Competencias directivas y virtudes: un camino a la excelencia. - Vol. 33 Núm. 143, Abril - Abril 2017 - Estudios Gerenciales - Libros y Revistas - VLEX 693039793

Competencias directivas y virtudes: un camino a la excelencia.

AutorSerrano, German
CargoEnsayo

Management skills and virtues: A road to excellence

Competencia gerencial e virtudes: um caminho para a excelencia

  1. Introduccion

    Las competencias directivas como medio para perfeccionar las habilidades para un mejor desempeno profesional constituyen el punto central del debate actual sobre lo que hacen las organizaciones para conseguir el crecimiento y desarrollo profesional y personal de sus miembros (Popescu y Popescu, 2012).

    Aunque desde el punto de vista exclusivamente tecnico el enfoque puede ser acertado, no esta claro en que medida ese desarrollo de habilidades, destrezas o capacidades contribuye a un autentico crecimiento de la persona. El asunto esta en establecer si las competencias, por si mismas, poseen un peso especifico capaz de promover tal crecimiento, o si se reducen a una simple herramienta tecnica que facilita la realizacion de unas determinadas tareas.

    Cuando se hace referencia a la direccion, el asunto adquiere mayor relevancia, pues se trata tanto de la persona (directivo) como de su capacidad de influir en el mejoramiento de sus dirigidos, argumento que se introduce en el campo de la moral (Brown, 2011). De esta forma, el directivo tiene la responsabilidad de compatibilizar el logro de unos resultados economicos que garanticen la permanencia de la organizacion, con el desarrollo de las personas a el encomendadas (Rego, Vitoria, Magalhaes y Pina e Cunha, 2013).

    Teniendo en cuenta la envergadura del tema y el desarrollo del mismo que presenta la literatura, se llevo a cabo un estudio en donde se utilizo una metodologia cualitativa de tipo descriptivo interpretativo, incluyendo la comparacion de dos modelos, uno de competencias directivas y otro desde las fortalezas humanas; cada uno con origen diferente, pero con la misma identidad de proposito: uno proveniente de la psicologia positiva y el otro de la antropologia filosofica. El objetivo de esta reflexion es analizar como las competencias pueden ser elevadas a un nivel que permita al directivo cumplir de manera simultanea su desarrollo tecnico y moral que impacte su propio ser, y a la vez que contribuya al auge de la organizacion mediante el crecimiento y el desarrollo de sus dirigidos.

    El hilo conductor de la reflexion plantea en primer lugar la descripcion de las virtudes intelectuales aristotelicas, desde la clasificacion de los saberes liberales (Millan, 1961); luego se incluye la propuesta de la psicologia positiva en este campo (Peterson y Seligman, 2004); a continuacion se analiza una version de corte antropologico (Bosch y Cardona, 2010), y finaliza con unas conclusiones.

  2. Marco teorico

    El surgimiento del concepto de competencia directiva ha abierto caminos que permiten definir y precisar las habilidades que realmente se han de poseer para ejercer la funcion correspondiente. A partir de este planteamiento y de acuerdo a la preparacion academica y la experiencia profesional de quien hace esta reflexion, nace el interes por revisar trabajos relacionados con el tema desde las virtudes aristotelicas y las competencias directivas.

    Aristoteles, desde hace 25 siglos, desarrollo ampliamente el tratado de las virtudes morales, en cabeza de la filosofia griega; las instalo en la base de la Etica, ciencia que regula y orienta el comportamiento moral de las personas en todos los ambitos de la sociedad; mas adelante encontro la clave del trabajo directivo, originandose los terminos gobierno y gobernante, que en el momento actual aun ocupan un lugar de privilegio en la agenda de los estudiosos del management (Serrano, 2016). La funcion directiva y la formacion de quienes la realizan han sido una preocupacion milenaria.

    Aunque las virtudes morales aristotelicas (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) son fundamento para el ejercicio de la direccion, las virtudes intelectuales (arte, ciencia, prudencia, sabiduria e intelecto), tal vez menos conocidas, permiten tambien descubrir esos comportamientos observables y habituales llamados competencias. En ultimo termino, las virtudes son, por definicion, disposiciones o habitos que encausan la conducta humana hacia la busqueda de lo bueno (Marti, 2012).

    Segun el planteamiento aristotelico, una virtud es un punto medio entre dos extremos que refleja un estado de caracter humano y se expresa mediante acciones voluntarias, es decir, realizadas a sabiendas, ni coincidentemente ni obligado por fuerzas externas. Tambien se considera que las virtudes estan presentes en algun grado al nacer, aunque pueden ser adquiridas a traves de la educacion, autoaprendizaje y practica repetitiva hasta que su expresion se hace habitual (Irwin, 1998).

    Por otra parte, la direccion es una funcion de gobierno que exige, de quienes la ejercen, la capacidad para gobernar, y aquello que se gobierna es, esencialmente, personas. En efecto, la tarea de dirigir lleva consigo la habilidad para coordinar, orientar, encauzar esfuerzos y arbitrar el trabajo de quienes desempenan las diversas tareas en la empresa hacia el logro de unos objetivos comunes que la organizacion se ha propuesto. Como senalan Llano y Polo (1997), dirigir es conseguir cambiar la conducta de otros a fin de que hagan lo que hay que hacer. Y para ello se requiere que el directivo, ademas de contar con una serie de habilidades tecnicas, desarrolle las virtudes que le proporcionan la solidez y el caracter requeridos (Llano, 2002).

    Cuando Aristoteles escribe la Politica no hace otra cosa que realizar un tratado sobre el gobierno de la ciudad (polis); su contenido es justamente la funcion directiva. Es asi que define cuales son las cualidades que requiere un gobernante para ejercer bien su funcion. Por su parte, la direccion por competencias se concibe como una manera de ayudar a mejorar las habilidades (cualidades) de quienes dirigen las organizaciones (Serrano, 2011).

    Aristoteles identifico tres campos del saber: teoria, practica y tecnica. Llevado a la empresa, cabrian en esta categoria los conceptos tecnicos cientificos relacionados con campos como economia, administracion y direccion de empresas; incluiria tambien los conocimientos especificos que intervienen en los procesos de fabricacion -quimica, fisica, biologia-, y las mismas ciencias sociales que aportan el conocimiento acerca de la persona humana. En la vision aristotelica el gobernante ha de poseer un conocimiento teorico del hombre--saber politico--toda vez que, aun siendo este de caracter especulativo, al mezclarlo con la prudencia politica hace posible la direccion de la vida civil (Serrano, 2011).

    Es evidente que el directivo requiere de conocimientos tecnicos relacionados con el campo en el que se desenvuelve su negocio, tanto los que tienen que ver con los procesos productivos como los que de una u otra manera puedan afectar la marcha de la empresa, como por ejemplo todo lo referente a la normatividad juridica. Este tipo de cosas pertenecen al campo del saber tecnico que, siguiendo a Millan (1961), comprende la virtud del arte (techne). Dicha virtud trata sobre la produccion de objetos, entendidos estos no solo como productos fisicos, bienes y servicios, sino que se puede extender, en el ambito de la empresa, a aspectos tales como el diseno de la organizacion, la elaboracion de los procesos de calidad, el establecimiento de normas y politicas, etc. En el sentido mas amplio, comprende todos los elementos basicos para su funcionamiento y gobierno. De esta forma, cabrian aqui todos los elementos que Perez Lopez designa como el sistema formal de la organizacion: el conjunto de reglas establecidas de manera explicita y consciente para regular las actividades requeridas a cada uno de sus miembros (Perez Lopez, 2000).

    Pero, como senala Llano (1996), la actividad del directivo es fundamentalmente praxis. Es frecuente caer en el error de relacionar la ensenanza de la direccion con el concepto de saber mas, cuando en realidad de lo que se trata es de saber hacer; si bien los conocimientos pueden ser de mucha utilidad, el directivo lo que necesita es capacidad para hacer mas y mejores cosas. Con todo y la importancia que revisten los conocimientos teoricos y tecnicos, estos resultan insuficientes a la hora de dirigir; aunque tambien seria un error caer en la posicion extrema de desestimarlos completamente. Lo cierto es que una empresa es mucho mas que estructuras, procesos y sistemas; entenderla de esa manera seria caer en el reduccionismo del enfoque mecanicista.

    Como se ha indicado, la vida del directivo es praxis, y esta se ejerce mediante la virtud intelectual de la prudencia, la misma que Millan (1961) denomina el saber propio del gobernante. No obstante, cabe aclarar que segun la interpretacion de Millan la prudencia politica en Aristoteles comprende dos partes: la prudencia arquitectonica de corte teorico, una especie de conocimiento especulativo que mira a lo general, y la prudencia practica de tipo ejecutivo, orientada a la accion, que mira a lo particular. En el ambito de la empresa se diria que cuando el directivo se enfrenta a una decision, si bien debe mirar el caso particular para comprender su naturaleza y poder ofrecer una solucion, antes debe conocer ciertos aspectos generales sobre lo que es una empresa, como funciona, los principios que la rigen, etc. Dicho conocimiento generico, aunque esta orientado a la accion, es ante todo conocimiento especulativo que pertenece a la prudencia arquitectonica.

    Las consideraciones anteriores permiten entrever la relacion que existe entre ciencia y prudencia, entre teoria y practica. Cierto es que la razon de ser del oficio directivo es de naturaleza eminentemente practica, pero tambien es verdad que para su ejercicio se debe reunir un minimo acervo de conocimientos, sin los cuales seria imposible gobernar. De otro lado, en el ambito de las escuelas de negocio hay quienes defienden la tesis de que la direccion de empresas tiene mas de arte que de ciencia; una afirmacion pole mica que tiene tantos adeptos como detractores. Sin necesidad...

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