Estado actual del debate - - - La inimputabilidad por trastorno mental. Un estudio de su determinación a partir de la racionalidad comunicativa y la teoría de sistemas - Libros y Revistas - VLEX 847211640

Estado actual del debate

AutorWilson Alejandro Martínez Sánchez
Cargo del AutorAbogado egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
Páginas111-158
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Capítulo II
Estado actual del debate
1. Origen y evolución del método mixto
Es realmente intrigante el dato de que aun cuando la arquitectura con-
ceptual de la inimputabilidad ha sido transformada, matizada, anada y
pulida, que aun cuando la teoría del delito ha redenido en más de una
ocasión sus categorías, que aun cuando los elementos estructurales de la
responsabilidad han sido reubicados dentro del sistema y que aun cuando
los métodos de elaboración y determinación del derecho dominantes han
cambiado como mínimo en cuatro ocasiones durante los últimos ciento
cincuenta años, la forma de determinación judicial de la inimputabilidad
por trastorno mental sigue estando amarrada al dictamen pericial, como
si el diagnóstico médico en este punto fuera por completo inmune a las
transformaciones de la teoría del delito.
Por supuesto, con ello no quiero signicar que la determinación
judicial de la inimputabilidad por trastorno mental haya permanecido
inmutable, pues la inuencia de las diferentes corrientes de pensamien-
to ha incidido para que, por periodos, el predominio de la racionalidad
médico-psiquiátrica en los basamentos de la teoría del delito se acentúe
o disminuya. Así, habrá de recordarse cómo, por ejemplo, para nales del
siglo XIX y principios del siglo XX, el auge del positivismo naturalista
inuyó en el nacimiento de la escuela positivista italiana, la cual se hizo
célebre por su intento de aplicar las teorías psiquiátricas de corte orga-
nicista para explicar el comportamiento delictivo, tratar de identicar
al criminal nato y justicar una concreta reacción judicial, denominada
medida de seguridad.
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La inimputabilidad por trastorno mental
Aunque ya a principios del siglo XIX, Guillermo Ferrus y François
Leuret habían planteado la existencia de impulsos psíquicos tan fuertes
que podían doblegar la conciencia, e incluso impulsar la voluntad hacia la
realización de conductas delictivas, la idea de llevar a cabo tratamientos
psiquiátricos a los criminales no empezó a dominar el discurso jurídico hasta
nales del siglo XIX.1 Ello debido a que solo entonces, y principalmente
a causa de la incursión del método positivo, la medicina pudo reaccionar
en contra de esa tradición psicológica de la enfermedad mental que había
preponderado desde Pinel, aduciendo en su contra que se trataba de una
doctrina indisciplinada, asistemática, especulativa, puramente teórica; en
n, excesivamente romántica.
En efecto, la tesis de Comte acerca de que en “las leyes de los fenómenos
es en lo que consiste, realmente, la ciencia, a la cual lo hechos propiamente
dichos, por exactos y numerosos que puedan ser, nunca procuran otra cosa
que materiales indispensables”,2 fue ampliamente compartida y aplicada en
los diferentes ambientes académicos y enraizó la idea de que el verdadero
espíritu cientíco debe centrarse en la observación de los fenómenos y no
en la imaginación ni en la argumentación: el objeto de la ciencia se halla en
la determinación de las leyes, esto es, de las relaciones constantes entre los
fenómenos.3 Como muchas otras disciplinas, la medicina no fue inmune
a la inuencia del positivismo; debido precisamente a la recepción de este
método, tuvo lugar una huida desde la medicina tradicional, encausada
por la teoría psicológica, hacia otras teorías más “cientícas”, orientadas por
la aplicación de los principios de la física y la química en el estudio de la
enfermedad mental.
En concreto, el gran salto hacia la psiquiatría organicista ocurrió
cuando “los médicos franceses propusieron que el foco de enfermedad se
hallaba en los tejidos de los órganos y, nalmente, cuando a mediados del
siglo [XIX], los investigadores alemanes localizaron la enfermedad en los
elementos innitos con que estaban construidos los tejidos: las células”.4
Desde entonces, y hasta ahora, no han cesado los intentos de un sector
1 ALEXANDER y SELESNICK, Historia de la psiquiatría…, p. 176.
2 COMTE, Discurso sobre…, p. 31 .
3 Ibid.
4 ALEXANDER y SELESNICK, Historia de la psiquiatría…, p. 186.
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de la medicina por buscar el origen orgánico de la enfermedad mental, al
proponer a lo largo de los últimos ciento cincuenta años diversas teorías,
la gran mayoría de ellas hoy reevaluadas, para explicar la dinámica y la
mecánica de las patologías mentales: los enormes logros obtenidos por
la ciencia, gracias a la aplicación del método positivo, y especialmente los
obtenidos por Darwin, gracias a su rigurosa aplicación en el estudio de la
biología evolutiva, estimularon en la medicina del siglo XIX el nacimiento
del gran movimiento psiquiátrico que aún hoy intenta entender la enfer-
medad mental a través de su observación en el campo de la genética, la
bioquímica, la neurología y la psicofarmacología.5
En Alemania, la reorganización universitaria que acompañó el proceso
de unicación realizado bajo el mandato de Bismarck dio el apoyo nece-
sario para la aplicación del método positivo al estudio de la etiología de
la enfermedad mental y, en el caso concreto de la Universidad de Berlín,
para que profesores como Wilhelm Griesinger se dedicaran concienzuda-
mente a la observación del comportamiento de las enfermedades mentales
a nivel orgánico y a la rigurosa sistematización de los datos obtenidos. En
Inglaterra, Henry Maudsley abordó el estudio orgánico de la enfermedad
mental en la misma línea de Griesinger, pero llegó más allá al armar que
incluso “el carácter viene determinado fundamentalmente por la estructura
del cerebro”.6 En Rusia, Ivan Petrovich Pavlov realizó invaluables apor tes
en cuanto a la clasicación de los diferentes tipos de personalidades, lo
que a la postre sería también decisivo al aplicarse en la conguración de la
teoría sobre el perl psicológico de las distintas categorías de delincuentes.7
En Italia, las obras de Enrico Ferri y Cesare Lombroso fueron célebres
por haber intentado aplicar el método de la psiquiatría organicista, así
como algunas de sus conclusiones, a la identicación de los delincuentes
natos. Al respecto, habrá de recordarse, por ejemplo, la exposición de Lom-
broso acerca de las características anatómico-biológicas que se presentan
de forma atávica en los delincuentes de carrera, que se ha convertido a lo
largo de la historia jurídica reciente en el paradigma del determinismo
5 Ibid., p. 191.
6 ALEXANDER y SELESNICK, Historia de la psiquiatría…, p. 194.
7 Me reero al modelo que clasica las personalidades entre categorías como: melancólicas,
coléricas, emáticas, sanguíneas, etc.

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