Carta a los lectores - Núm. 86, Enero 2016 - Colombia Internacional - Libros y Revistas - VLEX 728958089

Carta a los lectores

AutorCarlo Nasi
CargoEditor Colombia Internacional
Páginas13-14
13
Carta a los lectores
Comienza 2016, un año lleno de retos difíciles para el país. El principal de ellos
será culminar exitosamente las negociaciones de paz con las FARC, lo que daría
inicio al posconicto. Si las negociaciones llegan a buen término y son raticadas
por la mayoría de los colombianos, se producirá un hito histórico: por primera
vez en más de cincuenta años tendremos paz. Una paz imperfecta, claro, pero
cuya importancia no se puede desestimar.
La paz será imperfecta porque incluye una dosis de impunidad grande
para los perpetradores de delitos graves. Gústenos o no, ese es el costo que hay
que pagar en toda negociación de paz. Si, incluso, en las instancias claras de
“justicia de vencedores” hubo castigo para apenas una pequeña fracción de los
perpetradores de crímenes de guerra (piénsese en Alemania y Japón como paí-
ses derrotados y ocupados por las fuerzas aliadas luego de la Segunda Guerra
Mundial), resulta inverosímil pretender que en Colombia, donde las FARC no
fueron doblegadas, se apliquen sanciones drásticas a todos los que cometieron
delitos atroces.
A su vez, con la paz no se trata (ni mucho menos) de “entregar el país al
terrorismo”, acusación que va en contravía de toda evidencia. Ni el alcance de los
acuerdos de paz da para pensar en un vuelco institucional que nos conduzca a
desvirtuar a nuestras instituciones, ni el endeble apoyo social del que gozan las
FARC permite anticipar que llegarían al poder por la vía democrática en el corto
o mediano plazos. Para que las FARC obtengan el favor de las mayorías (si es
que algún día lo logran) deberán primero recorrer un largo trecho, que incluye
dejar de lado las autojusticaciones y distanciarse de su propia historia violenta.
De lo que se trata con la paz imperfecta es de demostrar que somos ca-
paces de resolver nuestras diferencias políticas sin matarnos los unos a los otros.
Nuestra democracia funcionará bastante mejor sin toda la interferencia genera-
da por la guerra en materia de asesinatos, atentados, secuestros, intimidación,
“boleteo”, amenazas y demás. Por supuesto, persistirá la criminalidad, pero en la
medida en que ya no existan territorios controlados por las guerrillas, el Estado
estará en mejores condiciones de enfrentarla. Además, si se desmovilizan las
FARC, el gobierno podrá concentrar recursos en combatir la criminalidad, en
vez de dispersarlos en labores contrainsurgentes.
La paz también signicará una oportunidad única para poder saldar la
deuda histórica que tiene el país con las zonas rurales olvidadas, y la consoli-
dación allí de condiciones favorables para la inversión, la creación de empresa

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