¿Kant o Schmitt? Perspectivas filosófico-políticas del conflicto armado - Núm. 8-2008, Enero 2008 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 69503061

¿Kant o Schmitt? Perspectivas filosófico-políticas del conflicto armado

AutorIván Garzón Vallejo
CargoAbogado de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia)
Páginas65-82

    Abogado de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia) y candidato a Doctor en Ciencias Políticas en la Pontificia Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, es profesor de Ciencia Política en la Universidad Católica San Pablo (Arequipa, Perú). Autor del libro Bosquejo del laicismo político, 2006. Idgarzon@gmail.com

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Introducción

Existe un consenso1 más o menos amplio en los distintos sectores de la sociedad colombiana, acerca de la naturaleza de la situación de violencia que vive el país desde hace ya casi medio siglo. El conflicto que afronta Colombia es un conflicto armado, que se ha catalogado como un tipo de guerra interna. Desde hace unos años se ha planteado el debate de si se trata o no de una guerra civil. Algunos intelectuales, siguiendo diferentes herramientas conceptuales, prefieren denominarlo así (Nasi, Ramírez, 2003a, p. 119-124; Rangel, 2005), mientras que otros ven el término como inadecuado (Pizarro, 2004a, pp. 57-59). Más allá de la cuestión terminológica, se debe considerar que el estado de guerra existe realmente cuando una parte desea la guerra y entra en acción, es decir, tal situación se define teniendo como parámetro el decisionismo de carácter subjetivo y voluntarista (Schmitt, 2001a, p. 152).

Hoy pocos dudan del carácter político del conflicto armado. De este tipo son sus raíces, motivaciones y, por consiguiente, del mismo tenor será la resolución final (Pizarro, 2004a, p. 31). En razón del carácter político del conflicto, este texto se inscribe en la búsqueda de consideraciones teóricas que desde la filosofía política permitan avanzar hacia una mejor comprensión del mismo, acentuando las perspectivas para su posible terminación. Para ello, sigo el siguiente itinerario. Una vez justificado porqué es relevante la reflexión teórico-política del conflicto armado, describo las tesis kantianas más sobresalientes acerca de su propuesta de la paz perpetua, que a mi juicio condensan la matriz intelectual del pacifismo y que en la adaptación a la situación del país se manifiesta en la búsqueda de una negociación política casi a cualquier costo. En un tercer momento, repaso los conceptos más destacados del pensamiento político schmittiano acerca del conflicto y la guerra. Luego del estudio de estos dos autores intento responder a la pregunta acerca de la validez de tales planteamientos de cara a la situación colombiana.

I Del porqué de una lectura filosófico-política del conflicto

Una primera razón que se puede esgrimir para justificar el estudio del conflicto armado desde una perspectiva teórico-política, parte de la base de que éste tiene raíces ideológicas (Pizarro, 2004a, pp. 47-49). Como puede verificarse, las causas del conflicto no están principalmente en cuestiones étnicas (Posada, 2006, p. 76), culturales, lingüísticas, nacionalistas oPage 67 religiosas como ocurre en la mayoría de los conflictos intraestatales contemporáneos (Patiño, 2006, p. 17). Por ello no sólo su aparición obedece a cuestiones políticas implícitas en la confrontación, y entre las cuales subyacen determinadas ideas sobre el Estado, el poder, la distribución de la riqueza, entre otras, sino que además la ciudadanía ha hecho frente a tal fenómeno, a partir de unas determinadas concepciones teóricas que al efecto se constituyen como armazón conceptual que permite la distinción de lo legítimo y lo ilegítimo, lo tolerable y lo intolerable, lo políticamente viable y lo que no lo es, y demás.

A pesar de que el conflicto armado sigue siendo una realidad latente en la vida de la nación colombiana, es previsible pensar que en algún momento sobrevendrá el fin del mismo. La gran pregunta no sólo se refiere al cuándo, sino al cómo. No se trata de asumir una postura optimista o pensar con el deseo, sino de comprobar que históricamente todos los conflictos armados han tenido un final. En este escenario de finalización las preguntas y las respuestas planteadas por la filosofía política son iluminadoras en vistas a delinear ese cómo.

En Colombia abundan los estudios del conflicto armado así como los análisis coyunturales. Los últimos años han sido prolijos en publicación de libros, artículos académicos, ensayos, columnas de opinión y otros más acerca de las causas, la naturaleza, las implicancias y las soluciones para la guerra interna que afronta la nación. No cabe duda de que tales estudios y análisis han permitido generar un clima de discusión académica y pública, sobre los diversos temas circundantes al conflicto, desde perspectivas interdisciplinarias y que ello ha influido notoriamente en la creciente conciencia de la ciudadanía acerca de la magnitud del problema, permitiendo arribar a ciertos consensos.

No obstante, el análisis de los últimos años se ha centrado básicamente en la perspectiva ofrecida por tres disciplinas: la ciencia política, la sociología, y la economía. Ha sido menos frecuente, así como de menor impacto en la opinión pública, la reflexión del conflicto a partir del pensamiento teórico-político o desde la filosofía. Salvo algunas valiosas excepciones, como los volúmenes colectivos editados por Sierra y Gómez (2002), Cortés y Carrillo (2003), y el trabajo de Hernández (2004), no han sido muy frecuentes los intentos de formular problemas y soluciones desde la perspectiva de la filosofía o, específicamente, desde el pensamiento de los grandes autores de la filosofía política. Se trata de una asignatura pendiente, en la cual es muy sugerente para el debate público el trabajo de los intelectuales por entender la realidad colombiana con los recursos propiosPage 68 de la filosofía, en vistas a pensar cómo salir de la crisis (Sierra y Gómez, 2002, p. 9).

Percibir esta necesidad lleva a proponer aquí algunas líneas de estudio, puesto que la filosofía política aporta argumentos decisivos para categorizar el conflicto, así como para situarse ante la futura terminación del mismo. Y es que, precisamente, las crisis impulsan a volver sobre el pensamiento político. Así lo destaca Strauss (2006, p. 9), para quien la crisis experimentada por Occidente alienta a la vuelta sobre el pensamiento político de la antigüedad clásica.

En la historia del pensamiento político son muchos los autores que se han ocupado de la guerra. Es un tema clásico de la filosofía política que tuvo particular realce en la época moderna ante el escenario de una Europa dividida por cuenta de las campañas políticas que se justificaron con razones religiosas, como las llamadas Guerras de Religión y, luego, con la configuración de los diferentes estados nacionales. En el siglo XX, por cuenta de las Guerras Mundiales, tal reflexión se haría no sólo frecuente sino cuestión de supervivencia.

Pero los distintos autores, además de haberse ocupado de pensar la guerra, también lo han hecho con su correlato radical: la paz. Por ello este trabajo tiene dos ejes. Uno versa sobre la paz y el otro sobre la guerra. En el primero se inscribe el célebre filósofo de Königsberg, Immanuel Kant, básicamente a partir de su opúsculo Sobre la paz perpetua, considerado un “evangelio del pacifismo” (Negro, 2005, p. 462). Son muchos los que en Colombia coinciden con las orientaciones del planteamiento kantiano, explícita o implícitamente. Ello tanto por razón del influjo del autor en Occidente como porque, en último término, ¿quién no quiere la paz? Como correlato, y en la línea de la hermenéutica del conflicto y de la guerra, se sitúa el jurista de Plettenberg, Carl Schmitt. Seguramente quienes conciben la resolución del conflicto a través del enfrentamiento militar encontrarán líneas argumentativas comunes con el planteamiento schmittiano. No obstante, en los dos casos se trata de ir más allá de los lugares comunes.

La mirada a los aspectos más sobresalientes de estos autores no pretende hallar respuestas precisas y concretas para la situación del conflicto colombiano, pues “solo nosotros que vivimos en el presente podemos encontrar una solución a los problemas del presente” (Strauss, 2006, p. 23). Tampoco se trata de justificar ideológicamente ni la postura pacifista ni la guerrerista, puesto que ambas tienen un fuerte componente emotivo, sino de hallar claves teóricas que esclarezcan la situación actual. En esa línea, se impone una precisión histórico-conceptual: ninguno de los dosPage 69 autores en estudio pudo imaginar que en la alborada del siglo XXI habría una nación latinoamericana enfrentada a un enemigo interno durante casi medio siglo y al cual no habría podido vencer o hacer capitular no obstante su resistencia civil y gubernamental, y de la vigorosa estabilidad de sus instituciones políticas democráticas y liberales; por lo demás, un caso sui generis en el continente (Posada, 2006; Hobsbawm, 2007, p. 103). Cuando pensaron en la guerra y en la paz, tanto Kant como Schmitt tenían en mente las frecuentes disputas entre los Estados o unidades políticas que han sido frecuentes en la historia moderna europea, tanto del siglo XVIII y XIX en el caso de Kant, como del siglo XX en el caso de Schmitt. No obstante, dado el carácter filosófico político que revistió la formulación de los problemas, así como sus planteamientos, se trata de consideraciones que arrojan pautas de comprensión de la realidad nacional, y de allí extraen su vigencia.

Se podría objetar que tal ejercicio supone un cierto acto de injusticia intelectual con los autores, pues se trata de aplicar sus propuestas teóricas en escenarios y...

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