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Introducción. La democracia como forma de vida: algunas coordenadas para su comprensión

AutorDiego Antonio Pineda Rivera
Cargo del AutorProfesor titular Facultad de Filosofía Pontificia Universidad Javeriana
Páginas9-24
introducción
La democr acia como forma de v ida:
aLgunas coordenadas par a su comprensión
Decir que la democraci a es únicamente una forma de
gobierno es como decir que un a casa es más o menos
lo mismo que una dispo sición geométrica de lad rillos
y cemento, que la iglesia es u n edicio en donde hay
bancas, púlpito y torre s con campanas. Esto es verdad :
tales cosa s ciertamente son eso. Pero ta mbién es falso:
son innitamente más. La democraci a, como cualquier
otro sistema de gobierno, ha sido  namente modelada
a partir de la memor ia de un pasado his tórico, la con-
ciencia de un presente viv iente y el ideal de un futuro
por venir. La democraci a, en una palabra, es a lgo social,
es decir, es una concep ción ética, y sobre su signicado
ético se apoya su sign icado como forma de gobier no.
La democracia es u na forma de gobierno únic amente
porque es una forma de as ociación moral y espiritual.
 , La ética de la demo cracia
John Dewey ha sido considerado por muchos como “el lósofo de
la democracia”. Esta armación, como todas aquellas que, por ge-
néricas, resultan inexactas, adolece de una profunda ambigüedad,
al menos hasta que podamos entender de una forma aproximada lo
que ella pueda signicar. Para empezar, Dewey no es —ni nunca
pretendió serlo— el inventor de la noción de democracia; muy por
el contrario, para él se trata de algo que aprendió de su propio am-
biente; algo que, como bien lo indica en muchos de sus textos, for-
maba parte del sustrato moral en el que se formó: la Norteamérica
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 La democracia como forma de vida
de la segunda mitad del siglo , la de los años posteriores a la
guerra de Secesión (que estalló cuando él no tenía aún dos años
de edad), y muy particularmente el estado de Vermont, en la zona de
Nueva Inglaterra, donde, como lo expresó en una famosa conferen-
cia sobre la losofía en Norteamérica, el espíritu democrático est aba
arraigado desde el comienzo en la experiencia vital de sus ciudada-
nos. Dice allí Dewey:
Si se me permitiera hacer una a lusión a asuntos personales, diría que
nunca dejaré de estar agradecido por haber nacido en una época y un
lugar en donde el primitivo ideal de libertad y de una comunidad de
ciudadanos que se autogobierna todavía prev alecía de forma suciente
como para que yo me empapara inconscientemente de su signicado.
En Vermont, quizás más que en cualquier otra parte, estaba arraiga-
da en el espíritu de la gente la convicción de que los gobiernos eran
como las casas en donde vivían, pues estaban hechos para contribuir
al bienestar humano; y quienes vivían en ellas eran completamente
libres para modicarlas y ampliarla s, tanto a estas como a aquellos,
cuando el desarrollo de las necesidades de la familia humana exigiera
tales alteraciones y modicaciones. Estaba tan arraigada esta convic-
ción en los habitantes de Vermont que, todavía hoy, creo yo que uno es
más lealmente patriota con respecto al ideal de Norteamérica cuando
sostiene este punto de vista que cuando concibe el patriotismo como
una adhesión estrecha a una forma de Estado que supuestamente está
jada para siempre; y cuando reconoce que las exigencias de una co-
mún sociedad humana son superiores a aquellas que puedan provenir
de cualquier forma política p articular.1
Tal vez sea un poco más exacto armar, como lo hace Sidney
Hook, que Dewey fue “el lósofo de la democracia estadounidense”.2
Tal armación, sin embargo, hace despertar nuevas sospechas en la
1 John Dewey, “James Ma rsh and Americ an Philosophy”, e Late r Works of John
Dew ey 192 5-1953 , ed. Jo Ann Boydston, 17 vols. (Car bondale: Southern Ill inois University
Press, 1981-1990), 5: 194 (citado en adelant e LW).
2 Sidney Hook, John Dewey: una semblanza intelectual (Barc elona: Paidós, 2000), 159
y ss.
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