Crisis cultural y crisis política
Autor | José Rodríguez Iturbe |
Páginas | 200-218 |
9.Crisisculturalycrisispolítica
Lacampañanorteamericanade2016mostróunliderazgoconcarenciadegrandeza.
NiDonaldTrump ni HillaryClintonse presentaron, antesuselectores y anteel
mundoqueseguíaconinteréslosincidentesdelaconfrontación,comoposeedores
delasdotesexcepcionalesquecaracterizanaunestadista.Porelcontrario,pusieron
derelieveunamarcadacapacidadparalapolíticadepequeñocabotaje.Losdebates
televisivosentrelosaspirantesadirigirlanaciónmáspoderosadelaTierralucieron
comolapruebadequeestamosantelarealidaddelBajoImperio:crisismoral,crisis
ciudadana,crisiscultural,crisispolítica.YcuandoladecadenciadelBajoImperiose
visualizaesunaseñalmás de que estamosviviendo,aunquenosiempretengamos
concienciadeello,ellargo,dolorosoycomplejoprocesodeuncambiodeépoca.
Políticadevalores:concienciaciudadana
Labarbarieacrítica,utópicayconciertadosisdedegeneraciónsocial(porelagresivo
y contumaz rechazo del derecho natural de algunos de sus más importantes
exponentes)pareceestarypuedeestar—quieraDiosquedeverasnoesté— muy
cerca,históricamentehablando,alavueltadelaesquina.Suacechoalpodernoes
un delirio, ni una ficción. Y, mientras tanto, el ciudadano común se muestra
anonadado,torpealno encontrar quién leseñaleopcionesnile abra caminos. Se
refleja,así,amenudo,laimagendeunasociedaddeladesconfianza,enlacuallos
desconfiadostienensubalandravaradaenelmardelossargazosdeladuda.Duda
sinclaridad.Dudaamarga,paralacualtodoproyectoculturalypolíticoserioesuna
sombrainconvenienteporladesordenadaambicióndelosegoísmos.Dudaqueno
llegaasuperarlabarreradelosdiagnósticosyremedios.Duda,enfin,queseafinca,
en el cuestionamiento de lo que ha percibido y sufrido como expresión de lo
público.
No es una cuestión accidental, ni marginal. Hannah Arendt destacó cómo la
organización social de las esferas de lo público y lo privado se hace, desde el
clasicismohelénico,enfuncióndelotro.Así,enlapolis,seafirmabalaprimacíade
lopúblicosobreloprivado.Elciudadanoateniensesolodabaunplenosentidoasu
existenciaviéndolainsertadaenladinámicadelapolis,delaciudad-Estado.Enlas
formas corruptas de Gobierno (tiranía, oligarquía, demagogia), se daba, por el
contrario, la primacía de lo privado sobre lo público. En la actualidad, quienes
niegan la licitud de lo público ejemplifican aquello que Norberto Bobbio ha
llamado “el reflujo político” (2001, pp. 96 y ss.). El desarraigo es, también, sin
duda,consecuenciadelafaltadeeticidad,delaausenciadereferenciahistóricaydel
malestar por no llegar a ser lo que de veras tenemos posibilidad de ser, con un
frenesídecopiarmodelosquecambian,periódicamente,unotrasotro.
Elenraizamiento soloadquiere plenitud en un mediosocial determinadocomo
consecuencia de una opción no solo política sino prioritariamente moral. El
compromisoenprodelbiencomún suponeunaaretéciudadana.Los deberespara
con Dios y los demás tienen un tiempo, el tiempo de la existencia singular y
comunitaria que, además, posee siempre un preciso marco histórico. Alguien ha
dicho,enelperiodopos-Guerra Fría, que el tiempo del imaginario modernoesel
tiempo del mercado financiero. Es un tiempo signado por el momentum y la
sincronía, por la simultaneidad de la coyuntura. Así, el tiempo histórico, que se
requiereparaladeliberaciónen prodelabúsqueda delosconsensosdemocráticos,
está cuestionado por la prelación de los instrumentos de la sociedad del
conocimientopuestosenfuncióndeladinámicaeconómica.Eltiempopolítico,que
eseltiempoporantonomasiaparaladeliberación,eseltiempoparalaconstrucción
social. No es un tiempo de momentaneidades sino de continuidades. Sin
continuidad,sinduración,nohayposibilidaddeinstitucionalidadverdadera.
El reconocimiento de la dimensión histórica del comportamiento moral del ser
humano no debe llevar a una relativización de las obligaciones y de las
responsabilidadeséticas.Serequiere,enlaactualidad,unavueltaalaafirmaciónde
valores. Se requiere una política que sea expresión de valores, planteados y
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