Acuerdos de paz y democratización: un modelo de cambio y problemas de representación
| Autor | Carlo Nasi |
| Páginas | 167-200 |
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Introducción
Las guerras civiles usualmente restringen el derecho de
libre asociación, a la vez que órganos no elegidos del Estado
(especialmente las fuerzas armadas) aumentan de tamaño,
ganan mayor autono mía frente a las autoridades civiles y
pocas veces rinden cuentas por sus acciones. Civiles inocentes
que han sido víctimas de abuso por parte de los cuerpos de
seguridad del Estado y de los grupos armados ilegales, rara
vez pueden acudir a las cortes u obtener alguna compensación
por los daños sufridos, por cuanto la guerra produce serias
distorsiones en el sistema de justicia. Aunque se lleven a cabo
elecci ones, la polar ización y la violencia frecuente mente
producen restricciones en la libertad de expresión, así como
amenazas y asesinatos de candidatos políticos.
Los acuerdos de paz transforman la relación Estado-socie-
dad en un sentido democrático, al abrir los canales de acceso
al Estado y permitir la introducción de una noción universa-
lista de ciudadanía. Pero ¿por qué dar tanta importancia a los
acuerdos de paz, si la violencia política es tan sólo uno entre
muchos factores que distorsionan los patrones de representa-
ción política? Este capítulo argumenta que las consecuencias
antidemocráticas de las guerras civ iles (lo que incluye a las
guerras de guerrillas) son cualitativamente diferentes y peores
que aquellas producidas por otros factores. Antes de abordar
este debate, quiero llamar la atención sobre el tipo de cambio
que se observa en los estudios de caso considerados aquí.
Cambio en los patrones de representación política
El gráfico 11 ilustra el tipo de cambio que se produce con
las aperturas democráticas y los acuerdos de paz:
Este gráfico sugiere que tanto las transiciones desde los go-
biernos autoritarios como los acuerdos de paz implican cam-
bios en términos de quién gana acceso al Estado. Defino por
“acceso al Estado” la capacidad de tomar (o al menos influir
en la toma de) las decisiones colectivas. En este gráfico, empleo
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c ar lo n as i
el calificativo de “régimen electoral” (en lugar de “poliarquía”
o “democracia”) para la fase 2, porque mi argumento es que
existe una incompatibilidad fundamental entre guerra civil y
democracia. También incluyó un signo de interrogación cerca
del término “poliarquía” en la fase 3, lo cual indica que los
acuerdos de paz son una condición necesaria pero insuficiente
para hacer la transición de “regímenes electorales” (fase 2) a
“poliarquía” en sentido pleno (fase 3).
Al transitar de la fase 1 a la 3 se reducen gradualmente las
barreras de acceso al Estado. Dado que las interconexiones
entre Estado y sociedad son complejas, es necesario intro-
ducir algunas consider aciones histór icas y a nalíticas antes
de seguir. La noción de representación se remonta a la Edad
Media, período durante el cual no tenía relación alguna con
las elecciones. En ese entonces, la representación era una mera
presunción: se trataba simplemente de una ficción legal que
permitió a monarcas y tiranos reclamar que ellos “encarnaban
al Estado” (Sartori 1987). La noción de Rousseau sobre la vo-
luntad general (volonté generale) como algo distinto de la suma
de las voluntades reales de los individuos reforzó la noción de
que podía haber representación sin elecciones, y en completa
ausencia de un acto de delegación de autoridad política.
La introducción de procedimientos electorales en Inglate-
rra durante el siglo xviii no estuvo inequívocamente ligada
con la representación: mientras que algunos senados en el Rei-
GRÁFICO 11
Cambio de régimen, aperturas democráticas y acuerdos de paz
FASE 1 FASE 2 FASE 3
RéGIMEN AUTORITARIO RéGIMEN ELECTORAL POLIARQUIA (?) y PAz
y GUERRA CIVIL y GUERRA CIVIL
ACCESO A LOS MECANISMOS ACCESO A LOS MECANISMOS ACCESO A LOS MECANISMOS
DE TOMA DE DECISIONES DE TOMA DE DECISIONES DE TOMA DE DECISIONES
COLECTIVAS: COLECTIVAS: COLECTIVAS:
ALTAMENTE RESTRINGIDO RESTRINGIDO ABIERTO
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Capítulo 4
no Unido fueron elegidos y derivaron su poder del pueblo, la
tarea de representación correspondía únicamente a la Cámara
de Representantes. Sólo con la Revolución estadounidense es-
tos dos términos se unieron y se volvieron interdependientes.
Como lo menciona Wood, fue allí donde
elección y voto se vuelven centr ales (no más incidentales)
para el proceso de representación. Para 1780, muchos esta-
dounidenses se convencieron de que só lo votando por un
funcionario podía una persona garantizar su sentido de ser
representada. (Wood 1992)
Las a nteriores distincio nes señalan la existencia de tres
posible s díadas correspon dientes a : a) representación sin
elecciones; b) elecciones sin representación; y c) elecciones
con representación, lo que se retoma a continuación.
Fase 1: Regímenes autoritarios y guerra
Los regímenes autoritarios (fase 1 del gráfico) correspon-
den a la versión rousseauniana de la representación, donde un
gobierno autoritario dice encarnar el “interés nacional”, sin
que ello tenga conexión alguna con la voluntad empírica de la
gente. Los regímenes autoritarios a veces obtienen altos niveles
de p opularidad me diante políticas e conómicas exitosa s, o
con la distribución de prebendas clientelistas, o con políticas
populistas y la exaltación del nacionalismo. En cualquier caso,
los gobiernos autor itarios impid en que e l pueblo (demos)
determine, por un lado, quién es tará a cargo de tomar la s
decisiones colectivas, y por otro, cuál será el contenido de las
diferentes políticas públicas. Por lo tanto, se observa aquí la
antigua noción de representación sin elecciones.
La fase 1 corresponde a las dictaduras militares de Centroa-
mérica . A pe sar de que e n ciert as ocasiones los militares
realizaron elecciones, la existencia de normas que restringían
sustancialmente la competencia política –además del recurso
al fraude y a la represión a gran escala por parte de los gober-
nantes autoritarios– usualmente llevó a la implementación de
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