Intérpretes públicos, teodiceas de la nación y la creación del futuro en la crisis de inicios del siglo XXI en Argentina - Parte 5. Las circulaciones del porvenir - La ilusión de la justicia transicional. Perspectivas críticas desde el Sur global - Libros y Revistas - VLEX 779275001

Intérpretes públicos, teodiceas de la nación y la creación del futuro en la crisis de inicios del siglo XXI en Argentina

AutorSergio E. Visacovsky
Páginas373-409

E   2001 y parte del 2002, Argentina vivió uno de sus
momentos más dramáticos. A un profundo desastre económico caracterizado
por el desempleo y la pobreza, se le sumó la pérdida de legitimidad política
tanto de quienes ocupaban el Gobierno como de la oposición. El 3 de diciem-
bre del 2001 el Gobierno nacional de la Alianza impuso el famoso “corralito,
tal como se denominó a las duras restricciones sobre la extracción de los de-
pósitos bancarios bajo el pretexto de impedir la fuga de capitales. En seguida
Intérpretes públicos, teodiceas de la nación
y la creación del futuro en la crisis
de inicios del siglo  en Argentina*
S E. V**
* Para citar este artículo: http://dx.doi.org/./..
Este trabajo fue gestado en el marco de varios proyectos de investigación. El primero y princi-
pal, “Coping with Catastrophe: An Ethnography of the Argentine Middle Class in Crisis”, finan-
ciado por la Netherlands Foundation for the Advancement of Tropical Research (), de
The Netherlands Organisation for Scientific Research (), entre el 2004 y el 2006, cuando
trabajé junto a Antonius Robben en el Departamento de Antropología Cultural de la Universi-
dad de Utrecht, Países Bajos. También debo mencionar un proyecto bajo mi dirección financiado
por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires, y otro dirigido por
Mariano Plotkin financiado por el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (Foncyt)
de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (y), ambos para el periodo
2004-2007. La primera versión fue escrita en colaboración con Patricia Vargas, y fue presentada
en el seminario Crisis y ciencias sociales en la Argentina del siglo , llevado a cabo el 1.º y 2 de
diciembre del 2005 en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (), Buenos Aires. Vargas,
a quien estoy profundamente agradecido, llevó a cabo una exhaustiva indagación documental,
esencial para la elaboración de este texto. Fueron varias las versiones posteriores expuestas en
diferentes eventos, ya como único autor. Mi agradecimiento a todos aquellos que realizaron críti-
cas y sugerencias que ayudaron a definir la versión actual.
** Centro de Investigaciones Sociales ( – Conicet / ). Director e investigador principal
Conicet.
      
se desencadenaron masivas protestas, especialmente en la ciudad de Buenos
Aires, denominadas “cacerolazos” (en razón de que los manifestantes golpea-
ban ruidosamente ollas y cacerolas); protestas en las que participaron personas
a las que los medios de comunicación —principalmente— catalogaron como
“clase media urbana” (Visacovsky 2009). Al tiempo, se produjeron saqueos a
supermercados y otras tiendas en las afueras de la ciudad de Buenos Aires,
protagonizados por sectores empobrecidos de la población. Las protestas con-
tinuaron el 20 de diciembre, concluyendo en una sangrienta represión policial
en la Plaza de Mayo y otros lugares, sumando 39 muertes en todo el país. Este
episodio precipitó la renuncia de todo el Poder Ejecutivo presidido por Fer-
nando de la Rúa. A partir de ese momento se inició un complejo y fatigoso
camino que concluyó el 2 de enero del 2002 con la elección por parte de la
Asamblea Legislativa del justicialista Eduardo Duhalde como presidente de
la nación. El nuevo Gobierno decretó el n de la Ley de Convertibilidad, que
había regido la economía argentina desde el 1.º de abril de 1991 cuando fue
instaurada por el Gobierno justicialista de Carlos Menem, la cual establecía
una relación cambiaria ja entre la moneda nacional y la estadounidense1.
Lejos de concluir, la situación crítica se prolongó durante los años sucesivos,
con altos niveles de conictividad pública, incluso tras la asunción de Néstor
Kirchner como presidente de la República el 25 de mayo del 2003, y pese a una
posterior y sensible mejora de la situación económica general2.
Ciertamente, no había sido esta la primera conmoción económica y polí-
tica acaecida en Argentina de los últimos 30 años del siglo . Durante dicho
lapso, el país atravesó una devaluación y una terrible hiperinación en 1975,
poco tiempo antes del golpe de Estado militar de 1976 que instauraría la dic-
tadura militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional” (en
adelante, ) que implantaría el terrorismo de Estado; la hiperinación de
1989, que aceleró el nal del Gobierno radical de Raúl Alfonsín tras el retorno
a la democracia de 1983; otra hiperinación entre enero y marzo de 1990, que
incluyó el congelamiento de los depósitos bancarios y su transformación en
títulos públicos, ya durante el Gobierno de Menem. No obstante, la “crisis”3
A razón de un dólar estadounidense por cada 10 000 (diez mil) australes (la moneda de curso
legal desde 1985), que luego serían reemplazados por una nueva moneda, el peso convertible, de
valor fijo también en  1, desde el 1.º de enero de 1992.
Sobre los acontecimientos que se sucedieron en la llamada “crisis del 2001-2002”, véase
Camarasa (2002); Jozami (2003).
Utilizo el término crisis en varias formas. Crisis es un término nativo para definir la coyun-
tura; en algunas ocasiones, podré referirme a ella como “la crisis”. Crisis, en cursiva, alude a los
usos propiamente analíticos. Crisis, simplemente, posee un sentido puramente descriptivo (por
ejemplo, para referirme al objeto de un determinado campo de estudios).

 ,       …
que estalló en diciembre del 2001 fue percibida desde el comienzo como la
más terrible y profunda de la historia. Tal percepción se sustentaba en razones
objetivas. En septiembre del 2001, de los 37 millones de habitantes, 14 millo-
nes vivían bajo la línea de la pobreza, cerca de un 38 % de la población total
(Lozano 2001, 5). Entre 1991 y el 2000 se inició una etapa de profundo desem-
pleo, en gran medida como consecuencia de las privatizaciones de empresas
estatales, siendo emblemática la tasa del Gran Buenos Aires, el distrito con
más población, donde subió del 6 % a 17,9 % (Kessler y Di Virgilio 2008). En
mayo del 2002 la tasa de desocupación nacional alcanzó la cifra sin preceden-
tes del 21,5 %, que elevó el número de personas sin trabajo a 2,8 millones; en
tanto, el empleo precario alcanzó el 56,9 % de la población ocupada, los ingre-
sos de los trabajadores se redujeron fuertemente. Como resultado, un 53 % de
los argentinos vivía por debajo de la línea de pobreza y casi la cuarta parte en
condiciones de indigencia. Proyectada a todo el país, la cifra arrojaba un total
de 19 millones de personas por debajo de la línea de pobreza (Indec, , mayo
del 2002). Ciertamente, la situación de Argentina era gravísima, por lo cual
las nuevas autoridades nacionales debieron desarrollar medidas de excepción
para responder a los múltiples problemas, particularmente a las urgencias de
los sectores más necesitados4.
Esta crisis ha sido objeto de interés tanto por parte de los mismos argen-
tinos como de analistas extranjeros. Ha sido vista como la consecuencia de
las políticas neoliberales desarrolladas por el Gobierno de Menem en los años
noventa (Fair 2014; Pírez 2002; Rapoport 2004; Teubal 2004), como expresión
de problemas de gobernabilidad (Novaro 2002); incluso, ejemplo exitoso de
salida de un colapso económico-nanciero (Cohen 2013). En el debate político
local, la crisis suele ser invocada hasta hoy por quienes deenden las políti-
cas posteriores al 2003 lideradas por Néstor Kirchner y Cristina Fernández
de Kirchner, en tanto un momento de comparación que permite valorar los
logros del presente; en ese sentido, consideran que desde el 2003 se produjo
una discontinuidad radical con el pasado, es decir, con todas las políticas que
provocaron la crisis. Los críticos de esta perspectiva sostienen que si bien los
logros pueden ser estimados como ciertos y valorables (al menos para ciertos
periodos), la comparación debiera hacerse con los periodos precrisis; de ese
modo, algunos de los datos estadísticos sobre pobreza y desocupación podrían
aproximarse a la temida y odiada década de 1990 (Kessler 2014).
Estas inquietudes sobre la crisis responden en gran medida a los modos
usuales de pensar la continuidad y la discontinuidad de los procesos políticos
Para la situación económica antes y después de la crisis, véase Heyman (2006).

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