Ocupaciones planificadas y política - - - Política en los márgenes. Asentamientos irregulares en Montevideo - Libros y Revistas - VLEX 800964013

Ocupaciones planificadas y política

AutorMaría José Álvarez Rivadulla
Páginas85-112
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Ocupaciones planicadas y política
M   durante la última décad a del siglo
. El número de barrios informales aumentó sin precedentes, y estos se trans-
formaron, más allá de las cif ras, incorporando al repertorio de invasiones de
tierras a las ocupaciones planic adas. Muchos de los nuevos barrios informales
de los años noventa comenzaron como invasiones organizadas de tierras , con
un grupo que identicaba un peda zo de tierra, lo invadía, tra zaba calles y lotes,
negociaba con las autoridades y se organizaba para dema ndar servicios públi-
cos. Mientras que el capítulo anterior concibe los efectos de la democratizac ión
como una oportunidad política pa ra las organizaciones de base de la sociedad
civil, incluyendo a algunos cantegriles muy pobres, este capítulo aborda una
segunda y disti nta ola de movilizaciones que ocur rió alrededor de  y que
constituyó un auge de las invasiones organizada s de tierras.
Aparte del efecto general ya mencionado en cuanto a la apertura pol ítica
sobre todos los tipos de movilización, mi planteamiento es que la democra-
tización detonó las ocupaciones irregula res de tierras, en especial las plani-
cadas, por vía de por lo menos tres oportunidades políticas especícas: la
competencia electoral por los votos de los pobres urbanos, la orientación de
izquierda del gobierno municipal y la política de descentralización imple-
mentada por la coalición de izquierda después de asumir el gobierno de la
ciudad en 1990. Así, sumada a la relajación de la represión y al subsecuente
aumento en la libertad de organización en general, la democratiz ación trajo
consigo otras dos oportunidades políticas importantes que se mencionan
con frecuencia en la literatura sobre procesos políticos: aliados inuyentes
y acceso institucional (Almeida, 2010; McAdam, McCart hy y Zald, 1996).
Partes de este capítulo fueron publicadas antes en un capítulo de libro y son reproducidas
aquí con permiso de Springer (Álvarez Rivadulla, ).
    
Mientras que la contienda electoral y la izquierda en el gobierno de la ciu-
dad proveyeron a los ocupantes irregulares de aliados in uyentes por medio
de las redes políticas con diferentes partidos políticos, la descentralización
incrementó su acceso institucional al gobierno municipal.
El efecto de estas oportunidades sobre los ocupantes irregulares no fue
homogéneo sino variable, dependiendo de las redes sociales y otros recur-
sos de los barrios y sus organizaciones. Así, los líderes de las ocupaciones
irregulares más planicadas —quienes habían par ticipado a menudo en
otras formas de organización colectiva , como los sindicatos, el movimiento
de vivienda cooperativa   o los partidos políticos— estuvieron en
mayor capacidad de aprovechar ambas oportunidades y de tran sferirlas a la
organización barria l.
Como lo mencioné en la introducción, prestar atención a la relación entre
oportunidades políticas y ocupantes irregula res es especialmente relevante
en América Latina, donde la relación entre ellos y el Estado casi siempre ha
sido intensa, pero con grandes variaciones dependiendo de las ciudades y las
épocas. Aunque parto de las raíce s de la teoría del proceso político, también
reconozco la gran importancia de los trabajos sobre movimientos sociales
enmarcados en la cultura (McAdam et al., 1996). No fue sino hasta que las
ocupaciones irregulares se convi rtieron en una alternativa decente para los
montevideanos estructur almente marginados, que las invasiones de tierras
ingresaron a sus repertorios de acción colectiva (Til ly, 1978). Las ocupaciones
planicadas se volvieron una est rategia para resistir la exclusión de los pobres
urbanos “seducidos y abandonados”, quienes, luego de incorporar expecta-
tivas en términos de la adquisición de una ciudadanía completa y empleos
estables, fueron expulsados hacia las per iferias de la ciudad y despedidos del
mercado laboral (Kaztman, 2001). Por esta razón, se hizo necesario resig-
nicar las ocupaciones irregulares, hacerlas parte de la cultura de la clase
trabajadora ahora precarizada (Álvarez Rivadulla, 2017). Los ocupantes de
invasiones planicadas se involucraron en una lucha espacia l y simbólica
que requirió que se diferenciaran de los más pobres entre los pobres, de los
cantegriles, de aquellos que habían invadido por goteo, que se dedicaban
al reciclaje, que tenían condiciones muy precarias de vida. El nivel de éxito
de esta lucha fue al menos ambiguo en la mayoría de las invasiones plani-
cadas. Solo unas pocas pudieron convertirse en “barrios normales”, como
aspiraban sus residentes en los inicios y más allá de sus e sfuerzos por lograr
la regulariz ación e integrarse a la malla urbana. Muchos factores estuv ieron
fuera de su control y conspiraron contra sus aspiraciones, como por ejem-
plo el enorme aumento de la pobreza durante la crisis económica y social de
comienzos de la década del 2000.

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