Aproximación histórica - - - La inimputabilidad por trastorno mental. Un estudio de su determinación a partir de la racionalidad comunicativa y la teoría de sistemas - Libros y Revistas - VLEX 847211639

Aproximación histórica

AutorWilson Alejandro Martínez Sánchez
Cargo del AutorAbogado egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
Páginas1-109
1
Capítulo I
Aproximación histórica
Una teoría acerca de la manera en que podrían resolverse algunos de los
problemas relacionados con la determinación de la inimputabilidad por
trastorno mental requiere, previamente, una comprensión adecuada del
estado actual del método vigente. Para entender adecuadamente el método
vigente para la determinación de la inimputabilidad por trastorno mental
no basta una reconstrucción a partir de las técnicas y procedimientos al
uso. Además, es necesario tomar en consideración el proceso histórico a
través del cual este método ha llegado a adquirir la forma que tiene hoy
y, por esa razón, es indispensable aproximarse a su estudio mediante una
revisión de su proceso de evolución. En este primer capítulo se intenta
reconstruir en sus trazos más fundamentales el proceso de evolución
histórica del método para la determinación de la inimputabilidad por
trastorno mental, desde el nacimiento de las primeras formas racionales
de procesamiento judicial hasta el surgimiento de la pericia médica como
manera de determinación del estado mental del procesado utilizada hasta
nuestros días. Lo anterior, no sin antes advertir que la reconstrucción que
se presenta a continuación no es el resultado de una investigación llevada
a cabo a partir del hallazgo y estudio de evidencia histórica, sino que es
el producto de una lectura conjunta e integrada de la literatura más im-
portante disponible en materia de historia de la psiquiatría, historia de la
enfermedad mental e historia del derecho.
La inimputabilidad por trastorno mental
2
1. El preludio de la preocupación
por la capacidad mental del infractor
Durante la Alta Edad Media, la locura mantuvo un carácter que la identi-
caba como una entidad mágica que habitaba este mundo y cuya existencia
tenía el propósito divino de permitir la redención mediante el ejercicio
de la caridad, por parte de quienes la practicaban en la persona del insen-
sato.1 Durante esta época, la locura fue reducida por una visión cósmica,2
totalmente mística y profundamente religiosa, la cual le proporcionaba
ese elemento trágico que la comprendía no como algo interno que deter-
mina al hombre, sino como algo externo que lo posee. La inuencia del
maniqueísmo,3 debido en parte a la incorporación que de algunas de sus
creencias se había producido en el cristianismo —gracias, entre otras, a la
obra de san Agustín de Hipona—, desplazó la conciencia bioorgánica
de la demencia que había existido en la Antigüedad y acentuó, durante toda
la Edad Media, la idea demonológica de que la locura era consecuencia
de la posesión que sobre el alma del sujeto ejercían fuerzas diabólicas.4
A la caída del Imperio romano, todos los conocimientos sobre la enaje-
nación mental acumulados durante casi 1500 años de historia médica, desde
Esculapio5 hasta Galeno, fueron depositados en los monasterios europeos
y enterrados sobre el dogmatismo cristiano de la Iglesia católica. De no
haber sido porque “durante los primeros años de la era cristiana, cuando el
mundo occidental se enfrentaba a las hordas bárbaras, el Imperio bizantino
fue el depositario de la herencia grecorromana, tanto en medicina como en
otros campos culturales”,6 tal vez los importantes aportes de Hipócrates
1 Cfr. FOUCAULT, La historia… vol. 1, pp. 148 y ss.
2 La expresión es de Foucault, para caracterizar su visión de la locura en la Edad Media. Cfr.
FOUCAULT, La historia… vol. 1.
3 Doctrina de origen persa fundada sobre la creencia en el dualismo entre el bien, asociado
a todo lo divino y espiritual, y el mal, vinculado a lo terrenal y corpóreo.
4 ALEXANDER y SELESNICK, Historia de la psiquiatría…, p. 77.
5 Divinidad griega que ya aparece mencionada en los hexámetros de Homero en el año
1000
a. C., y que al parecer se trataba de un ser humano deicado, a cuyo culto se destinaron
innumerables templos a lo largo de toda Grecia, identicados con su símbolo: un bastón con una
serpiente enrollada (símbolo actual de la profesión médica). Al parecer trataba a los enfermos, y
entre ellos a los enajenados mentales, mediante tratamientos a base del sueño. Su inuencia se
extendió hasta los siglos VII y VI a. C.
6 ALEXANDER y SELESNICK, Historia de la psiquiatría…, p. 86.
Aproximación histórica
3
o de Pitágoras, entre muchos otros autores clásicos que abordaron el estudio
de la enajenación mental, habrían desaparecido para siempre.
Durante los casi diez siglos que tardó el redescubrimiento del legado
clásico que custodiaba el Imperio bizantino, la Iglesia católica no solo
mantuvo la religión como el centro de gravedad de la cultura, sino que,
además, al arrogarse la custodia de la herencia médica grecolatina, ter-
minó conscando la competencia de sanar el cuerpo y el alma de todos
sus eles, lo que con el tiempo, y ante el crecimiento de la economía de la
caridad que se impulsaba a causa de las innumerables pestes que asolaron
Europa, dio lugar a la construcción de los primeros hospitales: Lyon, en
542; Hôtel-Dieu, en 652, y Santa María de la Scalla (Siena), en 898.7 En
estos centros de misericordia, que estaban principalmente destinados a
los enfermos del cuerpo y no a los perturbados mentales, la “psiquiatría de
la Edad Media apenas puede diferenciarse de la demonología primitiva y
el tratamiento mental era sinónimo de exorcismo”.8 Situación que parece
obedecer, en gran parte, a que la creencia en explicaciones sobrenaturales
para la demencia avivó la idea de que, mientras los padecimientos del
cuerpo podían atenderse con la medicina, las enfermedades del alma solo
eran remediables desde la fe.9
Del estudio de la locura se ocupó entonces una teología que, tras
considerar al hombre como el centro del universo, asumió que “si una
persona estaba sana era porque así lo había dispuesto el cielo, y si estaba
afectada de locura era porque alguna fuerza externa, algún cuerpo celeste
debían haberle afectado”.10 De allí que no sea difícil entender por qué
existía la creencia de que la perturbación mental se debía al inujo de la
luna: astro que aparecía en la oscuridad de la noche, o sea, en un teatro al
que se asociaban fuerzas del mal, y del cual proviene el origen etimológico
del término lunático.11
En medio de esta sensibilidad que encontraba en la locura una explica-
ción profundamente religiosa, tuvo vigencia un derecho germano antiguo
7 Ibid., p. 87.
8 Ibid., p. 77.
9 Ibid., p. 93.
10 Ibid.
11 Ibid.

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