La industrialización liberal - Segunda Parte - Economía y nación: una breve historia de Colombia - Libros y Revistas - VLEX 845670568

La industrialización liberal

AutorSalomón Kalmanovitz
Páginas267-322
267
capítuLo v
La industriaLización LiberaL
interpretaciones
Estructuralismo y neoliberalismo
Mientras la mayor parte del mundo capitalista se debatía en el estan-
camiento durante los años treinta, Colombia y otros países latinoa-
mericanos vivieron procesos de intensa industrialización. El acele-
ramiento del desarrollo industrial durante este periodo ha conducido
a una interpretación bastante aceptada en el país y en América Latina,
pero insistentemente cuestionada, que señala la crisis como el verda-
dero inicio de la industrialización. El estructuralismo, por ejemplo,
lo caracteriza como un proceso de “sustitución de importaciones”1,
forzado por la política intervencionista del Estado.
Se trata de una explicación sencilla: la crisis conlleva una limi-
tación apreciable de las importaciones de bienes de consumo; estos
contaban con una demanda preexistente que a partir de este momento
viene a ser atendida por la industria local. Por lo demás, se supone la
existencia de una política keynesiana antes de Keynes que, por me-
dio de la devaluación, el déf‌icit f‌iscal y el dinero barato, fortaleció la
demanda interna y la encaminó hacia la oferta local de importables,
acelerando así la inversión y la expansión de la capacidad industrial.
Mi disputa contra la hipótesis de la sustitución de importacio-
nes consiste en que no es suf‌iciente para explicar un proceso social
de tanta envergadura como este de la implantación y avance de la
1 Cepal, El desarrollo económico de Colombia, México, 1975.
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producción fabril en un país dominado hasta hacía poco por relacio-
nes serviles de producción. Aun aceptando como un hecho cierto que
durante los años treinta se registró un salto en la manufactura local
de importables, esta coyuntura tan favorable para la acumulación de
capital industrial se vio precedida por la industrialización y por toda
una serie de sus premisas. En verdad, no se habrían consolidado la
industrialización ni la sustitución de importaciones si no se hubiera
dado la centralización política de 1880 en adelante, fortalecido el
Estado y surgido una banca nacional como palancas de apoyo al mis-
mo proceso exportador y a la acumulación privada de capital. A su
vez, el desenvolvimiento de la economía libre del occidente del país
apuntaló ciertos intereses económicos exportadores y regionales que
ordenaron y centralizaron en su favor la política nacional.
En últimas, es el proceso de desarrollo capitalista vivido por
algunas importantes regiones del país el que arroja luz sobre la or-
ganización fabril nacida al calor de las actividades exportadoras, de
la misma industria y de servicios cruciales como el transporte, las
comunicaciones y la energía. Como he insistido antes, la industria-
lización se deriva de los siguientes elementos principales: 1) la di-
ferenciación social en las regiones más libres, con el surgimiento de
comerciantes, capitalistas, trabajadores asalariados y capas medias,
tendencia que se propaga, aunque lenta y a veces traumáticamente, a
la sociedad más jerarquizada de haciendas, campesinos y artesanos;
2) la nueva división del trabajo en lo internacional y regional; y 3) el
establecimiento de las premisas políticas y territoriales que delinea-
ron un mercado interno, una banca central y una actividad estatal
que favorecieron la acumulación privada de capital.
Con todo, los fenómenos de la protección, la devaluación y la
sustitución de importaciones no dejan de ser hechos importantes
que, en f‌in de cuentas, consolidan el desarrollo capitalista anterior.
La producción manufacturera adicional que desata esta coyuntura
puede entenderse como resultado de un proceso de ajuste entre una
demanda y un mercado creados por la expansión de las nuevas rela-
ciones sociales en el occidente y otras zonas, atendidos previamente,
en parte, por las importaciones y ahora en mayor medida por las
industrias surgidas dentro del mismo desarrollo capitalista, las cua-
les por ello pueden ampliarse con mayor rapidez que en el pasado.
La sustitución de importaciones no resulta tanto de una política
consciente o deliberada de protección, sino de las medidas adoptadas
para compensar la crisis del sector exportador. La escasez absoluta
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de divisas obliga a racionar y disminuir las importaciones, mientras
que la devaluación restituye los ingresos de los productores y ex-
portadores de café. El proceso sustitutivo traduce entonces el ajuste
sectorial entre la actividad exportadora y la industrial, la primera
generando una demanda creciente en dinero nacional y la segunda
atendiéndola en mayor proporción que en el pasado. De esta manera,
la devaluación del peso frente al dólar contrarresta el debilitamiento
de la demanda causado por la caída de los precios internacionales
del café, en tanto que la producción manufacturera local compensa
en parte lo que antes se importaba. Antes que ser una explicación
exhaustiva de todo un desarrollo capitalista, la sustitución es sim-
plemente su catalizador.
También el neoliberalismo tiene una visión crítica sobre la histo-
ria de la sustitución de importaciones y, en particular, la de la política
de protección. Escritos de Alfonso López Michelsen e Indalecio Lié-
vano Aguirre2 sostienen que el dualismo campo-ciudad, lo moderno
y lo atrasado que coexisten en el país, la brecha interna y la externa,
el desempleo y la inef‌iciencia industrial se originan en este tipo de
industrialización y, en especial, en la política de protección que su-
puestamente le dio curso. Contra esto se puede argüir, primero, que
los desequilibrios y desajustes generados por el desarrollo tardío del
capitalismo se explican por sí mismos y no por el simple hecho de
que la economía esté más o menos abierta al exterior; segundo, que
la política de protección no brota de las cabezas de los dirigentes
colombianos, sino que es obligada por las circunstancias de crisis
global del capitalismo.
Otros trabajos más recientes de orientación ortodoxa aducen
también que el desempleo estructural de la economía colombiana se
debe a la intervención estatal. David Chu ha trabajado con la hipó-
tesis de que mientras más (o menos) intervención estatal existiera en
los mercados, menos (o más) “ef‌iciente” sería la industrialización3.
2 Para Alfonso López Michelsen, véase el plan de desarrollo de su administración,
Para cerrar la brecha, Bogotá, dnp, 1975; Indalecio Liévano Aguirre, “Capitalización
del sector agropecuario”, en Mario Arrubla (ed.), La agricultura colombiana en el
siglo xx, Bogotá, Colcultura, 1976.
3 Estas son las hipótesis implícitas en el trabajo de David Chu, “The Great Depression
and Industrialization in Colombia”, y de Albert Berry, “A Descriptive History of
Colombian Industrial Development”, ambos en Albert Berry (ed.), Essays on Co-
lombian Industrialization. La interpretación es tácitamente aceptada por Guillermo
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