Marco general de la integración latinoamericana - Perspectiva jurídica - Aproximación a los alcances y efectos de los procesos de integración comercial - Tratado de Libre Comercio. La integración comercial y el derecho de los mercados - Libros y Revistas - VLEX 53950431

Marco general de la integración latinoamericana

AutorJosé Carlos Fernández Rozas
Cargo del AutorCatedrático de Derecho internacional privado. Universidad Complutense de Madrid
Páginas147-172

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I América Latina y el Caribe en la dialéctica entre "regionalismo" y "multilateralismo"
  1. La interdependencia de las economías nacionales es una realidad ineluctable. La generalidad de los Estados pugna por acceder al mercado mundial, considerado la llave del desarrollo y en este contexto se sitúa la creación de la OMC en 1995, máximo exponente institucional de la globalización, con el objetivo de reglamentar los intercambios económicos mundiales. La globalización se presenta a partir de aquí como un sistema cualitativamente diferente, como una ruptura histórica de la economía mundial que produjo lo que se dio en llamar la "sociedad post-capitalista" bajo los auspicios del denominado "Consenso de Washington". Este sistema novedoso tuvo la virtud de introducir procesos inéditos de homogenización de regiones, naciones y sociedades; produjo la formación de un todo único global equilibrado e intentó un proceso de superación de los desequilibrios y las desigualdades, solamente con la condición de que esas regiones, Estados y sociedades se incorporaran a la marcha del mercado mundial1 . Dicha integración, siguiendo este espíritu, quedaría garantizada por medio de ajustes, de aperturas y de una mayor liberalización económica, fundamentalmente en los países del llamado Tercer Mundo2.

    Asistimos, de esta suerte, a un proceso dialéctico entre el "regionalismo" y el "multilateralismo"3 construido en la idea de que en el plano regional se facilita mejor la integración sobre la base de una democratización económica general: convertibilidad de divisas, libre comercio, reglas compartidas y, más que Page 148 nada, la voluntad común para fijar las reglas del juego de acuerdo con los intereses de la región en su conjunto. A partir de aquí se estima que únicamente una cooperación centrada en estos parámetros puede garantizar una base política sólida para la integración; por el contrario, mientras un país esté subordinado a las fuerzas descontroladas de la globalización, su futuro tenderá a estar en manos extranjeras. La apertura de las economías regionales a las importaciones y a las inversiones extranjeras no está exenta, en efecto, de peligros como evidencia la situación que se registra en numerosos países de América Latina, señaladamente Argentina, Bolivia y Colombia. Peligros derivados del descuido de la protección de sus industrias nacionales y de sus recursos naturales producido en el contexto de una euforia neoliberal basada en el carácter inexorable de un supuesto "modelo único" que no tiene ningún recato en recomendar un concreto paradigma de sociedad hacia al cual deben converger inevitablemente los países a partir de la política de privatizaciones. Es evidente que las privatizaciones masivas en América Latina se multiplicaron desde mediados de los setenta, coincidiendo con la entrada de un período de recesión de la economía capitalista, que fue encontrando soluciones parciales a través del ensanchamiento de las operaciones financieras, asentadas en el manejo del crédito y una fuerte presión sobre los ingresos de la población y los recursos públicos. En este período se produjeron las intervenciones de la banca y de las corporaciones internacionales a través del FMI y sus "cartas de intención". Dicho en otros términos, el marco histórico de las privatizaciones se construyó en América Latina en un período caracterizado por la fuerte expansión de la deuda, lo que condujo a enfatizar las políticas monetarias y la independencia del capital con relación a otros factores. Es cierto que el mercado necesita reglas para evitar deformaciones como los monopolios y los oligopolios, pero el Estado no debe abandonar su papel redistribuidor y tampoco puede dejar en manos del mercado sus tareas de desarrollo.

  2. El antiguo ideal de la liberalización multilateral del comercio internacional se puso a prueba con la proliferación de acuerdos comerciales preferenciales que se evidenciaron en el escenario de la economía mundial de los últimos años. Sin embargo, también ha comenzado a ganar aceptación la idea de que el objetivo de una economía internacional abierta no excluye necesariamente los acuerdos de integración y que éstos, incluso, podrían facilitar su consecución. En Page 149 otras palabras, el regionalismo abierto puede ser entendido como un camino "no multilateral" para avanzar hacia un sistema internacional de comercio más expedito. Con todo, el modelo globalizador se impone y a partir del mismo se instrumentan medidas integracionistas en lo económico que se caracterizan por su bilateralismo y su desproporción. Se promueve también la conciencia de competencia y la necesidad de legitimarla por medio de convocatorias no incluyentes que se sustentan en la lógica del mercado mundial y en la existencia de los bloques hegemónicos a costa de los respectivos mercados. Un ejemplo de ello lo encontramos en los acuerdos de libre comercio patrocinados en América Latina por los EE UU dirigidos a países concretos. Frente a tal situación, las experiencias sobregionales de integración, muchas de las cuales tienen poco más de un cuarto de siglo, sólo han prosperado parcialmente y en ocasiones se las ha reducido en sus resultados, a pesar de que tales experiencias incorporaban instrumentos adecuados para desarrollarse con éxito4.

    Pocas regiones hay en el mundo que posean, como América Latina, intereses objetivos tan coincidentes con la construcción de una nueva normatividad internacional rigurosa, amplia y precisa; en materia ambiental, de derechos indígenas, migraciones, comercio internacional. El compromiso no es en modo alguno simple y por eso mismo se convierte en un reto, pues el proceso histórico estuvo caracterizado por el aislacionismo en política de integración regional, a diferencia de lo que pudo ocurrir al interior de los países que hoy integran la UE y los del Pacífico asiático cuyas experiencias son resultado de procesos de integración. La participación de América Latina y el Caribe en el mercado mundial estuvo caracterizada por el flujo e intercambio desigual de bienes, servicios y capitales entre cada uno de los países del área y los países industrializados, principalmente los EE UU. Y a ello cabe agregar otros acontecimientos de carácter geopolítico como las confrontaciones limítrofes, muchas veces estimuladas por intereses ajenos al subcontinente, que han tenido la virtud de profundizar distancias y agravar las diferencias. Page 150

II Caracterización de los procesos de integración económica regional
1. Ámbito de institucionalización del modelo
  1. Los siglos XIX y XX han aportado importantes ejemplos de uniones internacionales en el ámbito económico y comercial que han descansado, básicamente, en tratados de carácter bilateral vinculándose muchas veces a fenómenos de sucesión de Estados. Dichas experiencias ofrecen, sin embargo, un valor muy relativo para el estudio del fenómeno en la hora actual, aunque no deben desdeñarse5 . Frente a lo ocurrido en Europa, los procesos de integración económica regional no cuentan en otras regiones, en términos generales, con un dato histórico relevante que justifique la iniciativa6 . Europa decidió que la manera más eficaz de evitar las guerras que la habían diezmado y de hacer frente a los dos grandes bloques que se perfilaban como claros dominadores de la escena mundial, los EE UU y la Unión Soviética, era una efectiva integración económica que debía desembocar inexorablemente en una unión política. Por el contrario, en América Latina los motivos que derivaron en la persistente decisión de crear un mercado común fueron y son distintos7 . Lejos de los temores de la guerra, una mejor colocación a escala planetaria, la búsqueda de los mejores y mayores mercados y la toma de conciencia de que el mundo de fines del siglo XX y principios del siglo XXI estaría conformado por grandes espacios económicos, parecieron ser los argumentos justificativos de estos esfuerzos.

    El proceso de integración europeo se vio inicialmente favorecido por la Page 151 interdependencia y la complementación que ya mostraban sus economías; sin embargo, el desarrollo de la integración latinoamericana, antes de administrar la interdependencia, debido al escaso grado de integración mostrado por sus economías, apuntaba hacia la conveniencia de crearla. En Europa, fijados los objetivos y luego de una prudente y positiva experiencia integradora en un sector limitado, la CECA, se firmó un tratado-marco con cláusulas programáticas destinadas a ser desarrolladas por las instituciones comunitarias con objetivos mucho más amplios. Toda la construcción posterior se realizó a partir de un sistema jurídico-institucional complejo establecido en los Tratados constitutivos de la Comunidad Europea. El proceso en América Latina y en el Caribe se muestra también ambicioso respecto de los objetivos a lograr, pues los instrumentos jurídicos de la integración, aparecen notoriamente desprovistos de mecanismos jurídico-institucionales aptos para alcanzarlos. Independientemente de la distinta realidad histórica y extensión cronológica y de la diferente idiosincrasia de los habitantes de la mayoría de los países que las integran, median, por ejemplo, entre la Comunidad Europea y el Mercosur, importantes diferencias sustanciales.

  2. La concepción y práctica de la cooperación regional presenta también...

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