Diez cosas que nunca nos dicen sobre la paz y la guerra - Cómo construir sociedades. Diez cosas que nunca nos dicen sobre la paz y la guerra - Libros y Revistas - VLEX 850311641

Diez cosas que nunca nos dicen sobre la paz y la guerra

AutorÓscar Guardiola Rivera
Páginas19-154
– 19 –
Diez cosas que nunca
nos dicen sobre
la paz y la guerra
Cosa 1: La democracia tiene como
objeto sustituir la guerra total por
una guerra ritual
Ello signica reconocer y organizar las prácticas me-
diante las cuales una sociedad se compone a sí misma,
incluyendo las prácticas violentas, con el n de evitar
que estas se separen de la sociedad y se devuelvan
contra ella al ser impuestas desde arriba por parte de
quienes hablan de la necesidad de contener a un “ene-
migo interno”, real o imaginario, con la pretensión de
acabar con el mal en la sociedad.
Quienes hablan de tal manera abusan del lenguaje,
minan la conanza y la voluntad que dan origen y
legitimidad al orden social, y contribuyen a nuestra
incapacidad para pensar y responder en forma práctica
Cómo construir sociedades
– 20 –
a los males que nos aquejan. Es más, quienes hablan
de tal manera desde dentro del establecimiento y creen
que al hacerlo contribuyen a su existencia y conser-
vación, a la del orden, el bien y la razón, en verdad
niegan el mal y a la sociedad, y al hacerlo contribuyen
no a su conservación, sino a su destrucción. Son malos
conservadores, y peores ortodoxos. Ello porque la suya
no es la palabra correcta que dialoga, conserva en el
diálogo, y contribuye a la superación práctica de los
males mediante la búsqueda de la verdad, el uso común
de la imaginación creativa y la acción razonable.
Al contrario, su acción está guiada por lo que podría-
mos llamar el “sueño de la razón”, tomando a préstamo
un término acuñado por Francisco de Goya, para quien
el sueño de la razón “produce monstruos”. En su graba-
do del mismo nombre, de 1797, el pintor español que
abrazó los ideales de igualdad, fraternidad y libertad
de la Revolución francesa, en contra de muchos de sus
compatriotas, expresa su horror profundo a la vista de
las masacres del terror. La imagen nos muestra a un
hombre a quien ha vencido el sueño en su escritorio.
Se cubre la cabeza, pesadamente posada sobre la mesa,
con los brazos, mientras le rodean las creaturas de pe-
sadilla que desde la noche del mundo se agitan para
horadarle la testa, murciélagos vampiros, búhos que
le acechan, y un gato —¿por qué no llamarle Teodoro
Adorno?— haciendo sus cosas de gato.
Las diez cosas de este libro son cosas de gato, del
gato que observa rígido e inmóvil un punto en el aire
en el que para la mayoría de nosotros no habría nada:
ni conanza, ni orden, ni conicto, ni paz, ni nada de
nada. Las señoras inglesas, cuenta Cortázar, dirían que
el gato ha visto un fantasma matinal. ¿Qué vio entonces
Óscar Guardiola Rivera
– 21 –
el gato de Goya? El sueño que pinta Goya no es solamen-
te aquel que corresponde al habernos quedado dormidos
en la oscuridad de la noche o al amanecer, mientras
ocurrían las masacres. Por supuesto que el sueño de
quienes dormitan mientras algo terrible ocurre ya tiene
mucho de trágico. Pero más sobrecogedor y terrible es
el segundo signicado: no es el eclipse de la razón el
que produce monstruos, sino su momento más brillante
y poderoso, cuando el sol se encuentra en el cenit del
cielo y la razón fantasea pesadillas. Es entonces cuando
la razón puede desatar la violencia, que no es otra cosa
sino los demonios de la imaginación.
La razón, lo sabemos, como todas las demás institu-
ciones humanas —como la ley y el orden, el mercado
y el intercambio, la escritura y el arte— provienen de o
fueron establecidas al mismo tiempo que la religión. Es
en tal sentido que se arma, por ejemplo, que quienes
abusan del lenguaje y minan la voluntad general con
el n de conquistar el mal para lograr el bien, lo hacen
con el pretexto de que es necesario dirigir la violencia
común en contra de algún chivo expiatorio. Pero ni
toda religión ni toda institucionalidad se sostiene en la
rme creencia de que es necesario negar el mal, o los
males, tan humanos como estos sean, en un momento
nal de redención y trascendencia de todo lo huma-
no, visto como erróneo o maldito, cuya condición es
la negación violenta y colectiva del chivo expiatorio.
Por ello cabe decir que la democracia cumple con
su cometido cuando en vez de negar el conicto o re-
bautizarlo de manera eufemística, cómica y absurda, lo
nombra, y al hacerlo, lo contiene. Esto es lo que hace
una constitución democrática. En tal sentido, la demo-
cracia y sus instituciones son lo contrario de y aborrecen

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR