Panorama electoral de los años treinta en Colombia. Prensa, cultura e historiografía - "A la lucha he venido" la campaña electoral de 1930 en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 748379249

Panorama electoral de los años treinta en Colombia. Prensa, cultura e historiografía

AutorJulián David Romero Torres
Cargo del AutorFotógrafo por pasión, sociólogo e historiador de profesión
Páginas1-52
1
Capítulo primero
Panorama electoral
de los años treinta en Colombia.
Prensa, cultura e historiografía
El 9 de febrero de 1930 se eligió el primer presidente liberal del siglo xx, des-
pués de 45 años de Hegemonía Conservadora. Aspectos como la crisis entre
la Iglesia y el Partido Conservador, que empujó en parte la doble postulación
de sus candidatos, el descrédito de las políticas represivas en contra de la
huelga, la organización obrera y campesina, el discurso de la Concentración
Nacional de Olaya Herrera, incidieron para que los liberales le arrebataran
las elecciones a los instalados en el poder.
El presente capítulo busca sumergir al lector en el contexto político, so-
cial y cultural que vivía Colombia a finales de los años veinte: nuevos medios
de transporte, la economía y los imaginarios construidos a partir de cambios
surgidos en las ciudades. Se describe lo que significó la modernización de la
prensa y el impacto frente al uso de nuevos dispositivos periodísticos en el
contexto de la campaña, para dar paso a la observación de las fuentes perio-
dísticas obtenidas. La distinción de la prensa del momento permite entender
la función social del periódico en tanto teje diferentes relaciones, ya sea al
interior de la oficina de prensa, con la ideología, los partidos y el uso de su
capital social, o hacia el exterior, es decir, con su potencial público lector y
escucha. De otro lado, se revisan las avanzadas de censura impuestas por el
establecimiento y las reacciones por parte de la oposición. Finalmente, se tendrá
la oportunidad de hacer un paneo por los diferentes aportes historiográficos,
y de adentrarse en los marcos conceptuales que alumbran la interpretación
del decurso de las campañas.
“A la lucha he venido. La campaña electoral de 1930 en Colombia
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Durante la segunda mitad de 1929, Colombia permaneció en vilo por una
posible candidatura liberal que no lograba condensarse en una cara visible.
Solo hasta diciembre —como lo informó El Debate el 12 de ese mes— se lanzó
oficialmente la candidatura de Olaya Herrera, con un clero preocupado por
la inminente separación del partido que enarbolaba su bandera, separación
que se mantuvo hasta el 9 de febrero de 1929 —el mismo día de las eleccio-
nes—. El clero y el Partido Conservador estaban divididos por causa de la
doble postulación de candidatos que representarían al Partido: unos estaban
a favor de Valencia, los otros apoyaban a Vázquez Cobo.
Esta escisión —como lo muestra Medófilo Medina— constituyó una
división en la jerarquía del episcopado, siendo la hecatombe de la figura del
Gran Elector, la más influyente en el sistema político desde finales del siglo
xix; una eficiente presencia electoral clerical que influía en la opción de voto
de las miles de personas que se congregaban en las parroquias.
El afán de los jerarcas de la Iglesia por consolidar una alianza con algu-
no de los dos candidatos conservadores, se veía reflejado en los medios de
comunicación de la época a través de sus editoriales, caricaturas, titulares
de los periódicos, así como en las regiones, en la Santa Sede y por supuesto, en
la voluntad de los electores que se aferraban a las disposiciones tradicionales
de la fe en materia electoral. “Todo ello contribuía a confundir y anarquizar
aún más a las desconcertadas huestes del partido del orden”1.
Sin embargo, como lo menciona Ayala2, las huestes conservadoras ya
avizoraban la derrota del 9 de febrero de 1930, desde el crepúsculo de la
administración de Abadía Méndez, quien incluyó en su gabinete a algunos
liberales, al igual que en el gobierno de la Concentración Nacional de Olaya
en el que participaron conservadores; algunos reunidos bajo el crisol de Los
Leopardos repensaron su lugar en la política del momento, “y, para mantenerse
a flote ante un liberalismo revanchista e invencible, se vieron en la necesidad
de llenar de nuevos contenidos sus anquilosados programas doctrinarios o,
por lo menos, remozarlos, colocarlos en un proceso dialéctico que le permi-
tiera a la militancia ver fluir la tradición y a los nuevos ideólogos convencer
1 Medófilo Medina, “Obispos, curas y elecciones. 1929-1930”, Anuario colombiano de historia
social y de la cultura 18-19 (1990-1991): 195.
2 César Ayala, El porvenir del pasado: Gilberto Alzate Avendaño, sensibilidad leoparda y demo-
cracia (Bogotá: Fundación Gilberto Alzate Avendaño, 2007).
Panorama electoral de los años treinta en Colombia
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a los colombianos de que el pasado tenía porvenir”3. Es así como a partir de
estos sucesos Ayala plantea la siguiente hipótesis: lo que se estaba cocinando
en esta época, con la organización de unos jóvenes conservadores que que-
rían reformar su partido, y del inminente primer gobierno liberal del siglo
que mostraba no soltar el poder, eran los inicios de la violencia que atravesó
el siglo xx colombiano.
De acuerdo con esta perspectiva se trabaja la campaña electoral como
batalla por las elecciones, en donde se ejerce una violencia simbólica que
traslapa las modalidades de la guerra a los escenarios de la política, a la plaza
pública, a la prensa, y que usa la difamación y la concentración de fuerzas para
reavivar las identidades partidistas de las muchedumbres. Pero también donde
se activan los odios de los partidarios a una concreta retaliación armada y la
eliminación del opositor. Por ello, los móviles y las expresiones de la guerra
se viven en Colombia en las luchas constitucionales, en las elecciones, en las
arremetidas propagandísticas y en las movilizaciones populares, hasta llegar
al uso descentralizado de la violencia física.
Entender el proceso electoral como campaña, como batalla, implica
adentrarnos en la construcción e invención que se hace de un campo de dispu-
tas, en donde se define a los antagonistas como enemigos a los que hay que
derrotar. Se analizan las implicaciones que tienen los discursos y la imagen
de los candidatos que buscaban acceder al espacio del debate electoral, en el
accionar de la violencia visceral que se despierta en cada uno de los habitan-
tes al identificarse con un partido y a defenderlo con la sangre y con el alma.
1.1. De imágenes e imaginarios. Dispositivos de movilidad
En los años veinte la economía nacional creció de manera exponencial debido
al despegue cafetero; un país aislado del mercado internacional, incomunicado
entre sus regiones, con caminos de herradura heredados de la Colonia, logró
aferrarse al café como principal producto de exportación, “mientras en 1870
[…] representaba el 16 por ciento de las exportaciones, en 1920 ya constituía
casi el 70. […] Colombia ya se había constituido en el segundo productor
mundial de grano […] pasando a producir el 3.5 por ciento del total mundial
a comienzos de siglo al 10 por ciento a finales de aquella década”4. Esto trajo
3 Ibid.
4 Renán Vega, Gente muy rebelde (Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002).

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