Empoderamiento, descolonización y democracia sustantiva. Afinando principios ético-políticos para las diásporas Afroamericanas - Núm. 12, Julio 2013 - Revista CS de Ciencias Sociales - Libros y Revistas - VLEX 521802022

Empoderamiento, descolonización y democracia sustantiva. Afinando principios ético-políticos para las diásporas Afroamericanas

AutorAgustín Lao-Montes
Páginas53-84

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Introducción

“El problema del siglo XX es el problema de la línea de color”, declaraba a principios del siglo pasado el eminente intelectual Afroamericano William E.B. Du Bois (Du Bois, 1903). Dicha máxima probó ser profética y reveladora de la centralidad de la cuestión racial y del problema del racismo en los dramas principales de la época. Ésta, igualmente, puso de maniiesto el protagonismo histórico de los pueblos y poblaciones africanas y Afrodescendientes en los desarrollos más importantes del mundo moderno, sobre todo en las gestas por la libertad e igualdad que son los valores orientadores de cualquier proyecto de justicia y democracia. Hoy, en los umbrales del siglo XXI, tras las luchas de independencia que lograron la descolonización formal de África y el Caribe en las décadas de 1950 y 1960, luego del movimiento de años 60 y 70 por los derechos civiles y el Poder Negro —con centro en los Estados Unidos pero de inluencia mundial—, y después de la conferencia mundial en contra del racismo y formas conexas de discriminación —celebrada en Suráfrica en 2001, a inicios de la década dedicada por la ONU a los Afrodescendientes— la cuestión étnica y los problemas de la desigualdad y la discriminación racial todavía están entre los retos principales para un proyecto de sociedad donde primen la equidad real y la democracia sustantiva.

Este artículo está dividido en tres partes. En la primera parte se explorará el signiicado histórico de las diásporas Afroamericanas. En la segunda, se discutirán brevemente los principios ético-políticos de descolonización, democracia y liberación, a la luz de la centralidad histórica de los sujetos de la africanía moderna. La tercera parte, inalmente, comprenderá algunas observaciones prác-ticas sobre las implicaciones de la perspectiva descolonial afrodiaspórica tanto para la formulación de políticas públicas como para la teoría y política de los movimientos sociales Afrodescendientes.

La diáspora africana como modernidad alterna

Elaborar una perspectiva afrodiaspórica requiere revisar nuestra memoria histórica colectiva y la deinición misma de diáspora. Dicha mirada puede dirigirse desde dos ángulos principales que, juntos, dibujan dos historias entrelazadas: una de dominación y opresión, y otra empoderamiento y li-beración.

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La palabra griega diáspora signiica dispersión, lo que evoca una larga historia de violencia, desarraigo, destierro, desplazamientos forzados y sobre-explotación.1Las historias que construyen y los hilos que tejen la diáspora Africana como una población translocal/transnacional2están directamente relacionadas con la institución de la esclavitud y la permanencia, luego de la abolición, de desigualdades en la distribución de riqueza, de exclusión social y política, y de desvalorización cultural de los sujetos africanos y afrodiaspóricos. El duro drama del desplazamiento forzado que vive cotidianamente un porcentaje considerable de los Afrocolombianos es signo de continuidad con un largo proceso de dispersión y destierro que comenzó con la trata esclavizadora, y que continúa hasta hoy día como resultado de una pluralidad de procesos de guerras, genocidios y crisis económicas y ecológicas.

En su conjunto, estos fenómenos han creado una condición estructural en el sistema-mundo moderno que mantiene a África como un continente en perpetua pobreza, a pesar de sus inmensas riquezas humanas y de recursos, y a la mayoría de los Afrodescendientes en una situación de desigualdad económica, discriminación racial y cultural y falta de poder político. Se considera importante resaltar dichas conexiones con África en tanto éstas no son simplemente culturales, sino que apuntan también a la localización subalterna del continente africano en el sistema-mundo moderno/colonial, a través de un largo camino de sobre-explotación y desigualdad económica que va desde la trata esclavista y la esclavitud de plantación a la globalización neoliberal (Rodney, 1988; Ferguson, 2006). Esta condicion histórica, denominada “racismo estructural”, tiene dimensiones institucionales y cotidianas.3

La diáspora africana, no obstante, también se puede visibilizar desde otro ángulo. Si no, los Afrodescendientes sólo se verían como víctimas y no como creadores y hacedores de historia. La diáspora africana, en efecto, ha sido una de las mayores fuentes de creación cultural, descolonización y democratiza-

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ción de la sociedad, la economía, la cultura y la política en el planeta. Bajo esta perspectiva, que ve la diáspora africana como una modernidad alterna a la eurocéntrica dominante, hay momentos claves como la Revolución haitiana (1751-1804) de la coyuntura inisecular entre los siglos XVII y XIX, donde el accionar de los Afrodescendientes ocupó el escenario central de cambio a escala no sólo local sino también mundial. Las gestas libertarias de los cimarrones y de los esclavizados en las plantaciones encabezaron la revolución social más profunda de la época. En la Revolución haitiana se luchó al mismo tiempo contra el colonialismo y la esclavitud, así como a favor de la construcción de una nueva nación con ciudadanía plena para los Afrodescendientes, una república negra deinida no por el color sino como una identidad histórica. Esto trajo consigo una profundización del proyecto democrático de la Revolución francesa, al igual que una visión y una práctica propias de libertad acuñada al fragor de las gestas por la emancipación, inspiradas por fuentes africanas libertarias tanto cognitivas como espirituales.4El localizar estas las luchas y las creaciones culturales en el centro de los escenarios nacionales, regionales y mundiales es una de las tareas principales de la descolonización de la memoria histórica de los Afrodescendientes desde una perspectiva afrodiaspórica.

Atender a dicha descolonización requiere nada más y nada menos que revisar a fondo cómo los Afrodescendientes ven y entienden los momentos críticos, quiénes son sus actores principales, cuáles son las historias que se cuentan y se deben contar, y cuáles son las fuerzas que mueven el pasado y el presente y, por ende, cuáles son los horizontes posibles para el futuro. Dos hitos fundamentales para entender el signiicado histórico-mundial de África y la diáspora africana en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial son los movimientos de liberación nacional de las décadas de 1950 y 1960 en el continente africano y el Caribe, junto con el movimiento por los derechos civiles y el Poder Negro de los años 60 y 70 –cuyo eje de acción fueron los Estados Unidos.

Los llamados movimientos por la liberación nacional de África y el Caribe le dieron in al colonialismo político formal de los imperios europeos, a la vez que cultivaron ideales de independencia política y económica, junto

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con una búsqueda de unidad y orgullo cultural e intelectual pan-africano. En este contexto se forjó un nuevo pan-africanismo cuyas voces y propues-tas más críticas y lúcidas aun siguen vigentes. Es el caso, por ejemplo, de la tesis de Amílcar Cabral sobre la necesidad de fomentar una cultura de la liberación (Cabral, 1979), de la distinción que estableció Franz Fanon entre mera independencia nacional y verdadera liberación nacional, y del análisis de Kwame Nkruhmah sobre el peligro del neocolonialismo (económico, político y cultural) luego de la descolonización formal (Nkruhmah, 1970). En el terreno de lo cultural, cabe destacar los encuentros entre África y Afroamérica, como los realizados en Senegal en 1963 y Argelia en 1975, que fueron parte de una suerte de re-identiicación entre el continente africano y la diáspora cuyos frutos todavía se aprecian en la reciente resolución de los países africanos que declara la diáspora como sexta región de la Unión Africana. Sin dejar de reconocer la enorme importancia de las independen-cias formales en los países africanos y del Caribe, es también importante señalar que los problemas de hambrunas, genocidios, y desigualdades crasas que vive el continente africano hoy día son, en gran medida, resultado tanto de los legados coloniales como de elementos signiicativos de continuidad en la dependencia económica estructural en conjunto con la subordinación política a los poderes occidentales.

Esta situación alimenta el imaginario racial occidental que todavía considera a África como un continente atrasado y primitivo en relación con los ideales desarrollistas que emergieron como criterios de modernidad desde finales de la década de 1940 (Mbembe, 2001; Ferguson, 2006). Este patrón global de desigualdad económica, política y cultural, que tuvo inicio hace unos 500 años y que en la región del Caribe se convirtió, luego de las independencias, en una subordinación relativa al poder imperial del estado y el capital de los Estados Unidos, puede denominarse, en concordancia con lo propuesto por Aníbal Quijano, como “colonialidad del poder” (Quijano, 1992; Quijano, 2000). Hoy día, debido a la tenaz permanencia de dicho patrón de poder, y a pesar de todas las luchas y todos los logros de los movimientos africanos y afrodiaspóricos, los Afrodescendientes aún buscan realizar el proyecto inacabado de la descolonización.

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Otro gran hito histórico para analizar y evaluar la diáspora Afroamericana como fuerza histórica está representado por los movimientos negros de las décadas de 1960 y 1970. Es posible señalar con certeza que la constelación de movimientos sociales de dicho período (feministas, ecológicos, indígenas, afroamericanos, estudiantiles, obreros) constituyó la mayor ola de cambio en la historia moderna, similar...

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