Manifiesto para una nueva ilustración - Núm. 10, Noviembre 2008 - Ambiente Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 216509829

Manifiesto para una nueva ilustración

AutorEmilio Suñé Llinás
CargoDoctor en Derecho Universidad Complutense de Madrid. CUM LAUDE Unan. Profesor Titular de Filosofía Jurídica y Política, Universidad Complutense de Madrid.
Páginas213-243

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(Recibido: junio 12 de 2008. Aprobado: octubre 28 de 2008)

1. Principios de la nueva ilustración
1.1. La muerte de la antigua Ilustración: ni libertad, ni igualdad, ni felicidad

Qué desazón la de un supuesto Estado del Bienestar o Welfare State, que finalmente parece habernos situado en el también supuesto Mundo Feliz de Aldous Huxley, donde las conciencias ciudadanas, adormecidas por el consumismo, afloran ingentes dosis de soma por la mirada de aquéllos a los que no nos dejan ser sino supuestos ciudadanos, de forma que nuestros ojos henchidos se salen de las órbitas ante cualquier banalidad, como la que cada domingo nos permite ver este retrato, mientras los humanos de todas las castas, desde los beta hasta los épsylon, y también los supuestos alfa, vociferamos enardecidos ¡¡¡goool!!!

El mismo soma es el que tapona nuestros oídos, los de los humanos de a pie, cuando la casta alfa de los miembros del supuesto Parlamento Europeo dice que va a aprobar medidas contra la inmigración ilegal. En la Europa de los Derechos Humanos ya se podrá encarcelar, perdón, retener, a un ser humano, bueno a un meteco ¿o habría que decir esclavo?, sea morapio, sudaca, o calificado por cualquier otro epíteto de intención injuriosa, por el supuesto delito de no estar regularmente en suelo europeo. Y observo que este no es un problema exclusivamente europeo: ¿qué cabe decir de los braceros mexicanos que cruzan el Río Bravo; o peor aún, entre hermanos hispanoamericanos, los sufrimientos de tantos guatematelcos por llegar a México?

El soma llena la vista, tapona el oído y su gusto empalagoso atiborra el mundo rosa, que indefectiblemente se asimila a un supuesto corazón, cuando en realidad arraiga más bien en otras vísceras, de las que sería hasta impúdico hablar y que si fuese púdico, no pasarían del riñón, el hígado o el páncreas. Cualesquiera que sean las vísceras supuestamente rosas, tanto ellas como el propio cerebro, resultan profundamente lesionadas por tal sobredosis de estupidez, agresividad, vacío e infelicidad.

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Sí, habéis colegido bien, queridos amigos que todavía conserváis el seso despierto, el Mundo Feliz al que conduce nuestro tan admirado como supuesto Estado del Bienestar, lleva a la gran mayoría de los seres humanos a una radical infelicidad; eso sí, la gente no lo sabe, de eso ya se encarga la casta política, que aún cuando abandonemos el lenguaje novelado, para entrar en el mundo real, no deja de ser una casta en sentido propio, que ejerce un poder que se dice democrático, mientras es demagógico practicante, que droga a la sociedad civil hasta obnubilarla, con ingentes dosis de pastelosa propaganda, que apenas a nadie serio se le permite discutir; no en vano la casta política y la casta de los dueños de los altavoces, forman parte de las mismas redes de poder.

Si la felicidad consiste en hacer la propia vida, afirmación que parece plausible, lógico es concluir que hacer la vida de los demás ha de conducir forzosamente a la infelicidad. Pensad, queridos amigos, cuán infeliz ha de ser una sociedad, en la que los supuestos ciudadanos estamos compelidos a dedicar buena parte de nuestro tiempo a consumir la vida de los demás… por mucho que estos demás sean princesas, princesos, futbolistas, diestros, en el supuestamente noble arte de marear -y matar- a un animal, sea toro… o zorro; políticos que se aparean y hasta contraen matrimonio con supuestas modelos, etc. Por cierto, dónde tendrá el cerebro alguien para quien lo más relevante de una mujer son sus medidas. No puedo evitar ver la imagen de alguien que tiene el cerebro en los bajos, mientras éstos se yerguen animosos sobre la cabeza…

¡¡¡Yujuuu!!! y a la vez ¡¡¡qué triste!!! Estos son algunos de los símbolos de nuestro Estado del Bienestar; el bienestar de una sociedad civil drogada y presa de una radical infelicidad; hasta el punto de que ni siquiera le dejan ser capaz de reconocerse como tal sociedad civil.

1.2. La nueva casta privilegiada del poder: La clase político-académico-mediática

Vista, oído, gusto, y ahora olfato, con el tufillo que envuelve a buena parte de la clase -¿o debiera decir casta?- dirigente, que no es sólo la casta política; en realidad, más que ante una estricta casta política nos hallamos ante una clase político-académico-mediática, la del púlpito, los nuevos clérigos, que por supuesto tiene amplias conexiones, y hasta identidades, con otra parte importante de la casta dirigente, la clase empresarial, integrada no sólo por los dueños de la gran empresa, sino también por la burocracia empresarial, tan profundamente emparentada, hasta el punto que más que puentes parecen haber autopistas, con la clase política, perdón, político-académico-mediática.

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El tufillo no lo desprenden sólo los casos de corrupción empresarial; también lo emana buena parte de la burocracia de ambos lados del puente, la del tráfico de influencias -la que es circula a la gran empresa por su agenda de contactos, cosa que la gente ve normal-, la de los gastos sin justificar de, por ejemplo, supuestos asistentes en el Parlamento Europeo, la de otros nuevos privilegiados, como los parlamentarios españoles, que consiguen en siete años el máximo -y qué máximo- de jubilación, cuando a los miembros del tercer estado perdón, a los ciudadanos de a pie-, nuestro máximo, notoriamente inferior, nos cuesta treintaicinco, la de los munícipes de la corrupción urbanística -que es de temer sean mayoría-, la de los nacionalistas autonómicos -perdón, del derecho a decidir- auténticos apóstoles de la desigualdad, o la de un gobierno-oposición, con guión, pues ambos dos son exactamente lo mismo y que supuestamente, sólo supuestamente, nos representa.

Perdón por tanta referencia a España y a Europa. No es que piense que el resto del mundo sea distinto. Cada año estoy varias veces en la -para mí entrañable- Comunidad Iberoamericana de Naciones, al otro lado del charco y también conozco bastante bien otras partes del mundo, como el anglófono, el Imperio Británico con sede en Washington, como suelo decir, o culturas distintas de la occidental. Hay más alusiones a España y Europa, e incluso, como se verá en el penúltimo y último capítulo, a la Comunidad Iberoamericana de Naciones, porque son sencillamente los ejemplos que tengo más a mano y cada cual puede leerlos en las claves características de su país, región o cultura. Sigamos, pues, con la cuestión.

¿Qué decir de este otro componente de la clase político-académicomediática, que es la casta académica?, la de los que tienen mando en plaza en una universidad donde la selección negativa de las especies está a la orden del día. Pobres ilusos aquellos que piensan que la selección de los peores es privativa del mundo político de las listas cerradas y bloqueadas, que tan desgraciadamente bien conocemos en España. En la cátedra sucede exactamente lo mismo, o incluso peor y más todavía desde que los paladines del pensamiento débil suprimieron las supuestamente memorísticas oposiciones -¿de verdad es tanto pedir que un catedrático domine el programa de su asignatura?- y las sustituyeron por supuestos concursos en los que los aspirantes solamente han debido exponer su curriculum y presentar ante el Tribunal un solo tema, elegido por el propio candidato, que además bastantes veces leía. Al final, el conocimiento era lo de menos, cuando no una osadía abiertamente contraproducente en un contexto de tanta mediocridad. Tres votos de cinco, es lo único que durante muchos años -más de veinte- ha venido contando: Dadme Page 216tres votos y hago catedrático a un árbol, decía abatido este solvente profesor que es José Luis Pinillos.

Con el breve sistema de la habilitación sólo se introdujeron muy ligeras variaciones en el sistema, básicamente que las convocatorias de las plazas eran algo más nacionales y algo menos de cada universidad y los tres votos de cinco pasaron a ser cuatro de siete. Con la actual acreditación una consolidada casta que poco o...

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