Los héroes urbanos: Imaginarios culturales y consumo en Medellín - Núm. 1-2004, Julio 2004 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 77137817

Los héroes urbanos: Imaginarios culturales y consumo en Medellín

AutorPatricia Cardona
CargoHistoriadora, Magíster en Historia. Docente del Departamento de Humanidades. Universidad EAFIT
Páginas88-104

Este artículo es producto de la investigación Estéticas del Consumo: Héroes, mitos y ritos, realizada en el año 2003, con el apoyo de la Oficina de Investigación y Docencia de la Universidad EAFIT.

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El héroe urbano

La constitución del héroe urbano pasa por la memoria, es decir, por la evocación permanente que hace un grupo de los hechos acontecidos a algún personaje. Dicha evocación se convierte en forma colectiva de recordar el pasado y de construir vínculos sociales de identificación, generalmente en áreas territoriales restringidas: la calle, la cuadra, el barrio o la manzana. Con palabras de Renato Ortiz:

El acto mnemónico, la sinfonía final, es producto de las múltiples acciones de cada agente (músico) particular; dan vida a una dimensión que hasta entonces existía en tanto abstracción. La memoria colectiva genera, por lo tanto, un espacio y un tiempo que manifiestan la "tradición" de un determinado grupo (Ortiz, 2000. p. 15).

La verdad de los acontecimientos pasados pierde importancia y las versiones orales construyen relatos verosímiles, en los que la veracidad o autenticidad de los hechos pierde relevancia y la cobran los retazos narrados que construyen un tejido creíble colectivamente. Experiencia social y etnográfica que articula al grupo en función de sus tiempos, de sus ritmos, de sus miedos y de elementos socialmente significativos, como el lenguaje, la reminiscencia, los afectos y los desafectos; piezas fundamentales de la vida cotidiana y del engranaje que mueve las formas de ver y sentir el mundo.

La memoria colectiva debe enlazarse para que los recuerdos no se pulvericen y lograr, mediante la narración, la construcción de cadenas significativas en términos de una comunidad. Esto es más válido cuando se piensa en los espacios urbanos, proyectados como ideales por los grupos que detentan el poder y que han oficializado la memoria de los grupos en función del proyecto identitario, lo cual significa que la memoria colectiva se ha impuesto como unidad, en la que se narran ciertos hitos erigidos como modelos sociales.

En el caso de Medellín es importante resaltar el mito de la "raza paisa", gestado por las élites políticas de la ciudad, para evitar el caos en una urbe que creció de manera vertiginosa por la llegada permanente de inmigrantes, y con el ánimo de ordenar el imaginario urbano a través de la imposición de modelos culturales que proyectaron el "deber ser" de los habitantes de la ciudad. El mito de la raza paisa y del 'antioqueño emprendedor' permitió la creación de héroes urbanos, nacidos de las prácticas diarias de la vida pública, idealizada en la búsqueda del bienestar y la utilidad social: el comerciante, el arriero, el aventurero, el hombre cívico representaron los valores de la voluntad, el trabajo, el tesón, la religiosidad, el amor a la tierra, la lealtad y la justicia. Esto no significa que tal mito opere en todos los segmentos sociales, si pensamos que la ciudad no es unitaria, sino que es un tejido múltiple de tiempos, lugares, gentes y símbolos; también podemos inferir que estos mitos tienen que convivir con otros, procedentes de diferentes estratos de la urbe, o también que éstos son reelaborados y transformados cotidianamente en la narración. Si se piensa el héroe urbano debe entenderse que es una superposición de modelos, de vivencias, de miedos de los diversos grupos que habitan la ciudad.

Frente a toda tendencia culturalista, el valor de lo popular no reside en su autenticidad o su belleza, sino en su representatividad sociocultural, en su capacidad de materializar y expresar el modo de vivir y de pensar de las clases subalternas; las maneras como sobreviven y las estratagemas a través de las cuales filtran, reorganizan lo que viene de la cultura hegemónica, y lo integran y funden con lo que viene de su minoría histórica (Martín-Barbero, 1987. p. 85).

Podemos analizar nuestros héroes, más que en función de modelos impulsados por proyectos políticos, en una dimensión de lo que la cotidianidad urbana va contando: infinidad de historias, de personajes y de situaciones; superposición de tiempos e imbricación de diversos segmentos. Podemos Page 89 pensar que los héroes que recorren la memoria de los habitantes de la ciudad toman esencias de los héroes de los mitos "oficiales", reconvertidos en función de lo que los grupos recuerdan, hablan y sienten por ellos. Acogemos el modelo circular de cultura que proponía Mijail Bajtín a propósito de su libro La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, donde muestra que no existe una subordinación pasiva, sino que las clases populares resignifican lo que la cultura alta propone, o también elaboran formas de resistencia frente a modelos que intentan imponerse de manera autoritaria.

La modernidad ha desencantado el mundo; los mitos, las leyendas y los héroes fueron arrinconándose en los anaqueles en los que reposan las historias inauditas, las ficciones, los cantos folclóricos y las historias maravillosas. No obstante, y como lo ha venido analizando la propuesta teórica de Estudios Culturales, las sociedades no se quedan pasivas frente a estos supuestos desencantamientos; todo lo contrario, han ido configurando nuevos universos míticos que les permiten habitar el mundo y cargarlo de múltiples sentidos. Al desmitificar el mundo, lo que buscó la modernidad fue establecer formas unitarias y universales de explicación a todos los fenómenos; este fue un proyecto esencialmente homogeneizante, que intentó desmitificar el mundo para consolidar los Estados nacionales en la dirección de los hitos fundacionales, impuestos y difundidos por el Estado. Como lo analizó Germán Colmenares (1997), los mitos y las gestas heroicas, pregonados por las instituciones políticas, funcionaron en el sentido de crear lazos nacionales e identitarios, convertidos en hitos fundacionales de la memoria nacional con funciones ideológicas, difundidos como memoria común para todos los habitantes del Estado- Nación. En ello estriba la utilidad de las historias patrias que se han convertido en un medio de mantener la memoria de las epopeyas fundacionales del Estado y converger en una sola cultura, en una misma lengua y en una memoria hegemónica.

Los héroes urbanos Héroes para unos, villanos para otros

Los héroes urbanos reunieron las características primordiales de sus antecesores como héroes son arquetípicos, encarnan valores morales; no obstante, no son los valores morales nacionales o Page 90 supranacionales, sino una variante que pasa por las formas de identificación local, que desvela la relación de los grupos de las ciudades con la ley, la justicia y el poder, especialmente en el contexto latinoamericano, en el que el Estado no ha alcanzado niveles de legitimidad social y ha sido visto, por los sectores menos involucrados en el proyecto moderno, como fuerza opresora y autoritaria que dificulta el diario vivir y es inoperante en la solución de las necesidades cotidianas de los grupos y de los individuos.

A pesar de poseer elementos que caracterizan al héroe mítico, en tanto también funda leyes, es claro que las que fundan los héroes que aquí analizamos, son las que llevan el sello de su individualidad: el orden es el suyo, el que les sirve y los proyecta al grupo. Se produce entonces una diferencia, el héroe urbano no defiende la ley y la justicia impuestas por las formas estatales las utiliza en un sentido puramente personal, en función de sus intereses o los de su grupo. Microorden que se contrapone a otro orden mayor, en una lucha parecida a la de David contra Goliat, del pequeño contra el grande, en la que, según la retórica popular, vence el pequeño por su astucia, por su inteligencia y por su capacidad de correr riesgos. Ni más allá ni más acá de la ley, el héroe urbano se ubica en el punto donde la ley le es útil para confrontarla, fisurarla o acatarla.

La única ley que el héroe urbano considera inmutable es la suya, la que lo hace reconocible para los otros como "autoridad", que se hace manifiesta en la ecuanimidad en el trato con quienes le son leales, y en la crueldad con quienes le traicionan

El héroe urbano procede de los bajos fondos, no pertenece a linajes ni está predestinado por los dioses. En este sentido su heroísmo enfatiza su carácter humano, pues precisamente gracias a la astucia y la fuerza de carácter logra trascender la oscuridad y la miseria que hacen parte del mundo que constituye su modesto origen. Por eso su figuración heroica tiene que ver con la capacidad de remontar un mundo adverso; de haber seguido los lineamientos de la sociedad, continuaría siendo parte de una masa amorfa y oscura:

A Rafa lo trataban como a un dios en el barrio. Había logrado lo imposible, abriéndose paso a la brava para salir del fango. Y ahora estaba allí, de píe frente a todos, Rafa el magnífico, leyenda del barrio, refulgente en sus costosos trajes y sus automóviles, protegido por guardaespaldas ceñudos armados hasta los dientes.

Cuando los pobres nos rodearon, rindiéndole pleitesía a Rafa en medio de su pobreza miserable, supe por qué me había traído hasta aquí (Mermelstein, Max, 1991. p.239). Page 91

Este héroe que se mueve en las márgenes entre el bien y el mal, es reconocido por los suyos como bienhechor magnifico, en vista de que fisura y trasciende un suprapoder hostil que lo amenaza. Los suyos le conocen y le admiran; por eso necesita regresar al grupo que le reconoce, entendido este término en sentido doble: conoce su procedencia, sabe de dónde viene, pero además le vuelve a conocer en su nueva situación y sabe dónde está y hacia dónde va.

En el grupo de origen se materializa, en términos individuales y colectivos, la importancia de las tareas que ha emprendido; se muestra y...

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