Introducción
| Autor | Jorge Humberto Botero |
| Cargo del Autor | Ministro de Comercio, Industria y Turismo Bogotá, junio de 2006 |
| Páginas | 17-22 |
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El 27 de febrero de 2006 es una fecha memorable en la historia económica del país. Tras veintidós meses de negociaciones, Colombia y Estados Unidos consumaron su acuerdo en torno a un Tratado de Libre Comercio de amplias dimensiones. Veintidós meses que evidenciaron una auténtica cruzada estatal por el libre comercio, liderada por el Presidente de la República, orquestada por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y respaldada por otras carteras y entidades, en primer plano los Ministerios de Agricultura y Desarrollo Rural, Relaciones Exteriores y Protección Social.
Un compromiso institucional de tal envergadura no habría llegado a feliz término sin el apoyo decidido de actores de muy diversa índole, comenzando por el de Perú y Ecuador, nuestros socios andinos aliados en similar causa. Pero, más importante aún, el de las muchas fuerzas sociales del país que, con sensatez y visión, consignaron su voto a favor del libre comercio: empresarios, academia, medios de comunicación y líderes sociales. Y aunque el disenso tampoco pasó inadvertido, estamos convencidos de que el resultado final atendió la gran mayoría de las preocupaciones, gracias a una posición oficial que abanderó en todo momento el bien común.
El TLC con Estados Unidos no es una iniciativa aislada o desarticulada de una visión programática. El Plan Nacional de Desarrollo del presidente Uribe (Hacia un Estado Comunitario) identificó como estrategia conducente a "impulsar el crecimiento económico sostenible y la generación de empleo," la de una Política Comercial abierta y comprometida con la inserción del país en la globalización de los mercados. Hoy el TLC (que aún debe afrontar difíciles pruebas) va camino de convertirse en un vehículo indispensable para la realización del gran objetivo propuesto en el Plan.
Dos reflexiones suscita el TLC, complementarias más que contrapuestas. Por una parte, puede afirmarse que la apertura comercial es algo más que el TLC Page 18 con nuestro aliado del Norte; pero asimismo, que el proceso de apertura quedaría trunco de no ser por un acuerdo con el gigante del Norte.
El libre comercio con Estados Unidos es apenas un componente del libre comercio que necesita el país, sus exportadores, empresarios, trabajadores y ciudadanos todos. De ahí que la Política Comercial que nos ha servido de cauce encuentre en el TLC una especie de "gran coronación". Sin embargo, antes de él, Colombia y sus vecinos ya habían sellado el libre comercio con el Mercosur, superando una fase de restringidos acuerdos que venía de los ochenta. Asimismo, la integración andina fue profundizada en áreas estratégicas como las normas fito y zoosanitarias, las normas técnicas, las aduanas y el transporte...
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