Evaluación psicológica forense a adolescente víctima de abuso sexual con hospitalización psiquiátrica - Psicología Forense. Casos y modelos de pericias para América Central y del Sur - Libros y Revistas - VLEX 747701313

Evaluación psicológica forense a adolescente víctima de abuso sexual con hospitalización psiquiátrica

AutorÓscar René Castillo Monge
Páginas347-363

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Óscar René Castillo Monge, El Salvador

Resumen

Se trata de un caso de evaluación psicológica forense realizada a una adolescente, presuntamente víctima de múltiples maltratos, abusos sexuales desde su niñez, proveniente de una familia disfuncional, y que, al momento, se encuentra interna en un Hospital Nacional Psiquiátrico, con diagnóstico de trastorno depresivo grave. La evaluación se realizó en el marco de un proceso administrativo de protección de los derechos de la adolescente peritada, llevado a cabo por la Junta de Protección de la Niñez y de la Adolescencia Uno del Departamento de San Salvador. Dicha pericia psicológica implicó el empleo de métodos y técnicas propias de la psicología jurídica y forense; los resultados de la misma contribuyen a orientar la toma de decisiones por parte de la autoridad respectiva.

Sumario: 1. Introducción; 2. Bosquejo teórico; 3. Informe pericial; 4. Referencias bibliográficas.

Palabras clave: abuso sexual infantil, trastorno de estrés postraumático, derechos de niñas, niños y adolescentes, evaluación psicológica forense.

"Laura va,

lentamente guarda en su valija gris el final de toda una vida de penas. Laura va,

unos pasos la alejan del pueblo aquel, donde ayer jugaba al salir de la escuela [...]".

Luis Alberto Spinetta

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Introducción

La psicología forense es una subárea de especialización de la psicología jurídica que, a través de la realización de evaluaciones psicológicas a solicitud de una autoridad judicial -o administrativa- en particular, debe aportar información pertinente y científica que contribuya a orientar la toma de decisiones por parte de juzgadores nacionales e internacionales (Tapias, 2008a). Bajo esa visión, a continuación se presenta un caso que se realizó en el marco de un proceso administrativo de protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes y no en un ámbito penal o en una instancia judicial. Debido a su complejidad y a la aplicación de los métodos y técnicas de la psicología forense que en el mismo tuvieron lugar, se considera un caso con alto valor didáctico para diferentes profesionales que se enfrenten al reto de realizar una pericia psicológica en similares condiciones.

Es necesario puntualizar que, en el presente caso, se ha omitido el nombre de la adolescente a la que se le realizó la pericia psicológica en el año 2015 por razones de confidencialidad; por lo tanto, se ha buscado proteger su identidad, en atención a lo establecido en el artículo 53 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y de la Adolescencia [LEPINA], sobre la garantía de reserva de la identidad de las niñas, niños y adolescentes involucrados en procesos judiciales o administrativos.

Esta evaluación pericial fue realizada en el momento que el autor de la misma fungía como psicólogo del equipo multidisciplinario de la Junta de Protección de la Niñez y de la Adolescencia Uno del Departamento de San Salvador, la cual es una instancia administrativa que tiene entre sus funciones el "conocer en su ámbito de competencia, de oficio o a petición de parte, de las amenazas o violaciones individualizadas de los derechos de las niñas, niños y adolescentes"; y además, deben "[d]ictar y velar por la aplicación de las medidas administrativas de protección que sean necesarias para proteger los derechos amenazados o violados" (LEPINA, artículo 161, núm. a) y b)).

Bosquejo teórico

La violencia contra la niñez y la adolescencia es definida por el Comité de los Derechos del Niño como "toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual" (2011, párrafo 4); este último es definido por Tapias como "contactos o interacciones entre un infante y una persona mayor, que usa a la víctima para

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estimularse eróticamente él mismo o a otra persona" (2008b); esta definición destaca dos elementos básicos: la coerción (mediante fuerza física, presión o engaño) y la diferencia de edad entre la persona agresora y la víctima. En el ordenamiento jurídico salvadoreño, la LEPINA establece que abuso sexual es "toda conducta tipificada en el Código Penal, que atente contra la libertad e integridad sexual de una niña, niño o adolescente para sacar ventaja o provecho de cualquier clase o índole" (artículo 55).

Las estadísticas del Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia [CONNA] destacan que, durante el año 2016, las Juntas de Protección de la Niñez y de la Adolescencia recibieron un total de 13.011 casos de presuntas amenazas o vulneraciones a los derechos de niñas, niños y adolescentes (el 63,18% de las presuntas víctimas son niñas y adolescentes mujeres; el 32,45%, niños y adolescentes hombres, y del 4,37% restante se desconoce su sexo al momento en que se recibió el caso [CONNA, 2017a]), de los cuales 2.955 casos están relacionados con la integridad sexual de dicha población. De ese total, el 92,17% de las presuntas víctimas son niñas y adolescentes mujeres; el 5,35%, niños y adolescentes hombres y del 2,48% restante se desconoce su sexo al momento en que se recibió el caso. Más de la mitad de los casos recibidos de presunta amenaza o vulneración a la integridad sexual corresponden a adolescentes mujeres con edades entre 15 y 17 años (58,36%) (CONNA, 2017b).

La violencia contra niñas, niños y adolescentes deja secuelas que pueden durar durante toda la vida (OMS, 2016). En lo concerniente a la esfera de la salud mental, el daño psicológico ha sido definido como "la perturbación profunda del equilibrio emocional de la víctima que guarde adecuado nexo causal con el hecho dañoso y que entrañe una significativa descompensación que altere su integración en el medio social" (Tapias, 2008b). El daño psicológico se manifiesta a nivel emocional y comportamental; a continuación, se mencionan algunos de los indicadores emocionales frecuentes en niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas de abuso sexual (Tapias, 2008b):

• Depresión, pensamientos o tentativas de suicidio.

• Ansiedad, nervios y tensión.

• Agresividad, actitud hostil y enojo por encima de lo normal.

• Estigmatización, culpabilidad, vergüenza y conductas autodestructivas.

• Confusión acerca de las normas sexuales, confusión entre sexo y amor, asociación negativa de las actividades sexuales con la excitación y aversión a la intimidad.

• Baja autoestima, mala autoimagen, habla de sí mismo/a en forma despectiva.

• Dificultad para confiar en otros/as.

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• Aislamiento de los/as demás compañeros/as, amigos/as o hermanos/as.

• Sentimientos de suciedad y necesidad de ducharse varias veces al día.

• Trastorno de estrés postraumático, especialmente en casos de violación o acceso violento.

• Desesperanza aprendida, especialmente en casos de abusos crónicos.

• Sentimientos de disociación, es decir, sensación de que se está viendo a sí mismo/a como en un sueño.

• Temor a la homofobia en adolescentes varones (miedo a ser considerados homosexuales, temor, odio hacia los homosexuales).

• Vergüenza de su propio cuerpo y resistencia a cambiarse en frente de otros/as.

• Vulnerabilidad de revictimización.

• Bajo rendimiento académico.

• Dentro de la casa, asumen roles diferentes (como de adulto o de mamá).

Por otra parte, en los indicadores conductuales más frecuentes en niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas de abuso sexual, son (Tapias, 2008b):

• Llanto o lamentos sin razones aparentes.

• Temor hacia los/as adultos en general.

• Comportamiento mucho más tímido y dependiente de lo normal.

• Hiperactividad.

• Incapacidad para concentrarse.

• Comportamiento regresivo, propio de un niño o niña de menos edad.

• Masturbación excesiva.

• Disminución del rendimiento académico.

• Aislamiento, incapacidad de relacionarse bien con otros niños, niñas y compañeros o compañeras de su edad.

• Comportarse de forma muy agresiva generalmente, llega a pelear.

• Temor a alguien en particular o, por el contrario, quiere pasar demasiado tiempo con esa persona en especial.

• Comportamiento como si nada del mundo le interesara.

• Fobias específicas.

• Tics nervios en la cara.

• Comerse las uñas, los dedos, los labios hasta romperlos, infectarlos o hacerlos sangrar.

• Fugarse de los hogares.

• Adolescentes involucrados en pornografía o prostitución.

• Adolescentes mujeres que desean casarse jóvenes para salir de sus hogares o situaciones abusivas.

• Consumo de alcohol o drogas.

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• Actividad sexual precoz, conversación o comportamiento sexual inadecuado para la edad, en su relación con otros niños o niñas o en sus juegos. Promiscuidad, comportamiento seductor u obsesivo en relación al sexo. Tendencia a abusar sexualmente de otros.

• Se muestran muy complacientes con otros niños y siguen órdenes sin oponer resistencia.

• Autolaceraciones; cuanto más cerca estén del corazón, mayor probabilidad de suicidio.

• Usan más ropa de lo normal (para evitar verse atractivos y/o provocadores. También para que al abusador le cueste más trabajo desvestirlo y finalmente desista de su intención).

• En cuanto a las llamadas conductas "sexualizadas" como indicadores de abuso sexual, primero es necesario recordar que todos/as los/as niños/as exhiben normalmente estos tipos de conductas. Solo cuando estas conductas resultan muy diferentes de las observables en la mayoría de los/as niños/as, en cuanto a la frecuencia, intensidad y duración, serían relacionadas con abuso sexual.

Es necesario señalar que la mayoría de síntomas psicológicos (a nivel emocional y comportamental) pueden ser...

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