrudecimiento de la violencia. En la ciudad se vivía, según El Diario, un ambiente de pánico, una especie de Estado de sitio no declarado, a causa del detectivismo, las continuas requisas y las violaciones de domicilios. A manera de ilustración, el propietario del bar Olaya Herrera, el señor Camilo Benjumea, recibió la orden de quitar el nombre de su negocio por evocar el recuerdo del presidente: «desde que ese café se llama Puerto Olaya los detectives y policías aplanchadores5 han estado yendo allí a hostilizar a la clientela» (El Diario, agosto, 25, 1950, 1). Por su parte, el periódico conservador La Defensa pública sobre conservadores atacados por liberales o gaitanistas: "dos conservadores baleados por un sujeto gaitanista en San Cristóbal ayer tarde...

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