El capital
Autor | Ramón Abel Castaño Tamayo |
Cargo del Autor | Abogado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia y economista de la Facultad de Ciencias Económicas de la misma universidad. |
Páginas | 65-82 |
capítulo 5
El Capital
Defi nición
El capital y la renta
La tecnología: la revolución tecnológica
Tecnología de la información
La revolución de la informática
La dependencia tecnológica
IDEAS ECONÓMICAS MÍNIMAS
66
Ramón Abel Castaño T. - Humberto González G.
1. Definición
Hemos defi nido el capital como sinónimo de medios de producción, o sea como
aquellos bienes producidos por el hombre y sustraídos al consumo para apli-
carlos a una ulterior producción.
En el proceso de producción, el trabajo humano se aplica a los recursos natu-
rales, bien sea directamente, sin la utilización de herramientas, como ocurre en
las actividades más primitivas, en las que más bien que de produc ción podría
hablarse de extracción o de captación, o bien, empleando herramientas y equi-
pos, cuyo objeto es reducir el esfuerzo, aliviar la fatiga y multiplicar la efi ciencia
del trabajo. La forma y las potencialidades de las herramientas y equipos han
evolucionado prodigiosamente, desde los instru mentos más primitivos como el
arco, la fl echa y el hacha de sílex del hombre de las cavernas, has ta los vehículos
espaciales, los computadores y los micro procesadores de la era electrónica.
La formación del capital se logra por el ahorro, que consiste en abstenerse de
consumir parte de los bienes producidos o del ingreso pe rcibido, para au mentar
el acervo de capital; pero el ahorro en sí mismo no es un factor de produc ción,
si se atesora dentro o fuera de las fronteras o si se aplica a la sola especulación
fi nanciera; para que sea productiva en sentido social, es neces ario que el ahorro
se aplique mediante la inversión, al proceso de producción de bienes y servi-
cios. La inversión, en sentido económico (no especulativo-fi nanciero) es todo
incremento del acervo de medios de producción; puede hacerse directamente
por la misma persona que ahorra, como es el caso del agricultor que dedica
parte de su tiempo libre a la desecación de un pantano para aumentar el área
cultivable, en lugar de aplicarse al descanso, o el del ebanista que fabrica un
nuevo torno. También invierten directamente las empresas que reservan par te
de sus ganancias para la compra de nuevos equipos, y el gobierno que emplea
parte de sus ingresos a la construcción de nuevas obras de infraestruc tura. Pero
el ahorro de las familias e instituciones sin fi n de lucro adopta en primer lugar
la forma de títulos de ahorro productores de renta, emitidos por las entidades
fi nancieras, y sólo indirectamente se invierte a través de dichas entidades, me-
diante préstamos a interés hechos a los empresarios de la producción, pero
muy frecuentemente se dedica a operaciones meramente especulativas, con
mengua del proceso de producción.
Desde los tiempos más remotos la humanidad ha aplicado parte de su produc-
ción a conformar y a acrecentar el acervo de bienes de capital que cada gene-
ración recibe en herencia de la anterior y trasmite a la siguiente. Es e acervo está
conformado por todas las plantaciones agrícolas del planeta, los canales, los
caminos y ferrocarriles los equipos de transporte, las fábricas, etc.
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