Archivos construidos y la vida de la atrocidad: paisajes urbanos coloniales, violencia y las secuelas de las historias dominantes - Parte 1. Los pasados presentes - La ilusión de la justicia transicional. Perspectivas críticas desde el Sur global - Libros y Revistas - VLEX 779274945

Archivos construidos y la vida de la atrocidad: paisajes urbanos coloniales, violencia y las secuelas de las historias dominantes

AutorYazier Henry
Páginas59-90
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Sueño mi sueño. Por roca y brezo y línea. Del imperio hacia el norte.
Una tierra desde Lions Head hasta la línea.
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Las tierras a conquistar están allá2. Los lósofos que discutían este último hecho no podían
escapar al hecho de que la colonización estaba avanzando en ese mismo instante.
Hombres (europeos) estaban conquistando, matando, dominando y esclavizando
a otros seres considerados igualmente humanos, aunque solo por pocos3.
* Para citar este artículo: http://dx.doi.org/./..
** Gerald R. Ford School of Public Policy. International Policy Center. African Studies Center.
University of Michigan-Ann Arbor.
Esta inscripción se encuentra en la estatua de Cecil John Rhodes, en la Universidad de Ciu-
dad del Cabo. Las palabras son las de Rudyard Kipling, y se refieren a su visión, como primer bri-
tánico laureado con el Premio Nobel, de la expansión del imperio británico a lo largo de África.
En la actualidad este monumento es motivo de discordia en la Universidad de Ciudad del Cabo.
Véase la campaña “Rhodes debe caer”, en esa universidad.
Esta inscripción, que se refiere a su visión de un imperio británico extendido por África, se
encuentra en la estatua de Cecil John Rhodes en Company’s Garden, Ciudad del Cabo. Como
parte de mi investigación, pasé muchos días y muchas horas escuchando las historias narradas y
las discusiones que se realizaban junto al monumento dedicado a Cecil John Rhodes. Este monu-
mento se encuentra en Company’s Garden, en el centro de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Michel-Rolph Trouillot, Silencing the Past: Power and the Production of History (Bacon Press:
Boston, 1995), p. 75.
Archivos construidos y la vida de la atrocidad
Paisajes urbanos coloniales, violencia y las secuelas
de las historias dominantes*
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Introducción
En este artículo argumentaré lo siguiente: primero, que la expresión de la his-
toria del desarrollo, tan central para la política contemporánea de la Repú-
blica de Sudáfrica, encuentra su poder fundante4 dentro de las continuidades
históricas y epistémicas de las temporalidades coloniales y del apartheid (la
época concomitante del “desarrollo” imperial y colonizador y la modernidad
del desarrollo). Segundo, que las secuelas de este violento poder fundante no se
han capturado y se extienden hasta el presente (la época posterior al apartheid
político-jurídico) del “Estado de desarrollo”. Tercero, que el concepto política-
mente impuesto de la “nueva nación” después de abril de 1994 no ha conse-
guido cumplir la promesa de responsabilizar por los horrores de la colonización
y el apartheid, a pesar de que el nuevo Estado ha creado un registro exhaustivo
de violaciones a los derechos humanos que es ocial y legal. Este registro es un
recuento minimalista connado a los parámetros legales del derecho interna-
cional humanitario () que está siendo implementado por el Estado de desa-
rrollo para enmascarar su promesa más general de derechos humanos con una
historia de “verdad, reconciliación5, desarrollo, generación y regeneración.
Cuarto, que las personas que habitan la geoesfera de la “nueva nación” llamada
Sudáfrica como colectividades dialógicas6 no han podido trascender el len-
guaje ocial de verdad y reconciliación, el lenguaje discursivo del desarrollo,
la regeneración y la negación, un lenguaje incapaz de transgredir los horro-
res del génesis de esta nación, y no han podido moverse hacia un lenguaje de
reconocimiento y reconocibilidad, un lenguaje nacido de este reconocimiento,
de la responsabilidad y del potencial restitutivo y reparativo. Quinto, que sin
un lenguaje de este tipo, capaz de expresar de manera más veraz el horror del
colonialismo y del apartheid, muchos de los daños constituidos e instituidos
durante esos periodos continuarán dándose. Sexto, si este tipo de lenguaje no
encuentra un lugar compartido y humanitario necesario para escuchar res-
ponsablemente, para escuchar de manera crítica cómo de maneras comple-
jas los términos materiales y las coordinadas epistemológicas que mantienen
la premisa moral de escuchar en las esferas públicas, no puede cohesionarse.
Uso la expresión poder fundacional para indicar la fuente sociocultural empleada para res-
paldar y autorizar metaéticamente la voz agencial de forma sistemática.
Para una descripción detallada de la evolución de estos términos en Sudáfrica véase: Informe
de verdad y reconciliación de Sudáfrica, vol. 1, cap. 4.
Véase Yazier Henry: “The Ethics and Morality of Witnessing on the Politics of Antje Krog
(Samuel) Country of My Skull”, en Ewald Mengel y Michela Borzaga (eds.), Trauma, Memory
and Narrative in the Contemporary South African Novel (Rodopi: Ámsterdam/Nueva York, 2012),
pp. 107-141.
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Y, séptimo, que, por lo tanto, la historia del descubrimiento, la creación, la civi-
lización y el desarrollo en el marco metaético de la narración, que habla sobre
los horrores constitutivos del colonialismo, el apartheid y el desarrollo, siguen
siendo las historias de la Ilustración europea, que silencian a los fantasmas que
permanecen allí en silencio (como: voz y enmudecimiento; sonido e inaudibi-
lidad; visión, reconocibilidad y ceguera).
La particularidad de Ciudad del Cabo7 como la ciudad arquetípica del
apartheid8 permite realizar inexiones, comprensiones y lecciones más gene-
ralizadas y que se pueden extrapolar a otros lugares de conicto en el mundo,
que en principio comparten terribles historias de colonización y modernidad
de desarrollo, como precursores y antecedentes de la noción contemporánea de
Estado. Ciudad del Cabo, como ciudad y como lugar fundacional simbólico,
continúa encontrando maneras de reproducir de nuevo la violencia adminis-
trativa embebida en su lenguaje fundacional. Ciudad del Cabo ha implemen-
tado exitosamente, durante los últimos veinte años, un sistema administrativo
que reproduce otra forma de violencia física, social y psicológica de división
social, económica y política, que normaliza la ahora compleja naturaleza de un
derecho chovinista implementado y desplegado como “el Imperio de la Ley”.
La colonialidad postapartheid del Estado de liberación continúa su evolu-
ción a lo largo de las líneas creadas durante la constitución del apartheid y de
los sistemas coloniales (el Estado colonial y el Estado apartheid). La vivida
materialidad de la violencia en esta ciudad9 tiene voz. Hacer que esta voz sea
audible desde lo legal, lo político y lo socioestructural no solo indica el poder
agencial para hacerlo, sino que también indica la presencia de justicaciones
Ciudad del Cabo es la sede actual del Parlamento Nacional y es la capital legislativa de la
República de Sudáfrica. Fue el primer lugar de asentamiento físico durante la colonización cor-
porativa holandesa desde 1652, y eventualmente fue ocupada por los británicos desde 1806
(segunda ocupación británica). Durante una fase anterior de transición política, los británicos
establecieron la Unión Sudafricana en 1910, en la que se amalgamaron las repúblicas Bóeres (que
habían establecido los colonos afrikáneres-holandeses, franceses y de otros lugares de Europa
continental), la Colonia Natal y la Colonia del Cabo, después de derrotar a los bóeres durante
las guerras anglobóeres. La Unión Sudafricana unificó a los colonos británicos y de otros lugares
de Europa bajo un solo órgano político, que eventualmente creó la República de Sudáfrica del
Apartheid en 1960.
Para una historia detallada de la creación de Ciudad del Cabo como ciudad del apartheid
véase: Western, John. Outcast Cape Town. (Minneapolis: U of Minnesota, 1981).
Al igual que para muchas ciudades alrededor del mundo, tan impactadas por los proyec-
tos imperialistas de Europa y fundadas con base en una modernidad violenta justificada como
un procedimiento “civilizador”, los procedimientos contemporáneos concebidos bajo los térmi-
nos más generalizados de justicia transicional ofrecen lecciones importantes para quienes nos
preocupamos por la continuidad violenta y la abyecta justicia. Bien sea que estas ciudades estén
ubicadas en África, Sudamérica o en el Sudeste de Asia.

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