Educación universitaria
| Autor | Fernando Hinestrosa |
| Páginas | 13-21 |
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EDUCACIÓN UNIVERsITARIA*
Colombia necesita restaurar sus instituciones jurídicas, tan sólidas que
nos han permitido, mal que bien, conservar la fisonomía y los ideales de Estado social
de Derecho, no obstante las arremetidas persistentes y feroces
del terrorismo y la subversión de diversos orígenes y direcciones.
Pero, adicionalmente, necesita elaborar el derecho del presente-futuro,
más que como normatividad, como cultura, como mentalidad.
FERNANDO HIN E S T R O S A
de la confianza ciudadana en el Estado y
en la normativa. Sin embargo, por otros
aspectos, la indisciplina social, el egoísmo
absoluto y una rebeldía anárquica hacen
patente y patético un estado de anomia que
exige reformular el pacto social y refrendar
los fundamentos de la sociedad civil.
El optimismo de la nueva aurora de liber-
tad y entendimiento no ha de cegarnos ni
hacernos caer en la falacia de que el devenir
espontáneo, dejado al juego de la compe-
tencia y a las reglas del mercado, implicará
desarrollo, con el que se resolverán de suyo
los problemas de la miseria, la desigualdad
y la discriminación social.
La nación colombiana, enclaustrada en el
dogmatismo y la represión, aislada desde
1886, cincuenta años después trató con brío
de abrirse, de modernizarse, de acompasar
sus ideas y su funcionamiento a las corrientes
solidaristas. Infortunadamente el impulso de
una generación romántica y visionaria se vio
sacrificado y truncado por la violencia ofi-
cial, secundada por el maniqueísmo político
convertido en orden mundial. Sectarización,
lucha por la supervivencia, acomodamiento,
pactos, perdones, y olvidos, distribuciones
1. Es un lugar común la afirmación de
que el mundo, y concretamente Colombia,
han cambiado rápida y profundamente en
el último lustro. Sin embargo, es útil, por
decir lo menos, recordarlo, hacerlo presente,
en especial a quienes piensan que los mo-
vimientos “sísmicos” que se iniciaron en
Europa en 1989 y la escalada de renovación
y participación que se desencadenó para
entonces en nuestra patria fueron fogonazos
pasajeros, sin mayor trascendencia.
La humanidad de este fin de siglo –que,
así solo fuera para resaltar la ruptura acon-
tecida, cabría afirmar que pertenece ya a un
nuevo milenio– pretende ser más democrá-
tica, pluralista, participativa, solidaria. La
disolución de los totalitarismos políticos
–así el vacío de dicho absolutismo esté
siendo llenado por los fundamentalismos
religiosos– ha abierto nuevos espacios al
ciudadano, considerado como individuo, a
la vez que como miembro de las formacio-
nes sociales en cuyo seno desenvuelve su
actividad. Asistimos a un rescate del Dere-
cho; a su recuperación como instrumento,
ciencia, técnica y arte de la convivencia, la
composición y la justicia; a la restauración
* El papel de la universidad frente al nuevo Derecho”, ponencia presentada al Seminario Inter-
nacional “Justicia y Desarrollo, Agenda para el Siglo X X I ”, Bogotá, 20 a 22 de abril de 1994,
organizado por el Departamento Nacional de Planeación.
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