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Acción, ética, política. Nuevos parámetros de reflexión en ciencias sociales

AutorAlberto Valencia Gutiérrez
Cargo del AutorProfesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Valle (Cali, Colombia)
Páginas41-108
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ACCIÓN, ÉTICA, POLÍTICA
Nuevos parámetros de reflexión en ciencias sociales
las grandes transformaciones
El historiador Eric J. Hobsbawm ha mostrado que los siglos de la
historia humana no empiezan exactamente el año 1 de una nueva
centena.1 Más que “periodos cronológicos” los siglos están jalo-
nados por acontecimientos o procesos que establecen configura-
ciones históricas singulares con un tiempo propio diferente al del
calendario. El siglo XIX, por ejemplo, “un siglo largo”, comenzó
con el estallido de la Revolución francesa en 1789 y terminó con
el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1913. El siglo XX,
“un siglo corto”, comienza con la Primera Guerra Mundial y la
Revolución rusa (que se produce como consecuencia directa de
la situación bélica del momento), y termina con el derrumbe de
los regímenes socialistas de Europa, Asia y África, que se vienen
al suelo uno a uno como un castillo de naipes entre 1989 y 1992.
El mundo que se configura inmediatamente después de la Pri-
1 Eric J. Hobsbawm, Historia del siglo XX, 1914-1991, Barcelona, Crítica, Gri-
jalbo Mondadori, 1996. Este libro constituye una de las fuentes principales de
algunas de las reflexiones que aparecen a continuación.
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mera Guerra Mundial es el mismo que se derrumba alrededor
de los años noventa.
El final del siglo XX coincide con grandes transformaciones
que imponen un giro radical a nuestra manera de llevar a cabo
la reflexión en el campo social y político. Estos cambios son, al
menos, cinco: la crisis de los totalitarismos, el derrumbe de los
socialismos, los procesos de globalización, la caída de las dicta-
duras militares en América Latina y el problema de la violencia
en Colombia, lugar desde donde se escriben los ensayos que
componen este libro. Cada uno de estos hechos compromete as-
pectos económicos, sociales, políticos y culturales, cuya manera
de pensarlos es necesario transformar.
la crisis de los totalitarismos
El totalitarismo se implanta inicialmente en la Unión Soviética
de Stalin en 1930 y en la Alemania nazi de Hitler en 1938, las dos
referencias paradigmáticas de este fenómeno político, según el
análisis fundador de Hannah Arendt.2 Sin embargo, de acuerdo
con la mayor o menor amplitud que se le dé al concepto se pue-
de considerar que el totalitarismo existe igualmente en la Italia
fascista, en la China comunista, en los países socialistas que se
organizan después de la Segunda Guerra Mundial en Europa
o, un poco más adelante en Asia, África y Cuba. Las dictaduras
militares de España, Grecia y Portugal, o los regímenes similares
de América Latina, comparten algunos de sus rasgos.
El totalitarismo consiste en la organización de un poder ab-
soluto (o total) en manos del Estado, que penetra con sus ten-
táculos hasta la entraña misma de la sociedad y representa la in-
versión de los valores básicos de la democracia y la anulación de
todos los mecanismos de control del uso arbitrario y omnímodo
del poder que le son propios. De aquí proviene precisamente su
2 Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, México, Taurus, 2004.
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nombre de poder totalitario: no hay división ni independencia
de poderes ni fiscalización mutua entre ellos ya que el poder es
uno solo; la voluntad del gobernante se convierte en ley supre-
ma; los mecanismos de representación ciudadana desaparecen,
y la sociedad civil, como ente autónomo frente al Estado, pierde
todos sus atributos.
El totalitarismo tiene, además, una serie de características que
lo singularizan con respecto a otras formas de poder autoritario:
una figura central (líder o dictador) que encarna y personifica el
poder; un partido único que se apodera del Estado; una ideología
que sirve de base de legitimación del poder; una policía política
que garantiza el control total de todas las actividades; una meta
única que define y orienta la acción estatal; una lógica del terror,
como instrumento permanente en manos de los dirigentes; un
sistema de propaganda basado en las modernas tecnologías de
los medios de comunicación.3 Las diferentes modalidades de
totalitarismo tienen algunos elementos comunes pero también
variaciones con respecto a la presencia o a la intensidad de cada
una de estas características generales.
El totalitarismo, como versión moderna de un sistema au-
toritario, es un fenómeno inédito de nuestra época, que no fue
conocido por los grandes clásicos de las ciencias sociales que mu-
rieron alrededor de la década de los veinte, y mucho menos por
Marx que vivió en una época un poco anterior. Podría afirmarse
que la posibilidad de que un régimen político de esta naturaleza
se implantara en el mundo, bajo todos los colores políticos, no
estaba en las predicciones de nadie.
El hecho es que la caída de los totalitarismos, tanto en sus
modalidades de derecha como de izquierda, cierra una modali-
dad de la historia humana, característica del siglo XX, en la cual
se ponen en juego los valores fundamentales de la democracia
política, que habían estado en el trasfondo de todo este proceso.
3 Mario Stoppino, “Totalitarismo”, en Norberto Bobbio y Nicola Matteuci, Dic-
cionario de política, México, Siglo XXI Editores, 1985, pp. 1622-1638.

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