Díez Ripollés, J. L. (2015). Delitos y Penas en España. Madrid: Los Libros de la Catarata
Autor | Fernando Velásquez Velásquez |
Páginas | 219-222 |
219
ISSN: 2027-1743 / 2500-526x [En línea], julio-diciembre de 2016
Reseñas y recensiones
Díez-Ripollés, J. L. (2015). Delitos y Penas en España. Madrid: Los
Libros de la Catarata. 222 p.
Al coincidir, y no de casualidad, con las conmemoraciones lle-
vadas a cabo en diversos países para recordar la aparición en forma
anónima, en 1764, del libro “De los Delitos y de las Penas” escrito
por Cesare Beccaria, el catedrático español José Luis Díez Ripollés
ha publicado un texto destinado al examen de los “Delitos y Penas
en España”, que recoge múltiples publicaciones suyas aparecidas
a lo largo de más de veinte años en diversos periódicos regionales
y nacionales, en revistas y hasta en libros colectivos, que él ha teni-
do el cuidado siempre de ubicar y actualizar con un párrafo inicial
al comienzo de cada pasaje.
El título no podía ser el más adecuado, porque a lo largo
de nueve capítulos –este expositor y gran pensador, quien ha
incursionado con gran éxito en los terrenos de la dogmática
penal, la criminología y la política criminal, desde su cátedra en la
Universidad de Málaga–, se ocupa de problemáticas tan actuales
como las siguientes: la racionalidad de la política criminal; los
datos de la criminalidad; la gestión de los castigos; la difícil
disposición de la vida propia; el asedio a la libertad sexual; el
saqueo del territorio; la lucha contra las drogas que, con sobrada
razón, y como gran experto, entiende como la contumacia en el
ciudadanos problemáticos.
Por eso, este combatiente de las ideas, defensor a ultranza de un
derecho penal liberal y de garantías (cuyos principios reivindica
una y otra vez), comienza por abordar y cuestionar el sistema de
solo piensa en la pena de prisión y echa de menos una verdad
que una justicia dura (p. 67). Pena por antonomasia que, repárese,
se impone de manera inhumana, degradante, desproporcionada
y draconiana (pp. 14, 25, 43, 49, 68, 90, 98, 103, 106, 110, 113 y ss.
y 143).
Y, de la mano de lo anterior, muestra como el populismo pu-
nitivo ronda por doquier: “el Código Penal se ha convertido, en
manos de nuestros agentes políticos, en un formidable instrumen-
to de propaganda, con el que se encubren políticas defectuosas de
cualquier signo mediante una desmedida explotación de emocio-
nes colectivas” (p. 10). De ahí que las reformas penales contempo-
ráneas en España aparezcan lejos, muy lejos, de la política criminal
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