Nuevos caminos para la historia de la literatura - Núm. 11-2009, Julio 2009 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 76067052

Nuevos caminos para la historia de la literatura

AutorRenán Silva
Cargorj.silva33@uniandes.edu.co
Páginas275-282

Page 275

CHARTIER, Roger. Inseriré et effacer. Culture ácrite et littérature. XI-XVIII. Paris: Éditions du Seuil/Gallimard, 2006. [Inscribir y borrar. Cultura escrita y literatura (Siglos XI -XVIII). Buenos Aires: Katz Editores, 2006].

La reseña de un libro del conocido historiador francés Roger Chartier puede aparecer a estas alturas como un gesto superfluo. Imagino que de Inseriré et effacer debe existir por lo menos una centena de análisis y notas críticas, reseñas y comentarios3. El conocido profesor de la Éeole des Hautes Études en Sciences Sociales y desde hace algunos años también del Collége de France, ha llegado a ser con toda justicia una figura emblemática de un campo de estudios -la historia del libro, de la lectura y del lector, la historia de la cultura escrita y la propia historia de la literatura- y su trabajo inspira hoy en diversas partes del mundo a muchos estudiosos que trabajan sobre estos temas, y aun despierta la atención de la prensa, aunque casi siempre por razones externas a su trabajo, ya que es fácil que un periodista no muy bien informado lo tome por un profeta que habla sobre el futuro del mundo editorial y le pregunte a este viajero frecuente por la "muerte del libro" o cosas por el estilo, que tanto gustan en las páginas culturales de los periódicos.

Pero superflua o excesiva, una reseña de un libro tan sabio y estimulante como Inscrire et effacer siempre resultará un placer y es el tributo mínimo que un lector de libros de historia -que se interesa por producir análisis históricos- quisiera ofrecer por la suma de conocimientos leídos. Quienes conocen la obra de Roger Chartier saben que más allá Page 276 del tratamiento monográfico de un tema, más allá del descubrimiento de unas fuentes precisas, más allá de un sobrio ejercicio profesional aplicado y juicioso que le permite no desaparecer del mercado historiográfico o de la atención de sus colegas y estudiantes, sus trabajos son siempre un ejercicio reflexivo sobre enfoques y métodos, sobre fuentes y tratamiento de ellas, y ante todo una invitación a pensar en términos históricos el mundo de hoy, en sus formas culturales y en sus modalidades de comunicación, en el funcionamiento de la literatura y de todas las otras formas que constituyen lugares de formación del sentido y de creación de modalidades de representación imaginarias que permiten dar significado a la vida social, en el plano individual o en su dimensión colectiva. Por eso vale la pena su lectura y el intento de ir más lejos, de ir hacia esos otros lugares a los que invitan sus textos, o como él diría, tomar el camino de la lectura para enfrentar luego el reto de las "apropiaciones creativas".

Inscrire et effacer no es una simple recopilación de ensayos dispersos de aquellas a las que con tanta frecuencia nos ha acostumbrado el mundo editorial, no siempre con el mejor criterio. Dejando de lado una duda que más adelante mencionaremos, hay que decir desde el comienzo que se trata de un libro, y la palabra debe resaltarse, y no de una amalgama o sumatoria de textos diversos y desiguales de discutible unidad. Cada uno de sus siete capítulos, más su introducción y su epílogo, se relacionan entre sí, reenvían los unos a las otros y establecen entre ellos un juego de conexiones que el propio autor advierte a sus lectores, pero que aun sin advertencia ninguna es percibido por el lector a lo largo de la lectura de cada uno de los problemas que el libro considera, todos articulados en torno de lo que el subtítulo del libro indica: las relaciones entre cultura escrita y literatura.

Inscrire et effacer comienza con una admirable introducción en donde el autor define la entidad y el orden de los problemas que quiere considerar. Define pues lo que podríamos llamar una "problemática", si nos atenemos al vocabulario de la propia cultura académica de donde proviene Chartier. Esa problemática y el enfoque elegido se encuentran bien presentados en la frase final del epílogo del libro, una frase de Jorge Luis Borges: "El libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje de innumerables relaciones".

La afirmación de Borges, por fortuna citada al final del libro y no al principio, permite despejar cualquier duda. No se trata de un nuevo y reiterado llamado a la "intertextualidad", que nos propondría la idea Page 277 (limitada y parcial) de que los "libros dialogan con los libros". Desde luego que sí, pero también, y a lo mejor, mucho más, dialogan con sus lectores, con la sociedad de su época, con quienes los fabrican, con los poderes establecidos...

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