Diseño de Elecciones colectivas y Agregación de Preferencias: Del Miedo y la Retórica a la Teoría de Juegos y el Neuromarketing - Núm. 16, Julio 2013 - Revista Via Inveniendi et Iudicandi - Libros y Revistas - VLEX 521619426

Diseño de Elecciones colectivas y Agregación de Preferencias: Del Miedo y la Retórica a la Teoría de Juegos y el Neuromarketing

AutorMarco Fidel Zambrano Murillo
CargoMagíster en Sociología, Docente titular de la Facultad de Gobierno y Relaciones internacionales, de la Universidad Santo Tomás-­-Bogotá.
Páginas80-109

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Introducción

La primera posibilidad de construir decisiones colectivas en las sociedades humanas, se realizó mediante la fuerza y la violencia, contundente y directa, de unos hombres en contra de otros. La historia del contrato social evidencia que las sociedades humanas no han logrado la cohesión social como resultado de la voluntad de los asociados, o de una claridad moral compartida que les permita valorar las ventajas de la asociación política. Para lograr la cohesión, los ordenamientos políticos han utilizado instrumentos externos, diseñados para coaccionar a los humanos a asociarse. Estos instrumentos externos de cohesión han devenido en instrumentos de dominación, generando un nodus en donde no es posible enfrentarse a la dominación sin erosionar la cohesión social.

El objetivo de esta modelación en la adopción de decisiones colectivas generalmente se encuentra encaminado a garantizar la aceptación, por parte del conjunto de la sociedad, de políticas y medidas que no siempre se encuentran a favor de sus

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aspiraciones morales de libertad, bienestar y justicia. Las tecnologías contemporáneas mediante las cuales se influye en la dirección, calidad y naturaleza de la agregación de preferencias se alejan cada vez más de los ideales republicanos que centraban durante el siglo XIX y parte del siglo XX sus esperanzas en la deliberación racional, informada y democrática como mecanismo para realizar la agregación de preferencias. El fortalecimiento de un nuevo tipo de ingeniería política, crecientemente refinada, inaugura nuevas formas de autoritarismo y dominación que no centran exclusivamente su operación en la violencia, el miedo2y las estrategias discursivas, sino en diseños complejos de plataformas de decisión colectiva, que generalmente cooptan las posibilidades sociales de apertura democrática y desarrollo social.

Desde los tiempos de la Polis griega hasta el siglo XXI de la era cristiana podemos distinguir cinco grandes etapas de las tecnologías de modelamiento delas decisiones colectivas. Un primer periodo de miedo, un segundo de retórica, un tercero de teorías de decisión racional, un cuarto de teoría de juegos y acción colectiva y un quinto periodo, marcado por las teorías cognitivas del neuromarketing y la economía emocional. El cambio en las tecnologías de modelamiento ha dependido del conocimiento acerca de cómo funcionan los mecanismos de decisión en los seres humanos y de los instrumentos efectivos con los cuales han contado los dispositivos de poder en cada sociedad para influir en componentes diferenciados que hacen parte de la función de decisión de los agentes. Cada tecnología de modelamiento responde entonces a las configuraciones particulares mediante las cuales se ejerce el poder en cada sociedad. Una visión panorámica muestra que estas tecnologías tienden a confluir sin excluirse entre sí. De esta manera siempre es posible que, dependiendo de las

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circunstancias, regresemos a las etapas más primigenias y aterrorizantes en tanto se experimentan al mismo tiempo, sofisticadas tecnologías de modelamiento.

I La etapa del miedo

La violencia es la negación de toda palabra (Zapata, 2001, 65). En los albores del tiempo solo estaban el hombre y la naturaleza, se plantea en la pieza cinematográfica Valhalla Rising (2009)3. Poco se necesitaban las palabras ya que, ante la ausencia de una segunda naturaleza (social), era la fuerza física, ejercida sin piedad, la que definía los puntos de vista que predominaban sobre los hombres. Durante un largo lapso de la existencia humana, la violencia fue el instrumento que definió el destino de los humanos. Los tiempos en donde se ha intentado controlar socialmente la violencia son en verdad pequeños comparados con el mar de violencia que los antecedió. El efecto central de la violencia es el miedo. Desde un punto de vista psicoanalítico el miedo es una emoción de defensa ante una amenaza externa, la cual busca evitarse para protegerse.

Todo miedo se encuentra relacionado de diferentes maneras con el temor a la muerte. Si bien el miedo es consustancial a la existencia humana, podemos ubicar un periodo, desde el siglo XVI al XVIII4, donde se muestra de manera racional e intencional como factor estructurante de las decisiones colectivas. El giro que en este sentido inaugura Tomas Hobbes (1588-1679) es en verdad importante. Ya no se trata de usar la violencia para destruir y someter al otro sino de amenazar con la violencia para producir miedo a fin de desactivar la violencia misma; es un tipo de auto inmunización lógica en donde se invoca un factor (V1) para producir otro factor (M1) que desactiva

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finalmente el primer factor, el cual en virtud de este proceso queda parcialmente desactivado y transformado (V2). La violencia (V) no desaparece pero se dosifica desde la estructura estatal a fin de producir una emoción (Mv) que permite para reducir la violencia misma (Vr).No es que el miedo no se haya utilizado antes, lo nuevo es que en esta ocasión se teoriza y se estructura en una función de modelamiento del comportamiento colectivo:

“… el miedo, esa pasión racionalizante e imaginativa, secular y moderna no desaparece con la creación del estado soberano; lo que se conquista con el Leviatán es la seguridad pues está muy claro que para Hobbes la paz, es seguridad y nada mas pero l miedo sigue allí, latente, serpenteante, omnipresente y justificando una estructura de mando y obediencia que de otra manera seria imposible mantener… el devenir del estado y la pervivencia de la soberanía , se siguen fundamentando en el temor, el temor a lo que el mismo creó, al castigo que puede derivarse de las acciones u omisiones si es que se viola las leyes, rompe los órdenes constituidos o intenta desobedecer , disentir o revelarse; si incurre en alguna forma de desobediencia, esta actitud lo situaría por fuera del orden, en los márgenes de la sociedad, en el limbo de la indeterminación y con todo el peso del estado soberano sobre su propia humanidad. Por eso es el miedo el que mantiene al individuo su-jeto al orden establecido y en una estructura determinada de mando y obediencia… (Uribe, 2002,39-40)

La primera elección que realizan los agentes en el contrato social es limitar su capacidad de ejercer violencia persuadidos por una capacidad de violencia mayor. La

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primera agregación de preferencias del hombre en la estructura social no es libre, es fruto de la coacción. Este hecho es por decirlo de alguna manera, el pecado original de la agregación de preferencias. El problema surge cuando esta coacción se extiende más allá del ámbito de la autolimitación de la violencia, transformando el mecanismo del contrato social en un pacto de dominación. De esta manera la primera agregación de preferencias se realiza para neutralizar las agregaciones de preferencias mismas, las cuales quedan desnaturalizadas en virtud el temor. En otras palabras, la primera decisión colectiva deviene en la clausura de las decisiones colectivas mismas. Sino no se restringe la limitación originaria de la libertad de los agentes a la primera capa del contrato social, se termina por negar el contrato mismo. Si la coacción originaria no es usada para que los agentes puedan vivir en libertad no tiene sentido hablar de agregación de preferencias o decisiones colectivas. Esta es la sombra totalitaria que se erige en la relación entre el miedo, el contrato social y los sistemas decisiones colectivas. Una vez descubierto el mecanismo solamente una decisión moral puede inducir a que lo usemos en beneficio de los agentes, no en contra de ellos.

Tanto Nicolás Maquiavelo (1469-1527) como Hobbes, con coordenadas similares e intensidades diferenciales, ubican en el miedo el factor esencial para modelar el comportamiento político inicial de los agentes5. Maquiavelo, con el imperio romano y la Italia medieval como telón de fondo, elabora el primer modelo teórico para influir en las decisiones de los pueblos a fin de garantizar la viabilidad y estabilidad del orden político. Hobbes, con la guerra civil inglesa en el corazón, es prácticamente empujado a teorizar sobre aquello mismo que lo aterroriza. Si bien desde los griegos se habían elaborado reflexiones sobre el arte de gobernar, es con Maquiavelo en donde la

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reflexión política se orienta de manera nítida a la visualización de un conjunto de técnicas dirigidas a influir en las decisiones de los gobernados. Este conjunto de técnicas se centran en el engaño, la crueldad, la bondad calculada, la búsqueda de la verdad política, el cultivo de la reputación y el uso efectivo de la fuerza (Torres, 2010, página 98 y ss) a fin de infundir miedo, evitar el odio, garantizar bienes materiales y en lo posible, generar un amor limitado por parte de los gobernados. El miedo como estructurante del orden político es justificado por el florentino sobre la base de una lectura del ser humano, el cual es concebido como:

“… un ser egoísta, movido por sus propios intereses y… ambiciones y expectativas políticas, por si capricho, por su búsqueda de placer y poder y por su racionalismo utilitarista de las cosas y los hombres… el ser humano no es… impulsado por grandes ideales… sino por una predecible racionalidad política utilitarista. Más que vida eterna busca satisfacción terrena. Más que salvación, busca su egoísta satisfacción…” (Torres, 2010, 109)

Frente a un ser humano insaciable y sin capacidad para desarrollar principios morales en su sistema de decisiones, el camino difícilmente puede ser diferente al uso indiscriminado del terror como estrategia de control social. Es significativo resaltar que esta caracterización de la naturaleza del ser humano se utiliza para justificar la centralización de...

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