Democracia y formas de sociabilidad política en Colombia - Acción, ética, política. Nuevos parámetros de reflexión en ciencias sociales - Libros y Revistas - VLEX 857250390

Democracia y formas de sociabilidad política en Colombia

AutorAlberto Valencia Gutiérrez
Cargo del AutorProfesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad del Valle (Cali, Colombia)
Páginas301-334
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DEMOCRACIA Y FORMAS DE SOCIABILIDAD
POLÍTICA EN COLOMBIA1
la situación colombiana
Toda consideración sobre la sociedad colombiana contemporá-
nea, de carácter sociológico o filosófico, debe partir —directa o
indirectamente— de un problema central, referencia inevitable
si quiere dar cuenta efectivamente de la realidad nacional, o en-
contrar un atisbo de solución: se puede observar en Colombia,
en muy diversos planos de su estructura social, una combinación
de formas de violencia con formas democráticas, que no se puede
reducir a una simple yuxtaposición de prácticas contradictorias
1 La Fundación para la Filosofía en Colombia, en el marco de lo que fue el “am-
biente posconstituyente” después de 1991, momento de promulgación de la
nueva Carta Constitucional, llamó a un concurso de ensayo filosófico con el
tema “Situación actual y valores para una ética ciudadana”, con el fin, según la
invitación, de “estimular la reflexión sobre nuestra realidad desde la filosofía”.
Es importante que el lector tenga presente que este ensayo, finalista del concur-
so, pretende responder a estas exigencias, con la elaboración de las bases teóri-
cas mínimas para la construcción de una “ética ciudadana”, en las condiciones
concretas del caso colombiano.
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o excluyentes, ya que entre ellas existe un vínculo de necesidad
y de interdependencia.
Esta idea podría sustentarse de múltiples formas como ya
lo han hecho algunos investigadores.2 En Colombia, durante el
siglo XX, las dictaduras militares fueron escasas y de corta du-
ración: todos los países suramericanos han pasado por largos y
sangrientos periodos de predominio militar mientras Colombia
ha logrado sostener el carácter civil del régimen, pero a costa de
mantener altas dosis de violencia; las libertades civiles, la libertad
de expresión y de organización, la libertad sindical se conservan
y se sostienen así convivan con la persecución de líderes sindi-
cales, la muerte de periodistas, o la desaparición y el asesinato
de líderes políticos. Con excepción del periodo comprendido
entre noviembre de 1949 y el plebiscito de diciembre de 1957,
las elecciones se suceden de manera periódica y regular así cada
una de ellas vaya acompañada de su cortejo de violencia; a dife-
rencia de casi todos los países latinoamericanos, la violencia cu-
yo origen está en los aparatos represivos del Estado es solo una
fracción de la violencia total, que está conformada en su mayor
parte por formas privadas de violencia, o por acciones cuyo ori-
gen está en la propia sociedad civil; el Estado mismo participa
muchas veces, a pesar de ser actor de violencia, en campañas que
pretenden erradicarla o prevenirla. Muchos otros argumentos
podrían encontrarse en la misma dirección.
2 Daniel Pécaut, Orden y violencia: Colombia 1930-1953, Medellín, Fondo Edi-
torial Universidad EAFIT, 2012, pp. 26-27. Estanislao Zuleta en su ensayo “La
violencia política en Colombia” (Colombia: violencia, democracia y derechos hu-
manos, Bogotá, Altamir Ediciones, 1991, p. 157), para referirse a la presencia de
unas formas democráticas atravesadas por el terror habla de una “democracia
enigmática”. Los miembros de la Comisión para el estudio de la Violencia en
Colombia (Colombia: violencia y democracia, Bogotá, Universidad Nacional,
1987), si bien establecen los términos de la oposición, democracia-violencia, no
postulan la existencia de un fondo común a estas dos formas de relación social,
ya que consideran que la erradicación de la violencia sería la consecuencia de la
extensión de la democracia (“la democracia es el antídoto contra la violencia”,
afirman muy a menudo en el libro). Esta es precisamente la idea que queremos
criticar en este ensayo.
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Para algunos la violencia es el resultado del cerramiento del
régimen político, de la existencia de una democracia restringi-
da, que al no ofrecer iguales posibilidades de participación a los
diferentes actores políticos, los obliga a permanecer al margen
del sistema y a apelar a medios violentos de intervención. Una
ampliación de la democracia sería entonces la solución al pro-
blema. Hay que reconocer que esta es una respuesta posible pe-
ro insuficiente, ya que reduce la violencia al aspecto puramente
político de la lucha por la conquista o la defensa del poder y
desconoce que una de las más importantes características de la
violencia colombiana es su arraigo en otros ámbitos distintos a lo
propiamente político: lo social, lo privado, los múltiples espacios
de la “sociedad civil”.3
Creemos por el contrario que, en el caso colombiano, violen-
cia y democracia no son dos términos extremos y excluyentes,
sino dos elementos necesarios el uno al otro, que deben por con-
siguiente entenderse como los dos polos de un problema común.
Existe en Colombia una forma de “sociabilidad política” que
combina simultánea y necesariamente formas de reconocimiento
y exclusión del “otro”, entre las cuales se sostiene un equilibrio
precario que muchas veces ha desembocado en formas violentas,
tal como se puede ver a través de múltiples ejemplos históricos,
entre los cuales pueden citarse: la historia del bipartidismo co-
lombiano y la violencia que de allí se deriva directamente en los
años cincuenta; la oposición que se establece, en los años poste-
riores a la Violencia, entre el bloque de los partidos tradicionales
agrupados bajo el Frente Nacional, y los demás sectores políticos
excluidos de hecho y constitucionalmente de cualquier forma
de participación política; la permeabilidad del tejido social a la
aceptación y a la asimilación de las prácticas violentas del narco-
tráfico; el desarrollo del fenómeno del sicariato en el marco de las
formas culturales más tradicionales y más religiosas del país. La
3 Esta es una de las tesis centrales del libro Colombia: Violencia y democracia men-
cionado en la nota anterior.

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