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El espacio público como eje articulador de la calidad de vida en la ciudad de Barranquilla

AutorRoberto Ochoa Villa
CargoLicenciado en Ciencias Sociológicas, Sociólogo, Especialista en Planificación Territorial, Gestión de Proyectos, Especialista en Métodos y Técnicas de Investigación Contemporánea, aplicados a las ciencias sociales y a la Educación
Páginas139-190

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Introducción

La construcción por parte de los pueblos de un ecosistema el cual corresponde al segmento de la cultura que se materializa en un lugar en el tiempo y en el espacio, es el hábitat de la especie humana, soporte objetivo-subjetivo de la ciudad contemporánea, la que entonces es entendida como algo dinámico, vivo, difuso y complejo.

Las metrópolis contemporáneas constituyen las más complejas estructuras jamás construidas por el hombre; parece ser, a decir de Morín, que la vida en la cuidad en el mundo contemporáneo es uno de los grandes desafíos que se nos plantea.

Si se tiene en cuenta que en las ciudades viven cerca de las dos terceras partes de la población mundial, el estudio y conocimiento de su funcionalidad para la supervivencia humana constituye el problema que ha caracterizado casi todo el siglo xx y continuará de manera signiicativa en el presente siglo XXI.

Las diferentes dimensiones de la vida humana que tienen como escenario la ciudad, su espacio, genera una relación compleja entre sociedad y espacio, entonces los habitantes de la ciudad construyen diferentes espacios que los reproducen: ese carácter social originario del espacio urbano lleva a sus habitantes a vivir de manera diferenciada, dando origen a una Sociología Urbana y una Antropología Urbana que pretenden desde lo humano y lo social explicar y comprender la vida en y de la ciudad, y sus habitantes.

La ciudad, por ser espacio de encuentro, es también el escenario de los desencuentros de las relaciones sociales, lo que caracteriza la ciudad desde luego en: el cambio, claro cambio cambiando de historia, de deseos, de sueños individuales y colectivos.

Al decir de Castelles (1975), para entender las trasformaciones o cambios de ciudad es necesario comprender la determinación de los elementos sociales del entramado urbano así: La producción o dimensión espacial del conjunto de actividades productivas de bienes, servicios e informaciones; el consumo o dimensión espacial de las actividades

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que tiene como objeto la apropiación social, individual y colectiva del producto; el intercambio o dimensión espacial de los intercambios que tienen lugar entre producción y consumo, sea en la producción o en el consumo y por último en la gestión que son procesos de regulación de la relaciones entre producción, consumo e intercambio; estos elementos son netamente sociales.

Por tanto, al considerar estos elementos, encontramos efectivamente la producción social de espacios diferentes productos como son: producción, consumo, intercambio y gestión; todos ellos están sometidos a la dinámica y complejidad de los sistemas urbanos ya sean espacios públicos, privados o mixtos. Estos últimos desarrollados en el proceso actual de reducción del Estado o neoliberalización de las sociedades donde lo público y lo privado entran en una relación dialéctica que le da nuevo sentido a lo social.

En este orden de ideas, la forma de consumo, producción intercambio y gestión en la realidad urbana, generan una relación entre espacio y sociedad que podemos entenderlo en lo que Castells (p. 76) llamó Cultura urbana lo cual se comprende mejor en la airmación de Bachelard (citado por Fontalvo, 2008, p. 22): "nada está dado, todo es construido".

Los procesos de convivencia social pueden generar grandes conlictos por diferentes factores y la sociedad pretende regularizarlos por la instancia de la gestión social a través de procesos de planeación o planiicación u ordenamiento.

Producto de toda esta relación, aparecen en la vida urbana estilos de vidas que agrupan a las personas o sus habitantes diferenciadamente. Lo social es lo dominante, desde luego, en la construcción de lo urbano, la ciudad y sus habitantes, de igual forma todos los espacios construidos incluido el público que tiene igual naturaleza.

Los estilos de vida agrupan a las personas en las ciudades como resultante de las diferentes formas de producción y consumo o de variables socioeconómicas como son: ocupación, ingreso familiar, educación, entre otros.

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Está claro, sin embargo, que no existe libertad real para optar un estilo de vida y residir en cualquier parte de la ciudad; esta fragmentación de los moradores urbanos espacios privados o personales, e incluso, las formas de lograr los estilos de vida, está articulada al movimiento y cambio permanente entre la movilidad social y económica de sus habitantes, originando diferentes estructuras o formas de la ciudad; el derecho a la ciudad se impone como premisa de fragmentación de sus habitantes. Pero, claro está, la ciudad es el lugar de encuentro y desencuentros o sea convivencia y conlictos. Entendiendo por esto que lo urbano contiene a la ciudad a través de lo ideológico y su estructura física territorial, entonces, como airma el Lefebre (1999):

(...) lo urbano al mismo tiempo que lugar de encuentro, convergencia de comunicaciones e informaciones, se convierte en lo que siempre fue: lugar de deseo, desequilibrio permanente, cede de la disolución de normalidad y presiones, momento de lo lúdico y lo imprevisible (p.16).

El espacio público es un espacio diferenciado; esto hace que el transeunte diferenciado al usarlo, lo tome como posibilidad de compartir, socializar, convivir y lo construye seguro o inseguro. Entonces, en la sociedades modernas llamadas democráticas, sus ciudades o lo urbano no pueden ser sino el desarrollo de los principios de la democracia occidental, que parte de la libertad de los individuos y su asociación para construir colectivos democráticos, preservando los elementos culturales, ambientales, entre otros.

El ciudadano, como individuo fuente de derecho y deberes, y base de la democracia y de la construcción de ciudades y espacios urbanos que le permitan solidaridad, encuentro y desarrollo de sus libertades democráticas, parece cumplir (dentro del espacio público), con esos principios o ines que le dan la sensación de igualdad y semejanza a pesar de lo fragmentado de su existencia en el mundo de la vida como ciudadano. Una idea de lo anterior, nos la da Habermas en las citas que hace garay (2002, p. 30) al airmar que:

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"los sujetos de derechos solo pueden alcanzar autonomía en la medida en que son capaces de concebirse como los que dan origen a leyes a las que están sujetos como personas legales privadas. En últimas, las personas legales privadas no pueden ni siquiera alcanzar libertades individuales privadas, a no ser que ellos mismos alcancen una conciencia clara de los intereses y criterios legítimos implicados en el caso y lleguen a un acuerdo sobre aquellos criterios según las cuales cosas iguales han de ser tratados de la misma manera, y cosas diferentes de maneras diferentes" (Delgado, 1999, p. 12).

No podemos desconocer que las ciudades han concentrado en su territorio en los últimos veinte años casi el setenta por ciento de la población mundial, generando crecimientos macro cefálicos espontáneos que rebosan la capacidad de darles respuestas a las diferentes necesidades y derechos de sus nuevos ciudadanos, poniendo en peligro el derecho a ella y haciéndola entrar en crisis, la que se expresa en todas sus dimensiones y realidades; por tanto, la llegada de extraños hace que la ciudad sea de nadie generando problemas al densiicar la población de habitantes y viviendas; sus colonias se hacen tan extensas que el conocimiento recíproco dado en la comunidad pequeña en lo personal de sus habitantes acá no existe.

Se hace necesario regular el intercambio de sus habitantes sujetos de derechos y obligaciones, ese es el ciudadano que podrá hacer de la vida de la ciudad, articulando lo privado y lo público, pero fundamentalmente ampliando espacios de encuentros ciudadanos o de convivencia para hacer de la vida cotidiana urbana algo mucho más saludable y segura y de expresión democrática; las pautas de convivencia o los manuales acerca de ella, hacen agradable y posible un espacio público, más democrático y como expresión de las libertades y de gran tolerancia de las diferencias, airma Jordi Borja (2009), al analizar la relación ciudad y ciudadanía, cuando expresa que: "la ciudad ha sido históricamente el ámbito de la ciudadanía, es decir, el territorio de hombres y mujeres libres e iguales" (p. 76), ciudadanos que hacen posible el juego democrático, luego, el espacio público es precisamente el espacio de todos y todas, entonces el espacio público, es una de las condiciones básicas para la justicia urbana, es un factor

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de redistribución social, un ordenador del urbanismo vocacionalmente igualitario e integrador.

La Constitución Política de 1991, como constitución garantista de derechos, instituye el concepto de calidad de vida. Calidad de vida y espacio público aparecen así con una connotación constitucional.

En efecto, el Artículo 366 establece:

El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son inalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable.

La misma Carta de 1991, en el Capítulo III, Artículo 82 señaló la protección al concepto de espacio público y la responsabilidad del Estado en su garantía, así:

Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular.

En desarrollo del mencionado artículo, se aprueba la Ley 9ª de 1989, la cual estipula lo que debe entenderse por espacio público, y en este sentido prescribe que el espacio público es el:

(...) conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza y por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que trascienden, por tanto, los límites de los intereses...

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