Editorial - Núm. 43, Julio 2020 - Revista de Economía Institucional - Libros y Revistas - VLEX 850479503

Editorial

AutorAlberto Supelano
CargoUniversidad Externado de Colombia
Páginas4-13
Revista de Economía Institucional
4
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del Banco de Suecia, que el lobby político y universitario popularizó
como premio Nobel de Economía, contrariando a su fundador, Alfred
Nobel, quien quiso honrar los logros en la ciencia, la literatura y la
búsqueda de la paz.
Quienes no se limitan a ver pasivamente la televisión, a leer pe-
riódicos o revistas que alguna vez fueron independientes y críticos
–hasta el punto de que se los llamó el “cuarto poder”–; quienes in-
tentan evitar sus sesgos de “selección y de confirmación” y se atreven
a buscar distintas fuentes de información y a cotejarlas, a diferenciar
los hechos de las opiniones y a llegar a juicios propios –hasta donde
es posible– saben que diversos estudiosos expresaron puntos de vista
distintos y a veces contrarios a los de tales expertos, y pusieron en
guardia contra sus malas predicciones y sus yerros. Pero carecían de
prestigio académico e influencia política, pues se enfrentaban a las
opiniones consagradas, así como de fondos para investigar porque la
búsqueda de conocimiento no da ganancias inmediatas y porque la
ciencia ha sido atacada desde todos los flancos del espectro político y
es desacreditada hasta hoy por grupos de interés que difunden la mala
ciencia para crear confusión en forma deliberada y sacar provecho.
Algo semejante sucede con la pandemia actual, causada por el
SARS-Cov-2, que no es un “cisne negro” sino una pandemia lar-
gamente anunciada, cuyo posible brote fue advertido por grupos de
científicos que, en laboratorios de varios países, estudiaban y com-
partían información sobre la estructura molecular y el genoma de los
virus causantes de las epidemias más recientes –SARS, influenza A,
MERS– y sobre sus mecanismos de trasmisión. Sus innumerables
trabajos fueron ignorados o desestimados por los gobernantes y diri-
gentes de las últimas décadas, o simplemente tachados de alarmistas.
También anunciaron la pandemia periodistas científicos que hicie-
ron trabajo de campo en países con brotes de zoonosis –enfermedades
transmisibles por las especies animales a los humanos– como David
Quammen, quien a comienzos de la década pasada escribió un libro
sobre el ébola y otro sobre la próxima pandemia humana–; o que
entrevistaron a enfermos y al personal sanitario, como Laurie Garrett
–quien en The coming plague, su libro sobre las epidemias en Bolivia,
Sudán, Sierra Leona y Zaire– publicado en1994, hace más de un
cuarto de siglo, advirtió qué sucedería cuando estallara una pandemia
global y de qué carecería el mundo cuando tuviese que enfrentarla.
No solo la anticiparon personas con inclinación científica sino
autores más populares: novelistas de ciencia ficción –un género que
menosprecian los amantes de la gran literatura– y cineastas, como

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